La presencia

Por Nechi Dorado

No sé si es hombre o mujer, tampoco sé si es bestia. Sólo imagino su odio encarnizado y sus ansias de sed, incontrolables.

La presencia, diré, saciaba su gula encadenando flores, salpicando horizontes, arrancando mañanas en aborto feroz de madrugadas.

Cabalgaba sobre nubes de odio desatando tempestades y dejando su semilla germinada convirtiendo al mundo en un tormento.

Aniquiló historias arrancando hojas de las que serían las páginas futuras.

¡O agregando hojas, tal vez!

¿Quién no te dice que algún ayer derrumbado vuelva a renacer de sus cenizas?

Con paso firme, la presencia, lanzaba rayos de odio iluminando el confín donde algún arco iris descolorido agonizaba su brillo, taponado por vómitos de humo. De momento.

Pese a tanto, hay algo que no pudo esa presencia intangible pero viva.

Lejos de su cueva abominable algo indicaba que la historia aún no había terminado.

Nechi Dorado escribe desde Buenos Aires, Argentina.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos Relacionados