Pronunciamiento de la Coordinadora Salvadoreña de Movimientos Populares

Es urgente crear “la más amplia alianza ciudadana” contra el autoritarismo, la corrupción y la profundización del neoliberalismo.

Ante la preocupante situación del país, resultante del primer año de un gobierno errático encabezado por un presidente intolerante, autoritario, megalómano y demagogo, las organizaciones sociales aglutinadas en la Coordinadora Salvadoreña de Movimientos Populares, expresamos lo siguiente:

1. Nayib Bukele traicionó a la mayoría de votantes que lo eligió e incumplió su promesa de actuar diferente a sus antecesores. De la expectativa generada por la novedosa llegada de un “presidente milenial” que ofrecía revolucionar la política y el ejercicio del poder público, el país ha pasado al gravísimo peligro de retroceder muy atrás en la historia nacional con un gobierno intransparente, corrupto, confrontativo y antidemocrático que socava la institucionalidad, la separación de poderes y el estado de derecho.

2. En materia democrática, los abusos presidenciales van desde violaciones a la libertad de expresión e información, ataques digitales contra opositores a su planteamiento y acoso mediático a dirigentes y periodistas, hasta el desacato a resoluciones de la Sala de lo Constitucional y el intento de golpe contra la Asamblea Legislativa el pasado 9 de febrero. En un acto que podría considerarse apología de asesinato, sedición y terrorismo, el presidente Bukele dijo en su cadena de radio y televisión del pasado 9 de agosto que “si fuera dictador ya habría mandado a fusilar a los cinco magistrados” que han revertido sus inconstitucionales decretos de emergencia y de apertura gradual de la economía.

3. Una de las acciones presidenciales más temerarias y regresivas ha sido revivir el protagonismo e influencia política de la Fuerza Armada, beligerancia que fue proscrita por los Acuerdos de Paz que pusieron fin a doce años de cruenta guerra civil y a seis décadas del militarismo atroz instaurado tras el genocidio indígenacampesino de 1932. La reforma constitucional derivada de los Acuerdos delimitó la función militar a defender la soberanía nacional y auxiliar a la población en situaciones de desastres.

4. En el plano simbólico, Bukele ha instaurado una narrativa que divide a la población salvadoreña entre buenos y malos. Según esta perspectiva falaz que contraviene la responsabilidad presidencial de promover la armonía social y la convivencia pacífica establecida en el Artículo 168 de la Constitución, los buenos son la gran mayoría (el “97%”) y los malos son una minoría miserable y apátrida integrada por los críticos del gobierno que debe ser combatida y de ser posible eliminarla.

Foto de archivo Teleprensa.sv

 

5. Bukele ha vulnerado el carácter laico y no confesional del Estado salvadoreño, pretende acallar la crítica ciudadana y al periodismo crítico, ha manchado la imagen del país en el exterior y se sometió incondicionalmente a los designios del racista, misógino y troglodita presidente estadounidense Donald Trump.

En sus delirios totalitarios busca controlar el Instituto de Acceso a la Información Pública (IAIP), los sindicatos estatales y espacios de participación como la Asamblea Nacional de Juventudes.

6. Otro aspecto reprobable es el manejo intransparente, irregular y corrupto de los recursos financieros, especialmente durante la emergencia. A pesar del cierre del acceso a la información pública y la negativa gubernamental de rendir cuentas, cada semana diferentes medios de comunicación revelan compras anómalas, contrataciones amañadas, despilfarro del dinero público y otros vicios que violentan la LACAP, la Ley de Ética Gubernamental y otros marcos normativos. Esto da la idea de una corrupción generalizada en el gobierno del presidente que hizo campaña electoral exigiendo a sus antecesores que “devolvieran lo robado”, lo cual es aplicable asimismo.

7. A esto se suma el riesgo de que con una eventual mayoría legislativa en las elecciones de 2021, Bukele y sus secuaces logren consumar todo su “plan dictatorial”, es decir, su estilo de gobierno antidemocrático y neoliberal.

