Por Teresa Gurza
Pensé que no había leído bien o no había entendido la nota y tuve que releerla para confirmar lo que efectivamente decía: que en México hay 266 mil 990 trabajadores en condiciones de esclavitud.
Creí también que no había comprendido el artículo que da cuenta de la crueldad con la que actuaron cinco menores de 15 años, entre ellos dos niñas de 13 y 12 años, al torturar y asesinar de 27 puñaladas a Christopher Raymundo Márquez Mora de seis años de edad, a quien “jugando” al secuestro, apedrearon, apuñalaron y luego enterraron en Chihuahua.
Sin conocer todavía este espantoso caso, había dado ya la voz de alerta el Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas sobre el daño que se ha hecho a la infancia en México, la impunidad en que quedan los crímenes contra menores y el maltrato y abuso que sufren en las escuelas; donde son víctimas de tortura, tratos crueles y degradantes, castigo corporal, acoso escolar y abuso sexual.
«Sabemos, dijo la ONU, que México es uno de los más importantes productores de pornografía infantil” y pidieron al gobierno informar sobre casos de pederastia clerical y los procesos penales contra los responsables.
Desgraciadamente estas tres notas son sobre sucesos ciertos; e indican el grado de descomposición a que hemos llegado como sociedad.
De la primera de ellas me enteré por la revista Etcétera, publicación que precisa que de acuerdo con el último Índice Global de Esclavitud elaborado con cifras de 2014 por la Walk Free Foundation de Estados Unidos, en México existen 266 mil 900 trabajadores trabajando en condiciones de esclavitud; y que ocupamos el cuarto lugar en esclavitud en América; solo por debajo Haiti, Suriname y Guyana.
Etcétera agregó que el rescate de una muchacha sometida a situación laboral de esclavitud, que se hizo en una tintorería de la Delegación Tlalpan “es solo la punta del iceberg de un problema mucho más grande”; en el que se incluye, “la utilización de niños en actividades relacionadas con el narcotráfico”.
Pero no fueron estos, los únicos hechos alarmantes de la semana.
Lo son así mismo, la absolución al exgobernador de Tabasco Granier, detenido por lo que se dijo era “lavado” de 35 millones de pesos; porque eso revela o que la PGR falló nuevamente en fundamentar bien y legalmente sus casos y no pudo comprobar que los recursos procedieran del erario o fueran ilícitos; o que hay complicidad y otra vez queda impune un funcionario corrupto.
El que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, o sea todos los mexicanos, deba pagar a China Railway y socios 20 millones de pesos por la cancelación del tren a Querétaro; y el que la misma dependencia, haya minimizado el fracaso ocurrido con el cohete Centenario y los costos que por ello tendremos que pagar.
El que tras cuatro años y cuatro mil millones de pesos gastados, la empresa GAMI haya entregado por fin la sede del Senado pero no se podrá usar el helipuerto; y el que se esté pagando con dinero fiscal, los coñaquitos que se beben los señores senadores.
El que los gobernadores salientes de Nuevo León, Sonora, Colima, Michoacán y Campeche, estén dejando a sus estados endeudados por más de 42 mil 101 millones de pesos, sin que se les hagan cargos.
El que el partido Verde siga invirtiendo en multas que al final de cuentas nos cuestan a todos, pero que tras las elecciones le reportarán millones de pesos en ganancias, únicamente a sus dueños.
Guardando las proporciones, considero dato también relevante para saber cómo andamos, el que tan solo en seis cuadras de la calle de Madero del Centro Histórico de nuestra capital, estén pegados 84 mil chicles tirados ahí por los que pasan.
Y finalmente me pregunto ¿Qué habrá en los genes de los Calderón, que les impide mantenerse calladitos?
El tío Felipe no se cansa de meterse donde puede, aunque no lo llamen y por hacerlo se lleve descontones como el que le hace días le aplicó El Bronco; y ahora el sobrino Esteban Calderón, hijo de 21 años de Luisa María Calderón, declaró sin que viniera al caso: “las niñas del PRI se verían mejor sin ‘Chon’” refiriéndose al candidato priísta Chon Orihuela, adversario de su madre al gobierno de Michoacán, exponiéndose a que le pregunten si él no se vería mejor sin la Cocoa.