Por Liliana Perusini
Su figura enorme,
surgió de mis sueños,
y caminó a mi lado,
evocando recuerdos y cuentos.
Mi padre me llevó
a recorrer historias
grandes y pequeñas.
El pai, mi nono,
de faja y chambergo,
que llegó de lejos,
huyendo de miserias y miedos.
Mi nona,
con nostalgia de su tierra,
protegiendo la herencia,
en la patria nueva.
Su juventud desplegada
en la laguna,
cuando el agua era limpia
y la arena y el verde,
adornaban el rio.
Sus cuentos de carromatos
y lucecitas escondidas
por caminos oscuros,
que dibujaban fantasías
en mi imaginación de niña.
Antiguos rostros,
hechos y leyendas
volvían rescatados del olvido,
en su relato consecuente.
San Martin, batallando libertades,
los caudillos, abanderando su tierra,
los descamisados, de justicias olvidados,
y el universo de Tagore en los poemas
que tiernamente me leía,
en un libro ajado,
de hojas amarillas.
Mi padre me regaló desde niña,
palabras…
tiernas,
solidarias,
éticas,
palabras bellas,
que despertaron a mis duendes
y me alentaron en silencio,
a escribir poemas y cuentos.
Liliana Perusini escribe desde Santa Fe, Argentina
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