Por Luis Beatón
El sueño americano atraviesa por un mal momento, aseguran hoy expertos al tratar de separar la realidad del mito.
David Madland, director del American Worker Proyect del grupo de reflexión Center for Americain Progress, considera que el quimérico objetivo se volvió más difícil de alcanzar ahora para las grandes masas que en otros tiempos.
Mucha gente polemiza sobre si «los dados están cargados y los ricos sólo trabajan para su propio enriquecimiento», una de las críticas que alimenta al llamado movimiento de los indignados, el cual desde el 17 de septiembre de 2011 recorre con su mensaje Estados Unidos denunciando la inequidad del sistema.
Los ejemplos que ponen en duda la legitimidad del más vendido mensaje de los gobiernos estadounidenses no resisten hoy el más ligero análisis, tal como indican estadísticas de pobreza, desempleo e inmigración, ejemplos que contrarían la apología del mensaje.
Cerca de ocho millones de niños viven en áreas con altos niveles de pobreza en Estados Unidos, reveló una investigación estadística realizada por instituciones de este país norteño.
La organización Children Now y la Fundación Annie E. Cassey precisan que por lo menos el 30 por ciento de los afectados con ese flagelo están por debajo del límite de la pobreza, con ingresos de unos 22 mil dólares anuales para una familia promedio de cuatro personas.
Más de un millón del total de los afectados residen en localidades del estado de California, en especial en la ciudad de Fresno, con un 43 por ciento de infantes en situación de penuria.
Según la pesquisa, la cifra es superior a la registrada entre las dependencias federales de Arizona, Nueva York y Massachussets, juntas.
En otro ejemplo, el movimiento de indignados de Estados Unidos se pronunció recientemente en una acción global denominada «Ocupemos Nuestro Suministro Alimentario», para hacer frente al control corporativo sobre esos productos de primera necesidad.
Los organizadores de la iniciativa coincidieron en que grandes corporaciones agroindustriales como Cargill, Monsanto, ADM y Dupont mantienen el control de los sistemas de alimentos y, para revertir esa situación, es necesario acudir a todo el poder de la colectividad mundial.
Inspirados en el tema Crea/Resiste, miles de personas de los grupos Ocupemos Oakland y Ocupemos Wall Street desafiaron al régimen que promueve ganancias sobre la salud, y que no deja de ser parte del sueño.
Para estos grupos, en un país donde no hay justicia social, y donde los más ricos acaparan la riqueza, pensar en el denominado sueño es algo quimérico y cada vez menos alcanzable.
Por otra parte, las esperanzas a fin de alcanzar esos objetivos de bonanza y presumible bienestar, cada vez se sitúan más lejos para los más de 11 millones de personas indocumentadas que viven en el país, según estadísticas oficiales.
Pese a la propaganda oficial, muy presente hoy en la campaña electoral a fin de elegir al presidente estadounidense en noviembre, el llamado sueño americano se encuentra para muchos distante.
El abismo entre ricos y pobres en Estados Unidos es ahora más amplio que en años anteriores, pese al mensaje anual sobre el estado de la Unión del presidente Barack Obama, en el cual pide trabajar por la justicia social.
La propaganda sobre el mito del sueño americano plantea que cualquiera que trabaje duro podría alcanzar el bienestar de la clase media, con una casa y al menos un automóvil por familia pero, ahora, ese sector poblacional, vitrina del sistema, está en crisis.
Tanto es así que muchos de sus miembros integran hoy el ejército de cerca de 13 millones de desempleados existentes en el país, según informes del Departamento de Trabajo.
Muchos miembros de la clase media también se encuentran ahora formando parte de los millones de personas conocidas como «homeless» o sin techos, un resultado de la crisis que afecta a los estadounidenses.
Al respecto, estudios plantean que los ingresos netos de los más pobres, un quinto de la población, aumentaron apenas un nueve por ciento entre 1979 y 2004, mientras que los ingresos de los más ricos subieron un 69 por ciento, e incluso hasta un 176 por ciento para el uno por ciento de las personas con las mayores fortunas.
Estas estadísticas indican que el «sueño americano» fue creado para los ricos. Un estudio de la Brookings Institution y Pew Charitable Trust señala que entre 1978 y 2005, las ganancias de los ricos se multiplicaron por 35, para alcanzar 262 veces más que el promedio de los trabajadores.
Algunos expertos señalan que las claves para llegar al éxito en la escala social -un título universitario, los ahorros y vivir en un buen barrio-, dejaron de servir de medidor para el añorado sueño.
Esto es mucho peor aún para las minorías, en especial para los latinos que ven en el norte el paraíso, la tierra del ensueño y otros calificativos, los cuales no son más que cantos de sirenas.
Eso lo pueden afirmar todos aquellos que son afectados por las leyes estatales antiinmigrantes, creadoras de un ambiente hostil contra los hispanos, a los cuales muchos políticos le endilgan los calificativos más peyorativos, que reafirman que el «sueño americano» no es más que un mito.
Fuente: Prensa Latina/ARGENPRESS.Info