Vierjúrshka y Namibia

Por Teresa Gurza

Decía mi abuelita al ver mujeres con muchos niños, embarazadas y sin ayuda, “no pueden ni con su alma y las cargan más…”
Eso es lo que está pasando a un IMSS desde años sobrecargado y que sin suficientes instalaciones, equipo, médicos, medicinas y enfermeras, tendrá ahora que atender a los cinco millones de estudiantes que por invitación de Peña Nieto se le incorporaron esta semana.

¿Será que los de arriba, no se dan color de lo que pasa?
Vierjúshka llaman los rusos a la élite, y cuando el colapso se avecinaba los de abajo comentaban “la pudrición de los gobiernos, como la del pescado, empieza por la cabeza”.

¿Será que la cabeza de nuestra vierjúshka está tan descompuesta, que ni pensar los deja; como le sucedió a Peña en Canadá, corregido por Obama por no saber usar la palabra “populista”?
¿Cómo se les ocurre pretextando el Brexit, recortar otros 31 mil millones de pesos a educación, salud, prevención del delito, y violencia contra las mujeres?

Es agobiante tener que escribir cada semana casi de lo mismo, pero hay nuevos datos que deben ventilarse.
Por ejemplo, este miércoles el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación denunció que la mitad de las escuelas carecen de agua, electricidad, drenaje, paredes y hasta de pupitres.

¿No que ya habían entendido y cambiarían?
Si así fuera, no darían menos a cuestiones prioritarias que no recibían ni lo indispensable para sus cometidos; ni más, a las siempre crecientes tajadas de organismos electorales, partidos políticos y legisladores.

Si como se dice Lorenzo Córdova estuvo en Londres para presenciar ese referéndum de triste futuro, ojalá haya notado que además del rechazo a los inmigrantes, fue motor del mismo la molestia por los recursos destinados a la carísima y distante burocracia de la Unión Europea en Bruselas y ponga sus barbas a remojar, en lugar de seguir con la exagerada remodelación del INE; que costará mil 87 millones de pesos.
Y ojo con los recortes, porque una nota del jueves 30 en Reforma asegura que en los dos últimos, por 132 mil millones y 31 mil 714 millones de pesos, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) “le pasó la tijera a rubros que ni siquiera tenían presupuesto asignado y a unidades que no existen”. ¿Queeeé?

De verdad me da tristeza, que no seamos como Namibia.
Una nota de Joseph E. Stiglitz y Anya Schffrin en El País semanal, informa los enormes avances que en 25 años ha logrado esta nación de apenas dos millones y medio de personas y hasta hace poco, subdesarrolladísima.

Los autores explican que Namibia, situada entre Angola y Sudáfrica, sufrió muchísimo durante la larga lucha contra el apartheid; pero que a partir de su independencia de Sudáfrica en 1990, y especialmente en los últimos dos años, los esfuerzos gubernamentales se han enfocado en educación y salud con muchos éxitos.

Y pudieron reducir los casos de malaria en un 97 por ciento; los índices de desigualdad en 15 por ciento; la pobreza en más de la mitad, de 69 por ciento en 1993 a menos del 30 en la actualidad y la pobreza extrema de 53, a 23 por ciento.

Además, Reporteros sin Fronteras le otorgó la calificación más alta de África en libertad de prensa; y Transparencia Internacional, le dio excelentes notas en el índice percepción de la corrupción (IPC).

Es precisamente el no ser corruptos, lo que ha ayudado a Namibia a mantener un crecimiento promedio de más del cuatro por ciento de 1991 a 2015, a pesar de la caída en los precios de sus materias primas.
Por supuesto tiene problemas: el desempleo llega al 28 por ciento, el 17 por ciento de la población, es seropositiva y cientos de miles viviendo en zonas aisladas y semidesérticas como recolectores y cazadores nómadas, deben ser integrados a una sociedad moderna sin perder su identidad.

“Namibia, concluyen los articulistas, ha creado una economía diversificada y una sociedad cohesionada; y sorprendentemente, las facciones políticas rivales de la época de la lucha por la libertad del país, se han unido para trabajar por el bien común”.

Y nadie habla ahí, de levantar muros para protegerse de sus vecinos pobres y corruptos, sino que los ayudan; porque entienden que si no pueden escogerlos, lo mejor es cooperar con ellos.

En fin, Namibia muestra que incluso países que comienzan con serias desventajas por situaciones extremas de racismo, colonialismo, desigualdad y subdesarrollo, pueden trazar su camino hacia la prosperidad compartida.
¿Por qué nosotros no hemos podido?

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