Ni al baño pueden ir

Por Teresa Gurza

Aún sin haber sido electo Donald Trump, los mexicanos que laboran en granjas avícolas gringas son maltratados con prohibiciones hasta de ir al baño, en horarios de trabajo.

La denuncia fue hecha por la filial norteamericana de la ONG Oxfam, a través de un cable de la Agencia France Press que reprodujo Emol, la edición virtual de El Mercurio de Chile.

Y precisa, que quienes trabajan en empresas como Tyson Foods, Pilgrim Pride, Perdue Farms y Sanderson Farms, deben usar pañales; porque son obligados a orinar y defecar en la línea de producción.

Hace unos 25 años como reportera de La Jornada hice un reportaje, que por cierto obtuvo varios premios, luego de recorrer durante un mes poblados y ciudades cercanas a Los Ángeles y San Francisco; como Planada, San José, Merced, Redwood City y muchos más, buscando saber cómo vivían y en qué trabajaban, los michoacanos que se iban a Estados Unidos en busca de mejor porvenir.

Y es que la situación en Michoacán era tan mala, que prácticamente una cuarta parte de su población había tenido que emigrar “al norte”; donde los que llegaron primero crearon “redes”, para recibir a parientes y amigos, en tanto encontraban empleo que les permitiera pagar arrendamiento y alimentación.

Los pueblos de la entidad quedaban vacíos de hombres y en cada vez más, de mujeres jóvenes; y había localidades llenas solo de viejos y niños, porque hasta los adolescentes “cogían camino”; y los entrevistados me decían, que si quería ver a alguien de Aguililla, por ejemplo, debía ir a Redwood City.

“Somos la avanzada para reconquistar lo que los gringos nos quitaron con sus guerras o invasiones” me dijeron varias veces, orgullosos de que crecía en California el número de paleterías La Michoacana, los locales de venta de carnitas Uruapan, y las pequeñas fondas Lindo Michoacán, y dolidos “porque en muchas partes cuando nosotros llegamos, huyeron los misters”

Y el sheriff de Redwood City me comentó que más de la mitad de la gente del condado eran michoacanos, “de conducta intachable”.

Los hombres laboraban como jardineros, obreros agrícolas, albañiles y rufieros, como les decían a los colocadores de alfombras y techos, roof en inglés; y las mujeres, como sirvientas en casas, meseras en pequeños restaurantes de coreanos o chinos y dependientas en tiendas.

Pero, con todo y que sus condiciones de vida eran mejores que en sus pueblos, no eran del todo buenas; y peores aún, para quienes trabajaban en granjas de “turquis” (pavos) y ranchos lecheros, donde los ordeñadores pasaban semanas con las manos ensangrentadas, hasta que se les hacían callos.

Pero por lo visto, la situación de respeto a sus derechos no ha mejorado en las más de dos décadas pasadas desde mi visita; pese a que ellos son parte determinante en la economía de California, una de las primeras del mundo.

Porque ahora Oxfam informa, de las condiciones en que trabajan los alrededor de 250 mil compatriotas, que laboran en granjas avícolas; “donde castigos y amenazas de despido, son parte del trato que reciben cuando solicitan ir al baño”.

Asienta el cable que por miedo a perder el trabajo los mexicanos arriesgan hasta su salud, “porque luchan para lidiar con una necesidad humana básica; y deben orinar y defecar parados en la línea de producción; porque usan pañales para trabajar».

El informe de Oxfam agrega, que para evitar sentir ganas de orinar “beben niveles peligrosamente bajos de líquidos, soportando dolores y malestares y con el riesgo de sufrir graves problemas de salud”

Y las cosas no son mejores en Alabama, donde una encuesta hecha a 266 obreros agrícolas por el Centro Legal sobre Pobreza en el Sur, encontró que a cerca del 80 por ciento, no se le autorizaba ir al baño cuando lo necesitaba»; o que en Minnesota, donde el 86 por ciento de los entrevistados dijeron que no les permitían ni dos pausas por semana, para ir al baño.

Los testimonios añaden que los capataces, “suelen burlarse, ignorarlos, castigarlos y amenazar con despedirlos, cuando piden los permisos”.

Y cuando los dan son para todos; ocasionando esperas de hasta 10 minutos, aún para las mujeres embarazadas.

Consultadas, la mayoría de las empresas denunciadas se abstuvieron de declarar o de plano, negaron los cargos.

Y sólo en Pilgrim Pride, se comprometieron a investigar y a tomar medidas disciplinarias contra los capataces responsables, en caso de que lo dicho por los trabajadores agredidos fuera cierto.

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