Las religiones son una fuerza de paz

CIUDAD DEL VATICANO (VIS).-El Papa recibió las cartas credenciales de los nuevos embajadores de Dinamarca, Hans Klingenberg; Uganda, Francis K. Butagira; Sudán, Sulieman Mohamad Mustafa; Kenia, Elkanah Odembo; Kazakistán, Mukhtar B. Tileuberdi; Bangladesh, Abdul Hannan; Finlandia, Alpo Rusi; y Letonia, Einars Semanis, con ocasión de la presentación de sus cartas credenciales.

En el discurso dirigido a los diplomáticos, el Santo Padre se refirió a la necesidad de «una justa relación entre el ser humano y la creación donde vive y obra». En este contexto subrayó la responsabilidad ante el medio ambiente debido a que su «degradación continua es una amenaza directa para la supervivencia del hombre y para su desarrollo; y corre el riesgo de amenazar directamente la paz entre las personas y los pueblos».

Benedicto XVI alentó a las autoridades políticas de los países que representan los nuevos embajadores, y de todas las naciones, a «reforzar no solo su acción a favor de la salvaguardia del medio ambiente, sino también -ya que el problema no puede ser afrontado únicamente a nivel de cada país-, a ser una fuerza de proposición y un acicate para lograr unos acuerdos internacionales apremiantes que sean útiles y justos para todos».

Tras poner de relieve la importancia de una «reconversión o modificación del modelo de desarrollo actual de nuestras sociedades», el Papa dijo que «la Iglesia propone que este cambio profundo (…) se oriente a la noción de desarrollo integral de la persona humana».

El Santo Padre afirmó que «si es verdad que en la historia, las religiones han sido a menudo un factor de conflictos, sin embargo, también es verdad que las religiones vividas según su esencia profunda han sido y son una fuerza de reconciliación y de paz. En este momento histórico, las religiones también deben buscar a través del diálogo franco y sincero el camino de la purificación para corresponder cada vez más a su verdadera vocación».

«La coexistencia pacífica de las diferentes religiones en cada nación, a veces es difícil. Más que un problema político -continuó-, esta coexistencia también es un problema religioso que se plantea dentro de cada una de esta tradiciones. Cada creyente está llamado a interrogar a Dios sobre Su voluntad a propósito de cada situación humana».

«Para el hombre de fe o el hombre de buena voluntad, la resolución de los conflictos humanos, así como la delicada cohabitación de las diferentes expresiones religiosas, se puede transformar en una coexistencia humana en un orden pleno de bondad y de sabiduría cuyo, origen y dinamismo se encuentran en Dios. Esta coexistencia en el respeto de la naturaleza de las cosas y de su sabiduría inherente que viene de Dios -la tranquillitas ordinis- se llama paz».

El Santo Padre señaló que «la paz tan deseada no nacerá sino de la acción conjunta del individuo, que descubre su verdadera naturaleza en Dios, y de los responsables de las sociedades civiles y religiosas que -respetando la dignidad y la fe de cada uno- sepan reconocer y dar a la religión su noble y auténtico papel de realización y perfeccionamiento de la persona humana. Se trata de una recomposición global, a la vez temporal y espiritual, que permita un nuevo arranque hacia la paz que Dios desea universal».

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