La impaciencia democrática

Foto Yanko Farias

› Por El Lector Americano

(Burke, 31 de enero de 2025)

La  victoria de Donald Trump a puesto en evidencia el deterioro de la política como herramienta para construir alternativas democráticas en base a la ampliación de derechos. Y esto se refuerza con un dato no menor, y que aparece en los análisis del perfil de los votantes que votaron al millonario: la suma de votos a Trump —para desequilibrio de las empresas encuestadoras— del voto de jóvenes y la población “clase media” latina. Estos dos núcleos coinciden en el desprecio por la política como tal, en ambos segmentos, y los últimos, latinos, deciden “perder la memoria” desde donde vienen y adónde van.

Pero el caso de los latinos que se sumaron al discurso del republicano sobre el cierre de fronteras y el rechazo a quienes pretenden —desde países en crisis— llegar hasta Estados Unidos para salir adelante, alcanza por mucho para una terapia psicológica de grupo y más.

Es importante destacar este tipo de conducta política en los nuevos latinos votantes por Trump. Digo esto, pues en su discurso anti migratorio, muchos, cientos de ellos, son los mismos que no hace mucho tiempo violaron las mismas fronteras y también fueron ilegales. Ellos, o sus antepasados recientes pueden dar cuenta de eso. Yo conozco unos cuántos latinoamericanos, y cuando escucho hablar despectivamente de sus compatriotas pobres de Venezuela, realmente dan vergüenza.

¿Este es el discrimen positivo entre marrones y los teñidos que son hoy la clase media latina de los cojones?  Sabemos que son también los que se molestan por el aumento de la inseguridad en algunos Estados, culpando a los inmigrantes por la portación de cara asociada a la pobreza.

Tampoco no sé si esto que expresó importa —característica muy particular del momento político no solo norteamericano sino también mundial— son argumentos que lleve a la comprensión del otro. Lo que sí estoy seguro, es que la base electoral que se construyó este nuevo gobierno de Trump, se sustenta sobre la base de mentiras, o las llamadas fake news. Hasta hace cinco o diez años, las Fakes, dejaron de ser argumentos aisladas o en circunstancias específicas. Hoy, sobretodo desde la anti-política, la construcción de la mentira como una verdad absoluta forma parte de una estrategia comunicacional que dejó muy atrás la verdad de los hechos. E incluso, durante toda la campaña —y fundamentalmente en el último tramo de su campaña— Trump “denunció” —sin evidencia alguna— que si no resultaba ganador es porque seguramente habría un fraude. Poco importó si esto era verdad, especulación o mentira. En este escenario donde la política dejó de ser una herramienta de debate de ideas y propuestas, de construcción colectiva en búsqueda de consensos, de la ampliación del sentido de ciudadanía, la comunicación, sobretodo en las plataformas digitales, solo se apoya en las mentiras y en las emociones frustradas. El tema es que los votantes toman decisiones sobre esa base de falsedades.

Foto Yanko Farias.

Conservadurismo al palo

Y ni que hablar de la ola conservadora, anti derechos, que hasta niega la evidencia del cambio climático y sus consecuencias se consolida y se expande por el mundo. Esto, de ninguna manera, lo podemos leer como un triunfo del negacionismo o de una involución. Esto solo lo podemos leer como una falla ética y moral de las mayorías desencantadas por un modo de hacer política que no es coherente. Las matanzas en Gaza, la guerra obtusa en Ucrania, y las matanza —otra vez— en Beirut, tres acciones bélicas apoyada por Joe Biden, es una anomalía como ejemplo de la decadencia de legitimidad del poder político. El sistema democrático, que utiliza mecanismos institucionales para constituirse, hoy se construye —y se desconstruye— en base al individualismo rampante, y al convencimiento de que cada uno se salva sólo, sin importar quién está a su lado. Esto de la certeza del “vale todo”… para llegar a la deseada clase media, a tener billete y al poder absoluto, para obtener logros personales, nos da cuenta de la decadencia democrática sin velos. Y este tipo de accionar también tiene una suerte de paralelismo con muchos países latinoamericanos, pero claro, si hablas de esto los tipos de acá, y los de Latinoamérica, lo entienden como una bajada de precio de la gran democracia estadounidense. Pero por lo que vemos desde la Argentina de Milei, El Salvador de Bukele, el Brasil de ayer de Bolsonaro, parece que todo indica que fue al revés.

Por eso es bueno hacerse una pregunta que, en mi caso, me lo estoy haciendo cada cinco minutos desde este 20 de enero de 2025.

¿Qué celebran los votantes del ultra conservador Donald Trump?

¿Festejan su coincidencia de estilo, la utilización de la mentira permanente como argumento, y la agresión a las minorías sexuales y latinoamericanas como método?

¿O lo único que les importa es el planteo proteccionista que tendrá de ahora en más la economía de Estados Unidos que implica un aumento de costos en todo orden de c la economía doméstica? ¿Es para festejar tener a los empleados públicos del Departamento de Estado con las nalgas  en la mano por posibles despidos?  ¿O es qué la internacional del liberalismo a ultranza podría llegar a ser un bastión realmente ideológico, pero de choque con el mundo democrático y evidentemente capitalista?

Foto Yanko Farias.

Digo esto último, y claro está, y me doy cuenta que la crueldad y la mentira es por sí misma una ideología.

O bien, al final lo único que importa es el billete, y que nadie va andar preguntándose qué pito les está pasando a los habitantes de este país (con papeles por supuesto), porque mirar… mirarse al espejo, siempre incomoda.

Para cerrar este texto, cito un texto de Humberto Maturana, un biólogo y filósofo que habló mucho sobre la democracia y su crisis: «Uno de los problemas más nefasto de la democracia, es cuando aparece la discriminación, porque la democracia busca el equilibrio social a través de la figura del ciudadano; pues bien, cuando se quiebra el equilibrio, aparece la inequidad. Pues bien, estos dos elementos: discriminación e inequidad, generan que aflore la deshonestidad dentro del sistema democrático, con el ciudadano, con la construcción de una nación, un país para todos».

 

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