Ecos de un muro breve

Foto Yanko Farias

Por El Lector Americano 

BURKE, Virginia, 13 de diciembre de 2024.- Leo y escucho —bueno hace años; pero ahora ocurre todos los días— de que se viene la Tercera Guerra Mundial (porque no hay Primera sin Segunda, y por eso hay Tercera). Y me preguntó por qué tanta alharaca si los ensayos ya se hicieron en Sarajevo y Ruanda, ayer, y hoy en Ucrania y Palestina, y ahora en Siria, y lo que venga. Matanzas fulminantes, furiosas, con todo el estruendo de los bestiales misiles marca de la casa OTAN. Con novedades de Guerra censuradas en redes informativas que tienen que ver con algo obvio: 700 mil muertos de Ucrania, 45 mil en Palestina, de los cuales 25 mil son niños, y 8 mil israelíes que no suman, porque de ese lado las cifras son sopa de letras en las empresas informativas. Un número que asusta, si consideramos el cada vez más cercano no retorno, de un grito ahogado por los que van a irse, incluyendo a los muertos de Facebook. O quizás se reviva con virtual emoción, con mi nombre en letra chiquita en un gran muro en un incierto cementerio donde se conmemore el primer cohete supersónico lleno de uranio, justo un segundo antes de que se firmara la paz. Pero ya será tarde, por que llegó la 3era Guerra del Mundo Mundial. Y sin Messi.

Haciéndose el Sueco. Me enteré que los suecos, daneses, y todos los que viven para ese lado, les están dando manuales de supervivencia. Para que sepan cómo funcionan las minas antipersonas y los misiles de diferente alcance y nacionalidades. También le han avisado que las embajadas de Latinoamérica se cerrarán, porque parece que al final en nuestras tierras no habrá ¡PUM!

De que por enésima —a ver si van— los de la OTAN acudan a las Naciones Unidas, antes que la Atómica nos termine volando el culo a todos. Pero también está previsto que después, quizás haya un desértico Festival por la Paz, con Elon Musk como maestro de ceremonias, cantando “la cucaracha”, con letra nueva y voz de eunuco. Y, claro, todos los «protagonistas» de este nuevo escenario “pos atomizado”, o se juntarán o se distanciarán por siempre. ¡Qué se le va hacer!

Y claro, ese día sabremos a quién echarle la culpa: a los Trumps, a los que Bidens, al comediante Selensky, al Putin y el Netanyahu, junto al Mao Xi Jinping, y el otro de Corea del Norte. Todos líderes que estarán preocupados por administrar lo poco que quede, refundando una nueva organización mundial con letras mayúsculas, sin bandera, bien pretensiosa.

Foto Yanko Farias.

Todos sabiendo que esta realidad catastrófica comenzó con Ucrania, siguió en el Medio Oriente, y tuvo su giro en la última elección norteamericana auspiciada por Tesla… Y entonces sabremos qué se trató de un relato íntimo, catastrófico después, y profundo, pero sin libido, que se tradujeron en las elecciones más hipócritas del mundo. Porque de lo que en  realidad se trató fue entender dónde se fueron los votos demócratas. Dónde no importó ni ideología ni bandera, sino cada vez más el arrinconado e insatisfecho sueño americano.  Y entonces, el día después del ¡Pum Mundial!, solo seremos espejos reflejados sin rostro.

Ayúdame cine. Lo confieso, mi complicada mirada me llevó a surcar el mundo catódico y terminar viendo Apocalipsis Now” de Francis Ford Coopola. Así fue como me trasladé a esos tiempos húmedos en los Deltas vietnamitas, cuando aún se leían noticias en papel y los teléfonos eran de disco y se escribía a máquinilla. Allí se narra la historia de un milico loco, el jodido y mítico coronel Kurt Brando, que ponía en jaque al Imperio. Y esto me funcionó como un retrato del mundo de hoy: un guerrero que mataba a todos por igual, una personaje que péndula entre el Sueño Americano y la Pesadilla Americana.  Lo cierto es que esta peli me permitió entender el presente de hoy, con el pasado vía Vietnam. De cómo este Insomnio Mundial, y sus recomendaciones de sobrevivencia en los países nórdicos, o bálticos, al final deban entender que lo único que les queda es “apretar cachete” por si acaso.

Rebobino. Este delirio apocalíptico que redacto, comenzó como algo hilarante: cuando la TV me atacó un 9 de noviembre de 1989, con la caída del Muro de Berlín. Cuando un par de meses después, amigo Diego, me cuenta que él estuvo allí en esos días. Cuatro días antes estaba en una fiesta y que acababa de conocer al compañero Erich Honecker, el Presidente del Consejo de Estado de la República Democrática Alemana. Me cuenta que era buena gente, y además tenía un yerno chileno, y que le gustaban mucho las empanadas de pino. Y que la RDA siempre existiría. Y mi amigo, que era un fans del comunismo científico alemán —por todas las incorrectas y locas razones que quieras adivinar— se sintió conmovido porque el jefe del Estado Comunista era un Obrero/Presidente. [Lo mismo al revés hoy: un Millonario/Presidente]. Que a Erich Honecker le gustaba darse un Casillero del Diablo etiqueta negra, compartiendo con jóvenes de las juventudes comunistas latinoamericanas. Pero mi amigo me dijo que algo presentía, que las cosas no andaban tan bien en la RDA. Que ubicuamente él sabía que no era parte de su ámbito. «Que al final, él no estaba en la política», se dijo él, y me dijo a mí.

Foto Yanko Farias.

Cinco días después El Muro de Berlín se cayó. 

La luz al amanecer.  Dos años después, mi amigo y yo bebemos cerveza en Buenos Aires. Después se va a vivir a Las Vegas, Estados Unidos, a trabajar al Chase Manhattan Bank. Me confiesa que se mueve por puro instinto. Que todo le parece muy interesante. Que no hay nada que le sea indiferente. Y me hace una advertencia: “hay que saber bien el marxismo, sobretodo en la carrera de economía. Esto me ha convertido en un patólogo del sistema de mercado”. A mi amigo la izquierda latinoamericana lo odia, pero sus métodos y análisis han sido bien tomados en Wall Street. Esto es importante en el poco y nada interesante tiempos políticos de hoy. De intereses e instintos. Y de la desopilante y paranoica influencia mundial de Estados Unidos como eje diplomático y estabilizador de un mundo sin paz. Donde no se sabe si es hasta preferible las indecisiones de Biden, o sentirse obligado a escuchar las decisiones de Trump. Porque pocos saben qué pasará a partir de enero 20 de 2025. Y llegará esa fecha, y Trump anunciará su gobierno con explosivas leyes para acortar camino con todo el  poder del Capitolio. Como Cómodo, después de dar por muerto a Gladiator, y no sé si también en Gladiator II.

Al final esta nota solo pretende asomarse a la realidad de nuestra historia real. De cómo un muro de Berlín cambió ciertas cosas, de cómo el marxismo económico dio resultados al mundo de las finanzas, para ser estudiado por los arqueólogos del futuro. Pero cómo sabemos, del pasado rara vez se aprende algo.

Ahora mismo no tengo agua caliente en el calefón, y siento el eco de Good Morning Vietnam, y el muro gira al revés.

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