La Organización de Estados Americanos (OEA) se reúne este viernes para analizar la crisis en Honduras en medio de divisiones por el reconocimiento a los comicios del domingo pasado que se realizaron sin un retorno a la democracia tras el golpe del 28 de junio.
La OEA se abstuvo de observar los comicios en los que resultó ganador Porfirio Lobo, del Partido Nacional, y sufrió una estrepitosa derrota el Partido Liberal, al que pertenecen el presidente de facto Roberto Micheletti y el depuesto mandatario Manuel Zelaya.
La unidad que mostró la institución interamericana para expulsar a Honduras a pocos días del golpe se ha fracturado por la decisión de algunos de sus miembros, como Estados Unidos, Perú, Panamá, Costa Rica y Colombia, de reconocer las elecciones.
El nuevo subsecretario de Estado para Asuntos Hemisféricos, Arturo Valenzuela, se mostró “decepcionado” por la decisión del Congreso hondureño de restituir a Zelaya, pero dijo que esa decisión fue “abierta y transparente” en el marco del Acuerdo de Tegucigalpa-San José.
Tras las elecciones y la decisión del Congreso, los siguientes pasos del acuerdo suscrito por Zelaya y Micheletti será la conformación de un gobierno de unidad nacional y la creación de una comisión de la verdad que investigue abusos a los derechos humanos.
Sin embargo, la mayoría de países rechaza los comicios, incluyendo a los gigantes de la región, Brasil y Argentina, así como a los miembros de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que incluye Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y países caribeños.
El camino es largo para que Honduras se reinserte a la OEA, que le facilitaría el acceso a créditos de organismos multilaterales como el Banco Interamericano (BID) y su participación en diferentes foros regionales.
Estados Unidos, que tardó para declarar oficialmente como “golpe militar” la expulsión de Zelaya en pijamas de su propio país, podría proceder a un levantamiento de las sanciones en caso de que considere acertados los pasos del virtual presidente electo Lobo hacia la reconciliación nacional.
Retóricamente, muchos dirían que los “ganadores” de una pronta salida a la crisis hondureña sería el propio pueblo hondureño.
En caso de que Lobo logre un mayor reconocimiento internacional, que podría incluir a México y Canadá, uno de los “ganadores” sería al senador republicano Jim DeMint, que levantó su obstrucción de la confirmación de Valenzuela luego de que el gobierno de Barack Obama le prometiera reconocer las elecciones sin importar el retorno de Zelaya, de acuerdo con declaraciones a la agencia Notimex del analista del Instituto Cato, Carlos Hidalgo.
Entre “perdedores” figurarían Zelaya que limitó su libertad de acción al refugiarse en la Embajada de Brasil en Tegucigalpa y suscribir un acuerdo que no especificaba su restitución, la ALBA que perdió a un potencial aliado en Honduras, la OEA que se debilitó por las “deserciones” en sus filas y Brasil que perdió su liderazgo al empantanarse en la crisis.
La lección para la OEA es una profunda autocrítica y reforma interna para evitar los constantes cuestionamientos de quienes afirman que “no hace nada”, “es irrelevante” y que solo envía comunicados expresando su preocupación por tal o cual crisis, pero sin las herramientas para hacer valer sus decisiones que no permiten la disensión sino el consenso absoluto.
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