La desigualdad es el reto

Por Teresa Gurza.

Mientras en México nos preguntamos si por falsamente declarar muerto al Chayo le crecerá a Felipe Calderón la nariz por mentiroso, en Chile tomó posesión nuevamente Michelle Bachelet advirtiendo que acabar con la desigualdad, será el reto de su gobierno; y se estrenó anunciando dos bonos anuales a los más pobres y creando el Consejo de la Infancia.

Chile es un país donde ni en las peores pesadillas se ve la corrupción que existe en México.

Corrupción que entre miles de situaciones más, permitió la libertad del Chapo, la no captura del Chayo, y la falta de controles de todo tipo que llevaron al fraude de más de 25 mil millones de pesos en Oceonografía y a que hoy nos salgan conque tras funcionar 16 meses, la línea doce del Metro debe cerrar porque los rieles no coinciden con los trenes.

En Chile, esta semana luego de cuatro años de gobierno de centro-derecha regresó al poder la centro-izquierda con la socialista Bachelet, que prometió un gobierno de diálogo; pidió generosidad y unidad para lograr lo antes posible, educación gratuita y de calidad y aseguró que ahora sí, reformará los sistemas educativo y tributario y cambiará la Constitución heredada de la dictadura.

Al colocarle la banda presidencial, la senadora Isabel Allende rindió homenaje a su padre el presidente Salvador Allende Gossens, derrocado por Pinochet en septiembre de 1973, “y a todos los que lucharon por recuperar la democracia»; y recalcó que por primera vez en forma simultánea, dos mujeres ocupan los más importantes cargos del Estado chileno.

Símbolo de la presidencia en ese país del Cono Sur es, además de la banda, la condecoración llamada piocha de O’Higgins porque la usó El Libertador; y aunque la actual es una réplica de la original, perdida durante los bombardeos a la Moneda en el golpe militar de 1973, quedó bien fija a la banda de Bachelet; lo que según las creencias populares, indica tendrá buen gobierno.

Pero desde ahora se ve que no será fácil; ya surgió el primer problema y vino de alumnos de secundaria que protestaron declarando que seguirán movilizándose y no se dejarán engañar por la nueva administración.

«Lo único que puede generar cambios es la presión social», dijo apoyándolos, el ex dirigente estudiantil y hoy diputado Giorgio Jackson.

Y hay enojo en la derecha, porque como es natural el gobierno entrante está despidiendo a gente del anterior para contratar  la suya y eso ha causado fuertes críticas de los partidos que apoyaron a Piñera; enojos que Bachelet atajó, argumentando que sus ministros tienen derecho a trabajar con quienes estén de acuerdo con su proyecto.

Recuerdo bien porque entonces vivía yo en Chile, cuando el 11 de marzo del 2010 cuando Bachelet pasó el poder a Piñera justo en medio de una larga y fuerte réplica del terremoto del 27 de febrero del 2010; lo que hizo correr a algunas de las personalidades presentes, en tanto que el príncipe Felipe de España miraba aterrado el balanceo de las lámparas del salón principal del Congreso, ubicado en Valparaíso.

Cuatro años después, días antes de que Piñera entregara el poder a Bachelet, se registraron multitud de sismos medianos que parecían anticipar otro mayor, que finalmente no ocurrió; pero el terremoto, estaba presente en las mentes de todos.

«Recibimos un país estancado y terremoteado y lo entregamos reconstruido… entregamos un Chile mejor que hace cuatro años y nos vamos con la alegría del deber cumplido», dijo Piñera momentos antes de irse a su casa manejando su coche como un ciudadano más.

Algo imposible de pensar que pudiera suceder en México; donde nuestros ex, corren a otros países y siguen gozando de choferes y empleados pagados por todos.

También al revés de lo que acá pasa, Piñera no se enriqueció como presidente; al contrario, perdió casi dos millones de dólares en esos cuatro años, porque tuvo que deshacerse de autos y empresas.

Pero entre otras propiedades, sigue siendo dueño del parque Tentauco; un maravilloso lugar situado en la Isla de Chiloé y donde pasará este fin de semana con sus colaboradores festejando con curanto, comida típica de la isla que como nuestra barbacoa se cocina en un hoyo; pero lleva carne de puerco, mariscos y papas.

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