El venezolano encargado de revivir al mítico Cosmos de Nueva York

Foto Getty/BBC.
Foto Getty/BBC.

Por Thomas Sparrow
Un venezolano de 42 años tiene la responsabilidad de devolverle el prestigio al que alguna vez fue considerado «el equipo más glamoroso del fútbol mundial».
Se trata de Giovanni Savarese y es el director técnico del Cosmos de Nueva York, un club que alcanzó proporciones casi míticas y que el fin de semana pasado regresó a las canchas tras 29 años de silencio.
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Lo hizo con una victoria, en un estadio de Long Island y ante más de 10.000 hinchas, pero sin toda la magia que lo rodeó entre 1975 y 1984, cuando en sus filas brillaron los brasileños Pelé y Carlos Alberto o el alemán Franz Beckenbauer.
De esa época queda hoy poco: un cúmulo de recuerdos, una marca que sigue siendo reconocida por los amantes del fútbol y el apoyo de algunas de sus figuras históricas.
Hoy, sin contrataciones fulgurantes, sin rastro de las inversiones millonarias que marcaron las épocas de gloria, lejos de las asistencias récord de otrora, y ni siquiera en la primera división de Estados Unidos, el equipo que dirige Savarese tiene una segunda vida radicalmente distinta.
Pero eso no impide al venezolano apuntar alto: él quiere que el Cosmos vuelva a ser protagonista.
Así se lo dijo repetidamente a BBC Mundo, con quien habló desde Nueva York.
«Que aprendamos un poco de Londres»
Foto AP/BBC.
El primer partido del Cosmos de Nueva York terminó n victoria sobre los Strikers de Fort Lauderdale. Foto AP/BBC.

Savarese conoce la historia de su equipo y no duda en afirmar que, a pesar del lapso de tres décadas en que desapareció de las canchas, el nombre del club sigue siendo grande.
«Ahora queremos asegurarnos -dice- de que la parte futbolística también sea respetada y crezca».
Pero nadie augura que sea una labor fácil para este hombre nacido en Caracas, que realizó la mayor parte de su carrera en Estados Unidos.
Su grupo de jugadores -muchos de ellos jóvenes originarios de América Latina- apenas se conocía hace unos meses y, para dejar una huella, primero debe escalar la segunda división estadounidense, la NASL.
Y ni siquiera eso, si lo logra, le asegura el éxito en una ciudad donde ya juegan los Red Bulls -con estrellas como Thierry Henry- y donde está previsto que llegue el NYFC, una apuesta millonaria de Manchester City y los Yankees.
Muchos dudan que Nueva York tenga capacidad para albergar tres equipos de fútbol de primer nivel, pero no Savarese.
«Que aprendamos un poco de Londres», pide.
«Le va a hacer bien (a la ciudad), pues mientras más competencia cree, más dará para hablar y más se incentiva a la gente a formar parte de algo».
Pero para que ocurra eso, para que Nueva York soporte tres clubes de fútbol o para que la ciudad vibre con el Cosmos como ocurría en los años 70, todavía faltan muchos minutos de juego.
Dejo de nostalgia
Aunque en términos prácticos, el Cosmos versión 2013 sólo se parece a su antecesor en el nombre, todavía es palpable cierto dejo de nostalgia, en especial gracias a la presencia de Pelé.
 
El futbolista brasileño, campeón del mundo en tres ocasiones, se volvió a poner la camiseta del club, pero esta vez como presidente honorario, un gesto que ha llevado a muchos a recordar las épocas gloriosas del Cosmos.
En los años 70 y principios de los 80, el club de la Gran Manzana invirtió grandes sumas de dinero para traer a varias estrellas del fútbol mundial, algunas de las cuales estaban ya al final de sus carreras.
Además de Pelé, también fueron contratados su compatriota Carlos Alberto, el alemán Franz Beckenbauer, el holandés Johann Neeskens, el italiano Giorgio Chinaglia y los paraguayos Julio César Romero y Roberto Cabañas.
Dos grandes se enfrentaron en EE.UU.: George Best y Pelé.
Y con ellos llegaron los triunfos deportivos, una marca comercial fuerte (que incluso sobrevivió al club), varios equipos que copiaron la estrategia y una pasión desconocida por el fútbol en un país que hasta entonces había sido un bastión de resistencia al popular deporte.
Es diciente que el promedio de asistencia del Cosmos en 1974 fue de 3.578, según consta en la página de la FIFA. Tres años más tarde, la participación llegó a los cielos: un partido con Pelé y Beckenbauer congregó a 77.691 personas.
El Cosmos, con la reputación de sus jugadores y los bolsillos holgados de su dueño, el presidente de Warner Steve Ross, había pasado de ser irrelevante a volverse un emblema, a ser mucho más que un club de fútbol.
Sus jugadores se convirtieron en estrellas para el público local y viajar con ellos era, según dijo uno de sus dirigentes, «como viajar con los Rolling Stones».
Su misma página web recuerda el pasado así: era «un equipo legendario de chicos malos de la era del rock and roll, leyendas del fútbol y campeones, que jugaron y festejaron juntos hasta 1985».
Ese año, el Cosmos desapareció. No hubo festejos. El ritmo no pudo mantenerse a largo plazo y como escribió la FIFA, la liga «eventual e inevitablemente colapsó bajo el peso del superclub de Nueva York».
De esa época hoy quedan los recuerdos, y de eso es consciente el venezolano Savarese.
«Es lo lindo del Cosmos», dice. «No hay un momento fantástico sino demasiados para contar».
«Poder compartir y sentarte con Pelé y Carlos Alberto o con otras grandes figuras para analizar tu equipo, para hablar de lo que ellos esperan, para hablar de fútbol, eso no ocurre todos los días».
Indudablemente, Savarese tiene la razón.
Contexto
 
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Fuente: BBC Mundo

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