Críticas al gobierno de Bukele en homenaje a Rutilio Grande

El guitarrista y compositor Lilo González junto a las activistas comunitarias Videlbina Flores-Fitch —cuyo esposo Paul Fitch participó ayer en El Paisnal junto a otras personas— y la activista por la defensa de la tierra, Rosita Tobías, quien dejó su país por amenazas a su integridad. Foto: Ramón Jiménez.

Por Ramón Jiménez

A casi cincuenta años de su muerte violenta el 12 de marzo de 1977, la vida del sacerdote jesuita Rutilio Grande todavía es recordada por muchos salvadoreños que conocieron su obra pastoral de primera mano, y por generaciones de jóvenes que lo han conocido a través de la historia.

Ese vivo recuerdo por el ahora beato de la Iglesia Católica quedó demostrado la noche de este martes 12, cuando decenas de compatriotas participaron en un evento en su honor, que tuvo lugar en la Casa Rutilio Grande, ubicado en la ciudad de Hyattsville, Maryland.

Ya es una tradición de todos los años rendirle homenaje a través de videos, compartiendo sus memorias, degustando deliciosos bocadillos y escuchando algunos oradores invitados y participantes espontáneos.

Todos añoran la presencia de Rutilio Grande y otros grandes sacerdotes que abogaban por las causas de los desprotegidos, en estos tiempos por los que nuevamente atraviesa El Salvador; similares a los que Grande tuvo que enfrentar cuando cayó abatido a tiros junto a los colaboradores laicos Nelson Lemus (menor de edad) y Manuel Solórzano, que esa tarde le acompañaban a oficiar un servicio religioso en El Paisnal, población donde nació.

“Las palabras de Rutilio Grande siguen siendo tan vigentes en la actualidad; por eso no hay que callar [los atropellos y amenazas del gobierno de Nayib Bukele], sino denunciar”, sugirió Mario Gómez, quien se vio obligado a dejar su familia por las amenazas recibidas del gobierno actual y ahora vive como asilado en la región metropolitana de Washington.

También la coordinadora de la Mesa Nacional para la Defensa de la Tierra, Rosita Tobías tuvo que abandonar su natal Tecoluca, en el central departamento de San Vicente, debido a las amenazas de muerte recibidas y ahora vive en la región de Washington desde hace pocos meses.

Su esposo, el dirigente sindical Carlos Cortez ha sido imputado por la Fiscalía General de su país de “daños” en “perjuicio” del patrimonio de un terrateniente (Rolando Flores Dinarti), cuando es éste quien acosa a las familias campesinas y comete todo tipo de abusos.

Vista parcial de la asistencia al homenaje, con la imagen de Rutilio Grande (al fondo, izquierda). Foto: Ramón Jiménez.

Según Tobías, la Fiscalía presenta al agresor Flores Dinarti como la víctima, después de que él y sus ayudantes han destrozado los cultivos y quitado sus tierras; después de amenazar y obligar a muchas personas a venderle sus terrenos por una “miserable paga”.

Antes que Tobías abandonara Tecoluca, era común ver a miembros del ejército que con gran prepotencia llegan armados, con la intención de desalojarlos de sus humildes hogares o realizar capturas arbitrarias, como la ocurrida en 2021 cuando capturaron a 43 campesinos.

Para ella, con esa militarización de las comunidades y capturas arbitrarias es como regresar a los tiempos de la Guerra Civil (1980-1992), cuando llegaban los soldados a intimidarlos o capturarlos.

Para Tobías, tanto la Iglesia Católica como las evangélicas y otras instituciones como la Universidad de El Salvador (UES) se han ido acoplando a lo que diga el gobierno actual.

“Esa lucha pacífica de Rutilio Grande la necesitamos ahora, ya que en cualquier momento los salvadoreños pueden ser detenidos y torturados solamente por denunciar los abusos del gobierno. Hay que seguir la lucha pero desde otra trinchera, incluso desde aquí [Estados Unidos]. Es importante luchar por la gente que está allá en el país”, indicó.

Para el activista comunitario William Berríos —quien asistió a las recientes elecciones presidenciales, de diputados y alcaldes—, los salvadoreños están viviendo una situación como la que vivió Rutilio Grande en su momento, aunque muchos no lo aceptan y viven adormecidos en el mundo de ilusiones que les pinta el gobierno actual.

Rutilio Grande, Nelson Lemus y Manuel Solórzano. Foto Facebook.

“El pueblo debe organizarse desde las comunidades; tiene que haber una reacción de parte de la población. El grupo que maneja a Bukele para tener manejado el territorio, nos ha retrocedido en democracia unos 60 o 100 años”, se lamentó Berríos, quien además señaló que hay un adormecimiento generalizado y una especie de manipulación en el país, así como una matonería hacia la militancia del partido político en el gobierno.

Para Berríos, las pasadas elecciones fueron «un montaje de teatro», una especie de puesta en escena del grupo que maneja a Bukele.

Los restos mortales del beato Rutilio Grande se encuentran sepultados en la parroquia de El Paisnal —a 43 kilómetros de San Salvador—, junto a sus dos colaboradores laicos: Nelson Lemus y Manuel Solórzano.

El Vaticano declaró que Grande fue asesinado por “odio a la fe” y es recordado por su defensa hacia los pobres salvadoreños. El proceso para su santificación se encuentra «por buen camino», según monseñor Rafael Urrutia, director de la Oficina de Canonización del Arzobispado de San Salvador y postulador de la Causa (proceso),

 

 

 

 

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