Para eso el propio presidente, valiéndose de su cargo y haciendo campaña adelantada, invita a votar por los partidos que apoyan su gestión (GANA, Nuevas Ideas y CD), para lograr la correlación que permita eliminar el contra peso legislativo, elegir nuevo fiscal y procurador, destituir magistrados y tomar el control de toda el aparato estatal.

8. Con respecto a las políticas económicas, éstas profundizan la lógica neoliberal: privatizaciones en puertos y aeropuerto bajo la modalidad de asocios público-privados heredada de gobiernos anteriores, y privatización encubierta de la Lotería Nacional de Beneficencia; desmantelamiento de programas de protección a sectores vulnerables y menor inversión social; y la estrategia de más endeudamiento que fortalece al sector privado y cuyos préstamos serán pagados por la población consumidora y trabajadora. Esto afectará gravemente a las mayorías populares y capas medias.

9. El gobierno se niega buscar alternativas de ingresos combatiendo la evasión y elusión tributaria, renegociando o suspendiendo temporalmente el pago de la deuda externa, renacionalizando el sistema de pensiones y aprobando una reforma fiscal progresiva donde “paguen más quienes tienen más” mediante impuestos progresivos al patrimonio de los más ricos, la gran ganancia empresarial, los bienes y servicios de lujo, las grandes transferencias financieras y -como sugirió recientemente OXFAM- a las empresas que se han lucrado con la pandemia.

10. En el ámbito ambiental, la crisis del agua golpea a la mayoría de la población urbana y rural, sin que la Administración Bukele presione por la aprobación de la Ley General de Agua, como sí lo hace por préstamos y otros asuntos de su interés, y a nivel territorial se puede constatar que los depredadores ambientales no han estado en cuarentena, pues la destrucción ambiental y los proyectos de muerte continúan. El grave deterioro ecológico será aún más irreversible si el Ejecutivo logra “flexibilizar requisitos y agilizar trámites” de permisos ambientales a través de una propuesta de ley presentada muy discretamente por el Ministerio de Medioambiente y Recursos Naturales (MARN) a la Asamblea.

11. En cuanto a la seguridad pública, donde está el único “logro” de Bukele con la significativa reducción de asesinatos, persisten serias dudas sobre si esto se debe a la supuesta efectividad del cacareado “Plan Control Territorial” o a la existencia de una “nueva tregua” con las pandillas. Mientras tanto aumentaron las desapariciones, las extorsiones y la violencia feminicida se impone frente a la indiferencia, desidia, indolencia e irresponsabilidad gubernamental.

12. Finalmente, el manejo de la pandemia del COVID-19 ha sido desastroso y los responsables tendrán que dar cuentas por las fatales consecuencias, sobre todo por la muerte de personal de salud que no tuvo la protección necesaria: esta omisión gubernamental constituye un crimen que no puede quedar impune. El acierto inicial de tomar medidas de aislamiento social pronto de vino abajo con la cadena de errores en la aplicación de los protocolos sanitarios y otros aspectos claves del manejo de la pandemia, en medio de la cual Bukele ni siquiera logró acuerdos con la Asamblea para aprobar un marco normativo que regule adecuadamente la emergencia y el proceso de apertura de actividades económicas y sociales.

Ante todo lo anterior, como Coordinadora Salvadoreña de Movimientos Populares nos declaramos en resistencia contra el autoritarismo gubernamental y la profundización del neoliberalismo. Así mismo invitamos a todos los sectores democráticos y a toda la población decente, honrada y trabajadora a crear la más amplia alianza ciudadana contra el autoritarismo, la intolerancia, la falta de transparencia, la corrupción, la confrontación y la demagogia. El llamado es, pues, a luchar por el tan anhelado e irrenunciable propósito de un país realmente democrático, equitativo, justo, incluyente, pacífico y sustentable.

San Salvador, 25 de agosto de 2020

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