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Por Jacob Borjas*
En este tiempo y espacio estamos atravesando como pueblos hermanos del mundo una coyuntura histórica, con el punto de quiebre y la reconfiguración geopolítica mundial.
Estados Unidos inició una nueva era de tiranía en la región.
Se trata de doblegar gobiernos progresistas en América Latina, someterlos mediante el desprestigio de bloqueos y sanciones, injerencias geopolíticas intervencionistas.
Quizás algunos no se han dado cuenta todavía que Estados Unidos nos ha declarado la guerra. Guerra híbrida de baja intensidad.
El gobierno de México está sufriendo el desprestigio y una campaña sistemática acusado de ser un narcoestado por parte de Estados Unidos, al Igual que Venezuela.

Cuba sigue bajo el bloqueo económico mundial capitalista y neoliberal salvaje.
Desgraciadamente, aquellos latinos hijos y nietos de migrantes que hoy son senadores y alcaldes, funcionarios del gobierno de Estados Unidos, estén atentando en contra de sus propios pueblos, sigue siendo la maldición de Malinche.
La disputa y confrontación directa de Estados Unidos y la OTAN en contra de China, Rusia, los BRICS, están generando condiciones para la tercera guerra mundial.
Ya Ucrania es el campo de batalla donde Estados Unidos y la OTAN se enfrentan directamente a Rusia.
Rusia les está ganando la guerra y esto representa la pérdida de la hegemonía del dólar y del control del poder mundial, que por casi dos siglos impuso el imperialismo Yankee y sus aliados.
En América Latina tenemos una marcada división de gobiernos títeres, mascotas y gendarmes obedientes a los intereses de las transnacionales armamentistas, tecnológicas financieras, alimentarias, farmacéuticas, mediáticas, energéticas, petroleras.
Estados Unidos, con las deportaciones masivas pretende provocar una crisis humanitaria sin precedentes, alguno para derrocar mandatarios opositores progresistas; crear crisis política, económica y social.
Aún no hemos podido lograr la integración en un solo bloque económico, político y social de la patria grande: sueños de los integracionistas Bolívar y Francisco Morazán.
Sí no logramos lo antes posible adelantarnos a los cambios profundos de este siglo, podríamos desaparecer como países y pueblos erradicados uno por uno.
En conclusión, la única alternativa es unificar América Latina y convertirnos en una potencia económica mundial. Tenemos recursos naturales y territorios, riqueza, bosques, reservas naturales, ríos, mares, oro y plata, uranio, yacimientos de petróleo y gas natural, uranio, tierras raras, rubíes, diamantes, acero, aluminio, cobre, litio, bronce, níquel, carbón, agua.
Tenemos tierras para el cultivo de alimentos y ganadería, gente brillante e inteligente, nuestra población es joven y talentosa.
Tenemos todas las condiciones para salir de los niveles de pobreza y miseria desigual y falta de oportunidades.
Nuestro norte es el Sur.
*Jacob Bojas es un dirigente del Partido Libre en Honduras.