El silencioso Darién, el tapón invencible de la carretera Panamericana

Foto: BBC.
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Extendiéndose desde Alaska hasta la punta sur de Argentina, la carretera Panamericana ostenta el récord como la ruta transitable más larga del mundo, gracias a sus 48.000 km de longitud. Sin embargo, hay una barrera –un bosque tropical silvestre– que ha resultado infranqueable para los viajeros durante siglos.

Los exploradores siempre se han sentido atraídos al Tapón del Darién, pero en la mayoría de los casos los resultados han sido desastrosos. Los colonizadores españoles fundaron su primer asentamiento continental en América en ese lugar en 1510, pero 14 años más tarde fue incendiado por las tribus indígenas.

De muchas formas, la zona sigue siendo tan agreste hoy como lo era en la época de la Conquista.

«Si la historia hubiese seguido su curso habitual, el Darién debería ser hoy en día una de las zonas más pobladas en América, pero no lo es», dice Rick Morales, un panameño propietario de Jungle Treks, una de las escasas compañías de turismo de aventura que operan en la región.

«Eso es increíble, si se toma en cuenta que estamos en el siglo XXI, en un país que recibe con los brazos abiertos la tecnología y es famoso por conectar océanos, culturas y el comercio mundial».

Los primeros

 

Yaviza, en Panamá (arriba) está a un lado de la barrera natural. Al otro está Turbo, en Colombia. Foto: Getty/BBC.
Yaviza, en Panamá (arriba) está a un lado de la barrera natural. Al otro está Turbo, en Colombia. Foto: Getty/BBC.

La reserva natural se extiende desde el norte hasta la costa sur de Panamá, desde el Atlántico hasta el Pacífico. Tiene entre 100 y 160 km de longitud y la única forma de rodearlo es por mar.

Después de lo sucedido con los conquistadores, a los escoceses también les fue mal. Tras fundar un asentamiento comercial costero en 1698, la mayoría de los nuevos colonizadores perecieron a causa de las enfermedades y de los ataques de los españoles. La aventura le hizo perder a Escocia tanta riqueza como para comprometer su independencia menos de una década más tarde, cuando el país optó por firmar el Tratado de la Unión con Inglaterra.

Fue apenas en 1960 que el Tapón del Darién fue atravesado en auto, en un Land Rover apodado la «Cucaracha Cariñosa» y un Jeep. El cruce tomó casi cinco meses a un promedio de apenas 200 metros por hora.

El equipo incluyó a la muy destacada antropóloga Reina Aráuza y su esposo, el cartógrafo Amado Aráuz. Abriendo una ruta prácticamente a mano a través de la jungla, vadearon cientos de ríos y arroyos, improvisando puentes con troncos de palmas que no siempre sirvieron su propósito. Su investigación posteriormente ayudó a proclamar al Parque Nacional Darién como lugar de Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO.

Doce años más tarde, un reconocido explorador británico, el coronel John Blashford-Snell, lideró un equipo de 60 personas en Range Rovers a completar el recorrido por carretera desde Alaska hasta Cabo de Hornos, vía el Tapón del Darién. Esta corta sección de la ruta fue descrita por Blashford-Snell como el desafío más grande de su carrera.

 

En 1972 John Blashford-Snell's atravesó el Darién. Foto: BBC.
En 1972 John Blashford-Snell’s atravesó el Darién.
Foto: BBC.

La temporada de lluvias llegó temprano y dejó a los vehículos atascados en el barro. «Algo tenía que ceder y fueron los ejes traseros», relata el explorador. «Explotaron como bombas con esquirlas saliendo del suelo».

Un mes después, componentes rediseñados de autos fueron lanzados en paracaídas. Más tarde, los vehículos fueron colocados en balsas inflables hechas a la medida para cruzar la intricada zona del vasto pantanal Atrato. Finalmente, lo lograron, aunque la mitad del equipo tuvo que desistir tras sufrir pie de trinchera, fiebres y otros males.

Por agua

Medio siglo más tarde, el número de travesías en auto exitosas se pueden contar con los dedos de las dos manos.

En estos días, los traficantes de drogas armados son un peligro tan grande como las letales víboras de la región.

