Por Guillermo Henao
No creo que este sol el mismo sol
o porque esté parado esté sin pies.
No es culpa tuya
el que no te pudieras perder en un adiós.
Ya sabes que tu espejo
no se trueca ni se trunca,
y hoy hace qué, casi ocho días,
sin ver que tu astro abra tu cielo.
Hoy hace, sí, cuántos espejos
sin ver qué has hecho tus reflejos.
Hoy hace sombras,
hoy hace lo que quieras,
hoy hace sólo tú.
Quizás te hayas sub ido hasta tu fondo
hasta tu fuego,
quizás hayas prendido
un grito en tus cabellos.
Recuerda
-qué vas a recordar-
aquel en contra miento
en pleno sol de leche.
¿Hacia adónde tus son
risas –estábamos en lucha-
fue hacia ti?
Desde entonces las orejas más claras,
-las consignas, agudas-,
más es pesa la lluvia.
Salgocorrromeaus-culto,
ausculto
el aire no medido
siento
los pitos de los carros policiales
oigo
cómo sudan las máquinas
no veo
que te hayas respirado
ignoro,
ignoro siempre en dónde estás.
Qué puedo digerir o dirigir de hoy más o puedo o-ir
sino que una aspersión, mas quién es él.
En fin, a esta hora de canícula
abrasan nuevamente las sirenas,
agitan el des-canso.
En esta hora
tengo que decirte cuándo,
cuándo andarás al fin en cuál sendero.
Guillermo Henao escribe desde Medellín, Colombia