Pietro Lombardo: visión completa de la doctrina cristiana

Lombardo, de familia modesta, estudió en Bolonia, Reims y París, donde desde 1140 fue profesor en la prestigiosa escuela de Notre-Dame. En 1159, casi al final de su vida, fue nombrado obispo de París.

El Papa explicó que la gran aportación del teólogo fue la de haber recogido, además del texto bíblico, el pensamiento de los grandes Padres de la Iglesia y de otros notables pensadores cristianos, «disponiendo todo en un cuadro sistemático y armonioso».

«Efectivamente, una de las características de la teología -prosiguió- es organizar de forma unitaria y ordenada el patrimonio de la fe» porque así «las diversas verdades que contiene se iluminan recíprocamente, (…) ofreciendo una visión de la armonía del plan de Dios y la centralidad del misterio de Cristo».

Benedicto XVI invitó después a todos los teólogos y sacerdotes a tener siempre presente «la visión completa de la doctrina cristiana ante el riesgo de fragmentación y de subestimación en la verdad de nuestros días. El Catecismo de la Iglesia Católica, al igual que su Compendio, nos presentan el marco completo de la Revelación cristiana». El Papa alentó asimismo a «todos los fieles y a las comunidades cristianas a servirse de esas herramientas para conocer y profundizar el contenido de nuestra fe».

Otro aspecto fundamental de la obra de Pietro Lombardo es su visión de la «esencia de los sacramentos», que son «causa de la gracia» y tienen «la capacidad de comunicar realmente la vida divina». «Los teólogos sucesivos -dijo el Santo Padre- no abandonarán esta visión y utilizarán también la distinción entre elemento material y elemento formal que introdujo el «Maestro de las Sentencias», como fue apodado Pietro Lombardo».

«El elemento material es la realidad sensible y visible; el formal lo representan las palabras que pronuncia el ministro. Ambos son esenciales para una celebración completa y válida de los sacramentos».

«Es importante reconocer qué preciosa e indispensable es la vida sacramental para cada cristiano», observó el Santo Padre, que exhortó en este Año Sacerdotal a «los sacerdotes, sobre todo a los ministros que se ocupan de las almas, a tener ellos mismos en primer lugar una intensa vida sacramental para ayudar a los fieles».

«La celebración de los sacramentos debe caracterizarse por la dignidad y la compostura, debe favorecer el recogimiento personal y la participación comunitaria, el sentido de la presencia de Dios y el fervor misionero».

«Los sacramentos -concluyó el pontífice- son el gran tesoro de la Iglesia y todos tenemos el deber de celebrarlos con fruto espiritual. En ellos, un acontecimiento siempre sorprendente toca nuestra vida: Cristo, a través de los signos visibles, nos sale al encuentro, nos purifica, nos transforma y nos hace participar en su amistad divina».

Al final, el Santo Padre felicitó el Nuevo Año, manifestando el deseo de que la amistad de Jesucristo sea cada día «luz y guía» para todos.

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