Quienes deseen ingresar a la reserva natural se tienen que registrar por adelantado con el Servicio Nacional de Fronteras (Senafront), la policía de fronteras de Panamá, que controla el acceso con múltiples puestos de control a lo largo de la carretera Panamericana. En estos puestos, los documentos son verificados una y otra vez. En cualquier punto un viajero puede recibir órdenes de devolverse.

En el pueblo fronterizo de Yaviza, la carretera llega a su fin, pero no así los asentamientos. Los ríos son las vías para continuar con pequeñas lanchas a motor y canoas que prestan un servicio caro y poco frecuente, el cual a menudo debe coincidir con las mareas del océano. El destino, para quienes intentan seguir al sur por carretera, es el pueblo de Turbo en Colombia.

Algunos misioneros han desaparecido en el interior y otros, incluyendo a los buscadores de orquídeas Tom Hart Dyke y Pauld Winder, fueron secuestrados.

De cualquier forma, para los conservacionistas adentrarse en el Tapón aún vale la pena. Darién es un lugar clave que contiene una de las mayores diversidades genéticas del planeta.

Seguridad temporal

Acompañado de otros ocho colegas y estudiantes, Ruediger Krahe, de la Universidad McGill de Canadá, recientemente se dirigió a Peña Bijagual para estudiar a la frágil ánguila, un pez que utiliza señales eléctricas para navegación y comunicación. El pueblo de chozas, que estaba a 45 minutos en canoas de motor desde Yaviza, era la perfecta base para los investigadores.

 

Un indígena emberá atraviesa el río Mogué. Foto: BBC.
Un indígena emberá atraviesa el río Mogué. Foto: BBC.

Sus anfitriones, los Emberá, garantizaron la seguridad e incluso les ofrecieron una especialidad culinaria que los investigadores sólo habían podido estudiar: la macara, un pez eléctrico de un metro de longitud.

«No sentimos súper seguros allá», dice Krahe. «Fue un lugar increíble…nuestro mejor campamento».

Pero este año, el caserío ya no existía. En marzo, un grupo de forasteros armados invadió Peña Bijagual. Se produjo un enfrentamiento a disparos con integrantes del Senafront, que dejó como saldo un asaltante muerto y varios policías heridos. Cinco meses más tarde los aldeanos no han regresado.

Traficantes en tierra firme

El problema con el tráfico de drogas ha ido aumentado a medida que se ha incrementado el patrullaje marítimo, empujando a ese comercio ilícito tierra adentro.

El comisionado Frank Ábrego director general de Senafront, dice que los traficantes surgieron de remanentes de los carteles colombianos de la droga y los grupos guerrilleros desmovilizados.

Esos grupos emplean a la gente local, en su mayoría indígenas, como guardias o guías, algo que angustia a Trino Quintana, cacique regional o jefe de la Comarca Emberá, un territorio indígena semiautónomo.

Parte del asunto, sostiene, es que el aislamiento reduce las oportunidades de trabajo y el comercio. «Así que vienen los narcotraficantes», apunta. «Ellos le ofrecen considerables sumas de dinero a nuestros jóvenes para trabajar».

Paraíso amenazado

 

Foto: BBC.
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Pero de tanto en tanto, el sueño de completar la carretera Panamericana reaparece.

La última vez fue hace una década, por iniciativa del entonces presidente de Colombia, Álvaro Uribe, quien anticipó un boom en el comercio a medida que menguara el conflicto entre el gobierno y las guerrillas.

Sin embargo, Panamá conjuntamente con Estados Unidos y las poblaciones indígenas locales tienen una variedad de objeciones.

Una carretera representaría una amenaza para las culturas indígenas, aceleraría la deforestación y permitiría la propagación de enfermedades, tales como la fiebre aftosa, hacia América del Norte.

La destrucción de los bosques tropicales ya es evidente en ruta a Yaviza. En abril la venta de cocobolo fue suspendida en Panamá después de descubrirse que, en gran parte, estaba siendo transportada desde fuentes ilegales y principalmente desde el Darién. El valor de la codiciada madera ha sido valorado en US$2.000 por metro cúbico.

«Lo peor que le puede pasar al Darién sería que terminen la autovía que cruza el Tapón del Darién», sostiene Michael J Ryan, un biólogo de la Univesidad de Texas, quien estudia a los anfibios amenazados por el hongo quítrido en el Parque Nacional Darién

«Los leñadores seguirán la carretera, los bosques se caerán y enormes zonas del paraíso se perderán para siempre».

Foto: BBC.
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