Por Ramón Jiménez
La activista María Guardado, quien en la década de los años 80 sobrevivió las crueles torturas de los escuadrones de la muerte durante la Guerra Civil en El Salvador, falleció este sábado en Los Ángeles, California tras luchar contra cáncer en el cólon. Tenía 81 años de edad.
A pesar de su avanzada edad —y en los últimos años su grave dolencia— a esta incansable mujer se le podía ver en todo tipo de protestas y manifestaciones junto a otras personas, ya sea frente al Capitolio o la Casa Blanca en Washington, D.C. , para denunciar lo que ellos consideraban “intromisión” del gobierno estadounidense en turno en los asuntos internos de los países latinoamericanos, particularmente los gobiernos de los presidentes Reagan y Bush (padre e hijo) y en menor escala otras administraciones.
La multimillonaria ayuda estadounidense durante los doce años de Guerra Civil en El Salvador (1980-1992) causó más 75 mil muertos, unos 8 mil desaparecidos y miles de millones de dólares en pérdidas materiales, que según dijo en esa ocasión “fueron en parte la causa para la migración masiva de sus compatriotas a territorio estadounidense”, que en la actualidad sobrepasan los dos millones.
Solamente en el área de Washington viven más de 500 mil salvadoreños según datos de la Embajada y el Consulado General de ese país en esta capital.
Guardado también se desplazaba hasta Atlanta, Georgia donde a gritos pedían el cierre de la Escuela de las Américas, que para los manifestantes y organismos defensores de los derechos humanos, era donde muchos militares latinoamericanos recibían instrucciones tenebrosas, que luego las ponían en práctica en contra de los pueblos de sus países.
Muchos de esos militares fueron elegidos presidentes de la república o en altos cargos dentro del ejército y cuyo poder lo ejercían para cometer atrocidades en flagrante violación de los derechos humanos.
Guardado, originaria de la ciudad de San Miguel, en el oriente salvadoreño, ofrecía conferencias de prensa y foros públicos en prestigiosas universidades tanto de California como en otras importantes ciudades de Estados Unidos.
En Washington fue recibida en la American University, donde testificó con lujo de detalles, todo el sufrimiento al que fue sometida durante su cautiverio por parte de grupos militares, que cometían “terrorismo de Estado».
Quienes conocieron a Guardado ahora lamentan su muerte, ya que el activismo pierde a una de sus voces más representativas.
“Estoy dolido, pero a la vez fortalecido porque esta compa nunca traicionó la revolución. Fue revolucionaria hasta la muerte. Junto nos curamos las heridas en México, que los escuadrones de la muerte nos hicieron”, recordó el también activista y víctima de las torturas Frankie Flores.
“Dicen que a los revolucionarios no se les entierra; se les siembra en la tierra para que den cosecha; y María Guardado empezó a dar cosecha en vida. Los que mueren por la vida, no pueden llamarse muertos”, apuntó Flores a través de un comunicado en Facebook.
Con la muerte de Guardado ya son tres mujeres que pierde el activismo salvadoreño e internacional, ya que en 2007 fallecieron María Julia Hernández, gran defensora de los derechos humanos en su país; y Rufina Amaya, quien fue testigo presencial y sobreviviente de la masacre de El Mozote, ocurrida en 1981, donde murieron alrededor de mil mujeres, ancianos y niños, incluyendo a sus pequeños hijos a manos del ejército.
El escritor Mario Escobar, quien también vive en Los Angeles, California y es testigo del duro trabajo que María Guardado realizó por largos años dedica un poema en memoria de la fallecida activista.
Requiem
María Guardado
eres la tinta auxiliar
el filo del horizonte
donde el cipitío
guarda sus máscaras.
Ser
de otro hemisferio
donde las sombras
dominan
el íntimo ritmo
de la sangre
y la voz
se desorienta
en el trance
de los cadejos.
El día en que te conocí
supuse
por tu aroma
de café y orégano
que en el borde
de tus arrugas
llevas un país lejano
que te ciñe
el azul marino
de tu mirada
y rompe
el arcoiris de tu beso.
Y ahora que suena la chicharra
María entra a la memoria
enfrenta
confronta
y escapa
el contrato
de los contrasentidos
de la lisiada historia
detenida
en Pico Union
hogar de ojos sedientos
revoloteando
en el papel
donde corre
la tinta.
-Mario Escobar 2015
* El autor usa algunos nombres que son parte del folklore propiamente salvadoreño (cipitío, cadejo).