Bella Center
Copenhague, Dinamarca
12:32 P.M. CET
EL PRESIDENTE: Buenos días. Es un honor para mí sumarme a este distinguido grupo de líderes de naciones de todo el mundo. Nos congregamos aquí en Copenhague porque el cambio climático representa un grave y creciente peligro para nuestros pueblos. No estarían hoy aquí si no estuvieran convencidos, como yo, de que este peligro es real. Es ciencia; no ficción. El cambio climático desenfrenado representa un peligro inaceptable para nuestra seguridad, nuestras economías y nuestro planeta. De eso estamos muy conscientes.
Entonces, la interrogante que se nos presenta ya no es el carácter del desafío; la interrogante es nuestra capacidad de hacerle frente. Si bien la realidad del cambio climático no está en duda, nuestra capacidad de tomar medidas colectivas sí lo está, y depende de ella.
Considero que podemos actuar audaz y decididamente ante esta amenaza común. Y es por eso que he venido hoy aquí, no para hablar — para tomar acción. (Aplausos.)
Ahora, Estados Unidos, por ser la mayor economía del mundo y el segundo emisor del mundo, tiene parte de la responsabilidad de hacerle frente al cambio climático, y tenemos la intención de cumplir con esa responsabilidad. Es por eso que hemos renovado nuestro liderazgo en las negociaciones internacionales con respecto al clima y trabajamos con otros países para eliminar paulatinamente nuestros subsidios a los hidrocarburos. Y por eso hemos tomado medidas audaces dentro del país al hacer inversiones históricas en energía renovable; al poner a nuestra gente a trabajar aumentando la eficiencia en el consumo de energía de nuestras viviendas y edificios, y al procurar medidas legislativas integrales que transformen la economía a una basada en energía limpia.
Estas medidas para mitigar son ambiciosas, y las estamos tomando no solamente para cumplir con nuestras responsabilidades mundiales. Estamos convencidos, asi como algunos de ustedes pueden estar convencidos, de que cambiar la manera en que producimos y usamos energía es esencial para el futuro económico de Estados Unidos; que generará millones de nuevos empleos, impulsará nuevas industrias, hará que sigamos siendo competitivos y propiciará innovaciones nuevas. Y estamos convencidos, basado en nuestros mejores intereses, de que cambiar la manera en que usamos energía, cambiando a un modelo más eficaz, es esencial para la seguridad nacional de Estados Unidos, porque ayuda a reducir nuestra dependencia del petróleo extranjero y nos ayudará a hacerles frente a los peligros que presenta el cambio climático.
Entonces, quiero que esta sesión plenaria entienda, Estados Unidos continuará esta línea de acción para mitigar nuestras emisiones y para realizar una transición hacia una economía basada en la energía limpia independientemente de lo que suceda aquí en Copenhague. Creemos que será bueno para nosotros, así como para todo el mundo. Pero también creemos que todos tendremos mayor solidez y seguridad si actuamos juntos. Es por eso que es de interés mutuo que logremos un convenio mundial en el cual todos acordamos tomar ciertas medidas, y asumimos el compromiso de rendir cuentas ante todos respecto a ciertos compromisos.
Después de meses de conversaciones, después de dos semanas de negociaciones, después de un sinnúmero de reuniones, reuniones bilaterales, horas sin fin de discusiones entre negociadores, considero que los componentes del convenio deben estar claros ahora.
En primer lugar, todas las principales economías deben presentar medidas nacionales decisivas que reduzcan sus emisiones e iniciar a cambiar la situación con respecto al cambio climático. Me complace que muchos de nosotros ya lo hemos hecho. Casi todas las principales economías han presentado objetivos legítimos, objetivos significantes, objetivos ambiciosos. Y estoy seguro de que Estados Unidos cumplirá la promesa que hemos hecho, reducir nuestras emisiones aproximadamente 17 por ciento para el 2020, y en más de 80 por ciento para el 2050, conforme a la legislación final.
