Por Teresa Gurza
Quienes tenemos tiempo en el periodismo, sabemos que muchas de las principales noticias son “filtradas”, sobre todo a los columnistas, por políticos que saben que darlas a conocer, sirve a sus intereses; y que otras, salen a flote cuando se ventanean en su afán de no quedar tan mal parados; algo equivalente a, “caigo, pero te jalo conmigo”.
Y este es el caso de las mutuas acusaciones que estamos viendo se hacen dos gobernadores veracruzanos, el recién electo y el que está en funciones.
Miguel Ángel Yunes Linares, quien ganó las elecciones impulsado sobre todo por el PAN, ya no se da abasto para defenderse de las denuncias de corrupción y lavado de dinero, que ha hecho en su contra el aún gobernador Javier Duarte; acusado a su vez por Yunes, de corrupto y que todos sabemos, está metido en el lodo hasta la coronilla.
Prácticamente no hay quien no conozca las hazañas de Duarte; su responsabilidad en asesinatos de periodistas, su negligencia ante los justos reclamos de la Universidad Veracruzana y de la sociedad que dice gobernar y dilapidador de tal forma de los recursos públicos que cuando se vaya, dejará Veracruz endeudado por décadas.
Según informaciones y datos de que se está valiendo Yunes, quien tampoco canta mal las rancheras, Duarte compró en Houston entre 2012 y 2016, cinco mansiones valuadas en cerca de dos millones de dólares; y es que el pobre ha pensado irse a vivir allá descansando tranquilito y rico, tras dejar la gubernatura; y con esos documentos en la mano, presentó el pasado abril 14 denuncias penales contra Duarte; acusándolo de malversación de fondos fiscales en beneficio propio, de familiares y de la red de colaboradores que usó para cometer las ilegalidades.
Ante eso Duarte, que sigue en el poder a pesar que desde hace meses se cree que va a caer, respondió que Yunes carece de calidad moral para hacer acusaciones.
“Es como si lo dijera el Chapo Guzmán”, se burló, añadiendo “él es un hampón, un delincuente, un gánster”.
Y no se quedó en habladas porque esta semana interpuso a su vez, denuncias penales ante la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) de la PGR, responsabilizando a Yunes de comprar inmuebles a través de prestanombres para que no se sepa que ha adquirido 26 terrenos, casas y departamentos en la Ciudad de México, en el puerto de Veracruz y en los municipios de Alvarado, Boca del Río, Coatepec y Jalapa.
Según Duarte, que por experiencia debe saber perfectamente como mastica la iguana, el panista no pudo haber adquirido de forma lícita todos esos bienes con albercas, spas y muelles donde aparcar sus yates; porque dice, no le darían para tanto los salarios recibidos en los cargos que ha ejercido y conjetura que son producto, de “enriquecimiento inexplicable”.
Yunes ha negado los cargos y explicado que él y su esposa tenían cuatro inmuebles en Coatepec; pero que los vendieron en diferentes fechas; y que también vendieron tanto el terreno y las casas que le atribuyen en la Ciudad de México y en Jalapa, como las propiedades de Minatitlán, heredadas por su esposa.
Reconoció sin embargo, que es propietario de varios lotes en un club de golf y que compró para sus hijos dos terrenos “sin valor comercial”.
Que suerte digo yo, ¿Dónde se venderán esos terrenos sin valor comercial, que muchos políticos tienen? ¿O esas mansiones que compran a precios de ganga, a créditos larguísimos y sin intereses y luego pagan de un sopetón?
¿Apuesta usted por alguno de estos dos, que se acusan uno al otro de corrupción?
Bueno, al menos debemos agradecer que lo enconado de su pleito, permita enterarnos de ilícitos que de otra forma permanecerían ocultos; y por fortuna, la investigación que cada uno hizo de los bienes del otro, ha dado a las autoridades material suficiente para investigarlos y en su caso, encarcelarlos. Veremos si eso ocurre.
Y mientras estas danzas de miles de millones, resultado de “desvíos” en cargos públicos, mantiene ocupados al entrante y al saliente, miles de pobres que son siempre los más afectados por lluvias e inundaciones anuales, deben sacar el lodo hediondo de sus viviendas, secar lo poco que les quedó, y caminar con el agua a las rodillas, la cintura o los hombros, para recoger las bolsas que con unos cuantos alimentos, les mandan las autoridades.
Así son las cosas en Veracruz y en todo México.