Lic. Benjamín Cuéllar. Foto cortesía LPG
Redacción ML Noticias
Entrevista con el Lic. Benjamín Cuéllar politólogo y exdirector del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad José Simeón Cañas (UCA) en El Salvador, durante su reciente visita a la región metropolitana de Washington.
¿Cuál es el caso o los casos que en esta ocasión lo han hecho visitar el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional, CEJIL?
—Al Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) no fui recientemente por el trámite de casos concretos sino por ser miembro de su Consejo de Directores, al cual pertenezco desde hace más de tres décadas. Los casos por los que acabo de estar en Estados Unidos de América fueron los que debía gestionar en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, cuyas peticiones fueron presentadas hace ya varios años, son los del glorioso rector de la Universidad de El Salvador ‒Félix Ulloa, el grande‒ y de nuestro poeta nacional: Roque Dalton. Asimismo, muy especialmente, del de la niña Katya Natalia Miranda Jiménez.
Tengo entendido que usted cuenta con una larga experiencia en la defensa de los derechos humanos de los salvadoreños, incluso desde la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). ¿Qué es lo que más le satisface haber logrado en ese campo a través de su participación?
—Haber acompañado a numerosas víctimas demandantes de verdad, justicia y reparación de antes, durante y después de la guerra. Eso está ligado indisolublemente a la creación del Festival VERDAD y el Tribunal internacional para la aplicación de la justicia restaurativa en El Salvador, durante las más de dos décadas que fui director del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas en El Salvador. También haber derrotado en el 2016 la indecente e impresentable amnistía general, absoluta, incondicional y violadora de todos los estándares internacionales en la materia, después de más de 23 años de lucha decidida e inclaudicable. Hay muchas más experiencias satisfactorias durante todo ese trayecto de mi vida al servicio de las personas cuya dignidad fue y es pisoteada; dignidad que, independientemente de los gobernantes de turno, por siempre deberá ser reivindicada porque nunca debió ser mancillada.
También, ¿cuál desde su punto de vista sigue siendo una aspiración que no se ha hecho realidad, ya sea por el poco apoyo de los gobiernos y en particular el gobierno actual, que ya cumple varios años de haber implementado el régimen de excepción?
—Precisamente esto último mencionado en la respuesta anterior: el respeto de la dignidad de unas mayorías populares maltratadas históricamente por la maldad de las minorías privilegiadas de nuestro país. Y ese es, precisamente, el gran desafío comprometedor para quienes de verdad ‒no solo para el pose y la foto‒, se piensan y se sienten personas y agrupaciones comprometidas con esta amorosa causa.
Después de que el presidente Bukele anunciara hace más de una semana que El Salvador tiene potencialmente los depósitos de oro con mayor densidad por kilómetro cuadrado en el mundo, ¿considera usted que ya es un hecho que la Asamblea Legislativa derogará la ley que prohíbe la minería en su país y qué sigue después?
—Bukele ya confirmó que derogará la prohibición de la minería, y sus incondicionales en la Asamblea Legislativa continuarán haciendo lo mismo que hasta ahora han hecho: obedecer sus dictatoriales mandatos. No hay vuelta de hoja, ¿sí? Si no la volteamos…
¿La minería pondría en riesgo los derechos fundamentales de la población, exponiendo al país a enfrentar de nuevo litigios internacionales como los que ha tenido en el pasado?
—Sí, sobre todo en un país como el nuestro, adonde la minería no solo arriesga sino que vulnera directamente los derechos fundamentales de las mayorías populares. No de toda la población, porque hay quienes viven en burbujas de poder sin riesgos ni alteraciones a su realmente buen pasar, que nunca ha alcanzado a superar el mal común de aquellas. Sí desde nuestra gente que permanece, quién sabe cómo, en el abajo y el adentro de un país hundido en la desigualdad generada por el conflicto entre la riqueza injuriosa y la pobreza insultante.
¿Considera usted que el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA (CIDH) y otras organizaciones regionales están haciendo lo suficiente, para disminuir los abusos a los derechos humanos de gobiernos como los de Nayib Bukele, Daniel Ortega y Nicolás Maduro?
—Ni CEJIL, a cuyo Consejo de Directores pertenezco desde hace algún buen tiempo, ni la CIDH ni nadie más que la salvadoreñidad pisoteada en sus derechos le parará el carro a las perversidades de Bukele. Así deberá pasar, en su momento con Ortega y Maduro. Pero eso hay que hacerlo desde abajo y de adentro del sufrimiento, para salir de este definitivamente.
av.-