Por Jaime Richart
Entre unas cosas y otras:
– la crisis económica que ha percutido la crisis social causada por el mayor enriquecimiento de los dueños del dinero a secas y por los que se han apropiado o han dilapidado el dinero público;
– la virtual defenestración de la débil y debilitada izquierda oficial a su vez derechizada, afín a la monarquía y proclive a mantener el statu quo que, aun de manera irrisoria, de algún modo le favorece en el reparto del poder político;
– el desvanecimiento y el papel semidecorativo de la izquierda real en los parlamentos;
– la desaparición traumática, para aviso a navegantes, de un juez controvertido pero que trabajó en favor de lo que pueden considerarse causas sociales y en general de izquierda;
– la justicia de los estamentos superiores desvergonzadamente involucionada… si es que no lo fue siempre;
– la desaparición, por el momento, de “Público”, el único diario oficial de izquierdas, a la que seguirá la caída de las empresas asociadas asimismo a la progresía aun descafeinada de Globomedia, Prisa, etc,, y con ello emisoras de radio y canales de televisión de vocación izquierdista o dotadas simplemente de conciencia social;
– la contundencia empleada por las policías regidas por las instituciones de la derecha en las manifestaciones de protesta que tienen lugar y augura tiempos aún peores;
– los privilegios de las castas dominantes que chocan frontalmente con la depauperación paulatina de la clase trabajadora y en general de las clases desfavorecidas;
– el triste papel de los sindicatos en todo este caótico estado de cosas;
– la desigualdad galopante y el ahondamiento en la misma;
– la mayoría absoluta de la ultraderecha, prácticamente en el parlamento y en la inmensa mayoría de ayuntamientos y autonomías…
– las corrientes de opinión reducidas a la corriente de opinión de los medios afines a la mayoría absoluta de la ideología dominante.
Todo ello en conjunto constituye el mapa político, económico y social de un país con la cáscara de una democracia burguesa y la pulpa de una dictadura virtual; una dictadura constituida no por un dictador sino por varios repartidos por todos los estamentos políticos, económicos, empresariales y judiciales. Sin hablar del peso que sigue teniendo la Iglesia católica…
España es diferente de los demás países europeos. Mil cosas y percepciones lo atestiguan. Pero siempre diferente por la distancia entre la crudeza, incivilidad y abusos del poder de los que la dominan habitualmente, y la precariedad y debilidad de los siempre sometidos y zarandeados por la prepotencia y privilegios medievales de los otros, descarados o solapados cada vez con más cinismo. Y la que nos espera…