En segundo lugar, debemos tener un mecanismo para examinar si estamos cumpliendo con lo prometido y compartir esta información de manera transparente. Estas medidas no deben interferir ni atentar contra la soberanía. Sin embargo, deben garantizar que el convenio sea digno de crédito y que cumplamos con nuestras obligaciones, pues sin ese nivel de responsabilidad, todo acuerdo sería palabras vanas en papel.
No sé cómo se logra un acuerdo internacional en el que todos no estemos compartiendo información y asegurando que estemos cumpliendo con nuestros compromisos. No tiene sentido. No sería una victoria.
En tercer lugar, debemos tener financiamiento que ayude a los países en desarrollo, particularmente los menos desarrollados y los más vulnerables, a adaptarse al cambio climático. Estados Unidos participará en proyectos de financiación de inicio-rápido (fast-start funding) que otorgarán hasta $10,000 millones para el 2012. Y ayer, la secretaria Hillary Clinton, mi Secretaria de Estado, dejó en claro que participaremos en un esfuerzo mundial para movilizar $100,000 millones en financiamiento para el 2020, si, y sólo si es parte del acuerdo más extenso que he descrito.
Mitigación. Transparencia. Y financiamiento. Es una fórmula clara, una que se ciñe al principio de soluciones colectivas pero con respuestas y capacidades diferenciadas respectivamente. Y constituyen un acuerdo significativo, uno que nos lleva más lejos de lo que hemos llegado antes como comunidad internacional.
Sólo le quiero decir a esta sesión plenaria que se nos está acabando el tiempo. Y que la cuestión en este momento es si avanzaremos juntos o nos dividiremos, si expresamos preferencia por la acción o la bravata. Estoy seguro que muchos consideran que esta fórmula que he descrito es imperfecta. Ningún país logrará todo lo que desea. Hay algunos países en desarrollo que quieren ayuda incondicional y sin obligaciones en cuanto a la transparencia. Piensan que los países más avanzados deben pagar un precio más alto. Yo entiendo eso. Hay algunos países avanzados que piensan que los países en desarrollo no pueden absorber esta asistencia, o no sea posible hacerlos rendir cuentas efectivamente, y que los países de más rápido crecimiento en emisiones del mundo deben asumir una mayor responsabilidad.
Conocemos las fallas porque hemos sido prisioneros de ellas durante muchos años. Estas conversaciones internacionales se han llevado a cabo esencialmente durante casi dos décadas, y tenemos muy poco que mostrar por ello, aparte de una aceleración creciente del fenómeno del cambio climático. El momento para hablar ha terminado. El asunto es el siguiente: podemos aceptar este acuerdo, dar un paso considerable y continuar afinándolo y avanzar en base a él. Podemos hacer eso y todos en esta sala pueden ser parte de un esfuerzo histórico, uno que mejorará la vida de nuestros hijos y nietos.
O podemos optar nuevamente por posponerlo y volver a caer en las mismas divisiones que se han interpuesto en nuestro camino a la acción durante muchos años. Y volveremos a tener las mismas querellas trilladas mes tras mes, año tras año, quizás década tras década, mientras el peligro del cambio climático aumenta hasta ser irreversible.
Damas y caballeros, no hay tiempo que perder. Estados Unidos ha tomado una decisión. Hemos trazado nuestro curso, hemos hecho nuestras promesas y cumpliremos con lo ofrecido. Ahora, considero que es el momento de que los países y pueblos del mundo se unan en un propósito común.
Podemos lograr esto hoy. Pero tiene que haber movimiento por parte de todos hacia el reconocimiento de que es mejor actuar que hablar. Es mejor escoger la acción en vez de la inacción; el futuro en vez del pasado. Y con valentía y fe, yo creo en que podemos asumir nuestras responsabilidades para con nuestros pueblos y el futuro de nuestro planeta. Muchas gracias. (Aplausos.)