Papa reflexiona sobre el sufrimiento

CIUDAD DEL VATICANO (VIS).- La semana pasada se hizo público el mensaje del Papa con motivo de la XVIII Jornada Mundial del Enfermo, que se celebrará el 11 de febrero de 2010, memoria de Nuestra Señora de Lourdes, en la basílica vaticana.

Al recordar que este año coincide con el XXV aniversario de la institución del Pontificio Consejo para la Pastoral Sanitaria, el Santo Padre expresa el deseo de que este hecho “sea una ocasión para un empuje apostólico más generoso al servicio de los enfermos y de los que cuidan de ellos”.

“El sufrimiento humano obtiene sentido y plenitud de luz en el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo”, escribe Benedicto XVI. “El Señor Jesús, en la Última Cena, antes de volver al Padre, lavó los pies a los apóstoles, anticipando el supremo acto de amor de la Cruz. Con este gesto invitó a sus discípulos a entrar en su misma lógica del amor que se dona especialmente a los más pequeños y necesitados. Siguiendo su ejemplo, cada cristiano está llamado a revivir, en contextos distintos y siempre nuevos, la parábola del Buen Samaritano”.

El Papa escribe que Jesús “nos exhorta a curar las heridas del cuerpo y del espíritu de tantos hermanos y hermanas nuestros que encontramos por las vías del mundo; nos ayuda a comprender que, con la gracia de Dios acogida y vivida cotidianamente, la experiencia de la enfermedad y del sufrimiento puede ser una escuela de esperanza”.

“En el actual momento histórico-cultural -continúa- se advierte aún más la exigencia de una presencia eclesial atenta y extensa junto a los enfermos, así como una presencia en la sociedad capaz de transmitir de manera eficaz los valores evangélicos que tutelen la vida humana en todas las etapas, desde su concepción hasta su fin natural”.

El Santo Padre agradece “de todo corazón a las personas que cada día “realizan un servicio a los que están enfermos y los que sufren, con el fin de que el apostolado de la misericordia de Dios, al que se dedican, responda cada vez mejor a las nuevas exigencias”.

En este Año Sacerdotal, Benedicto XVI se dirige a los presbíteros, “ministros de los enfermos”, “signo e instrumento de la compasión de Cristo, que debe llegar a cada ser humano marcado por el sufrimiento”. En este contexto, invita a los sacerdotes a “no ahorrar energías en procurarles atención y consuelo. El tiempo transcurrido junto a quien sufre es fecundo de gracia para todas las otras dimensiones de la pastoral”.

“Me dirijo finalmente a vosotros, queridos enfermos -concluye-, y os pido que recéis y ofrezcáis vuestros sufrimientos por los sacerdotes, para que puedan mantenerse fieles a su vocación y su ministerio sea rico de frutos espirituales, en beneficio de toda la Iglesia”.

VISVIS

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