Aparecen y desaparecen

Por  Teresa Gurza.

Marzo y abril y los primeros días de mayo de este año, han sido de terremotos y temblores en Chile, Nicaragua, Nueva Papua, México, Canadá, Tailandia y Tonga; y hubo hasta un temblorcito de poco más de tres grados en Inglaterra, algo totalmente inusual en esa zona.

Los sismos que todos tememos, no sólo causan terror, muertes, y destrucción; provocan también, el nacimiento o la desaparición de islas.

Como sucedió el pasado noviembre con Nijima, un islote del archipiélago de Bonin ubicado mil kilómetros al sur de Tokio, que surgió en el Océano Pacífico del material expulsado por un volcán submarino y que por acumulación de sus sucesivas explosiones, creció tanto que se tragó a la islita vecina.

No es la primera vez que aparecen islas como de la nada; y tampoco que se pierdan en el mar.

Espejismos, creencias en demonios e ignorancia, han forjado leyendas alrededor de muchas islas que estuvieron en los mapas durante siglos, y hoy nadie encuentra; o al revés.

La isla Sandy, por ejemplo, fue registrada en 2012 en Google Maps, pero no existía en documentos oficiales.

Y en cambio ya no existe la isla Hy Brasil, incluida en mapas del siglo XVIII por los cartógrafos Gerardus Mercator y Abraham Ortelius; y que se dijo aparecía un solo día cada siete años entre la niebla de las costas irlandesas.

Muchos siglos antes, en el año 325 antes de Cristo, el navegante Pyhteas salió desde la actual Marsella hacia el Atlántico rumbo al norte, y encontró además de lo que conocemos hoy como Gran Bretaña, una pequeña isla que bautizó como Thule.

La misma que en el año 100 también antes de Cristo, el matemático y geógrafo Ptolomeo incluyó en su atlas; y que también apareció en los registros traducidos por eruditos florentinos de principios del 1400 y hasta el siglo XVII; pero actualmente se ignora que isla era.

Otra isla perdida es la Buss, descubierta en 1576 por los capitanes Martin Frobisher y James Newton en travesía por Asia; y quienes le dieron posición geográfica y la describieron como “llena de frutas y bosques”.

Desaparecidas están así mismo, las islas San Brendan y del Paraíso, que se decía tenían naturaleza exuberante; y estaban en mapas desde la Edad Media hasta el siglo XVII.

Lo mismo sucedió a la isla de Frisia, descubierta por los hermanos Antonio y Nicolo Zeno conocidos por navegar el Atlántico Norte alrededor del año 1400;  y que supuestamente quedaba a medio camino entre el noroeste de Noruega y Escocia.

Otras islas misteriosas son las Nimrod, encontradas durante exploraciones en el Pacífico Sur en busca de minerales y madera y de un lugar para hacer escala entre América del Sur y Australia y que nadie ha vuelto a encontrar.

En uno de esos viajes, el capitán William Elliot avistó en 1821 la isla Esmeralda; y siete años después, la vio John King Davis capitán del Nimrod; pero en 1940, se declaró inexistente y producto de espejismos comunes en las regiones polares.

Víctima también de los espejismos del hielo, fue el explorador estadounidense Robert Peary; quien en 1906 afirmó haber visto una gran masa de tierra en el área de la isla de Ellesmere, en el Ártico y la bautizó como Tierra de Crocker.

Pensando que habría ahí nuevos animales, plantas e incluso seres humanos adaptados a difíciles condiciones, Estados Unidos envió en 1913 una expedición al mando de Donald Baxter MacMillan del Museo Americano de Historia Natural; pero las condiciones climáticas lo obligaron a regresar al campamento base; logrando solamente un registro fotográfico de los lugareños Inuit, quienes insistieron que no existía ninguna masa de tierra en las cercanías.

Y en 1720, en la frontera de EE.UU. y Canadá, el Lago Superior tenía dos islas que fueron bautizadas en honor al secretario de la Marina Francesa Louis Phélypeaux, conde de Pontchartrain.

Fue exacta su ubicación en cientos de mapas de la época, el problema es que había que registrarlas; y como no se pudo, un siglo después, en 1820 fueron declaradas oficialmente inexistentes.

Y en los mitos no podían faltar islas supuestamente habitadas por demonios; como la Satanazes y La Isla de los Demonios de Terranova.

Artículos Relacionados

  • Uvalde, un año después de la tragedia

  • Operadores de estafa aceptan ser permanentemente excluidos de la industria

  • Dejen de empeorar la reconciliación