Cuestión de Dios es central en nuestra época

CIUDAD DEL VATICANO (VIS).-El Santo Padre envió un mensaje al cardenal Angelo Bagnasco, arzobispo metropolitano de Génova (Italia) y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, con ocasión del Congreso «Dios hoy: con Él o sin Él cambia todo», que se celebra en Roma del 10 al 12 de diciembre.

«La cuestión de Dios -escribe el Papa- es central también en nuestra época en la que a menudo se tiende a reducir al ser humano a una única dimensión: la «horizontal», considerando irrelevante para su vida la apertura a lo Trascendente. En cambio la relación con Dios es esencial para el camino de la humanidad (…) y es tarea de la Iglesia y de todos los cristianos hacer presente a Dios en este mundo e intentar abrir a los seres humanos el acceso a Dios».

Si por una parte el convenio abordará «los diversos caminos que llevan a afirmar la verdad sobre la existencia de Dios, que la humanidad ha conocido siempre de alguna manera y (…) que se ha revelado de modo pleno y definitivo en Jesucristo», por otra se tratará de «la importancia esencial que Dios asume para nosotros, para nuestra vida personal y social, (…) para la salvación que nos espera mas allá de la muerte».

Estas temáticas se tratarán según diversas perspectivas, desde la reflexión teológica y filosófica, al anhelo de Dios que se manifiesta en el arte, a la ciencia, «que se propone leer en profundidad los mecanismos de la naturaleza, fruto de la obra inteligente de Dios Creador» etc.

«En una situación cultural y espiritual como la que vivimos -concluye el pontífice-, donde crece la tendencia a relegar a Dios a la esfera privada, a considerarlo como irrelevante y superfluo o a rechazarlo explícitamente, deseo de todo corazón que este evento contribuya, por lo menos, a disipar la penumbra que hace precaria y temerosa para el ser humano de nuestra época la apertura a Dios».

«Las experiencias del pasado, incluso las más recientes, demuestran que cuando Dios desaparece del panorama (…) la humanidad pierde la orientación y corre el peligro de caminar hacia su autodestrucción. La fe en Dios abre al ser humano el horizonte de una esperanza cierta».

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