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Los Aztecas, en su Códice, afirmaban: “Quienes deseen alcanzar prosperidad y fama, deben ofrecer alimento a los dioses por intermedio de sus propios cuerpos”.
Por El Lector Americano
Túnez, 6 de mayo de 2023.- Esto es así, tuve un sueño, de que hoy todo el mundo quiere ser famoso. Muchos quieren ser muy lindos, panza plana y ricos, y también felices o exitosos. También quieren ser conocidos, que los vean, les pongan un dedo para arriba … siempre que asoman la jeta en las redes…famosos. Esa es la ingente verdad. Y la verdad —que como dije es ingente— no da cuenta que es más fácil hacerse famoso que conseguir un trabajo en la carnicería de cerdos de la esquina, o un puesto de trabajo en un parque acuático en el desierto tunecino. Sólo se trata de abandonar toda sutileza e irrumpir —con anteojos negros o sin ellos— en el oliente y rutilante mundo de la fama.
¿Quién no prefiere firmar un autógrafo (en las nalgas de una chica atrevida) antes que besar a la abuelita y tías los domingos a mediodía?
¿Quién no aspira a ser visto metiéndole mano a María —la húmeda—, en un inapropiado y flagrante magreo desesperado, fisgoneado por un paparazzi ingenuo antes que estar en una relación madura que desembocará tarde o temprano en un matrimonio soporífero?
¿Quién no hizo de neurótico o caradura de manual, antes que un ejemplo de conducta moralmente apostólica y romana?
Usted, sí, usted mismo que se sabe genial, ¿para qué simular falsa modestia con sus pulsiones ocultas? Vamos… pruébele a sus amigos, los palitroques y algo “huevones”, cuán ciegos fueron con usted al ningunearlo todos estos años. Y no hablo de talento; hablo de lo que cuenta realmente: darle duro a a mostrarse con los pantalones abajo, y demostrarle a todos aquellos que estuvieron cerca de usted mientras abruptamente iba yendo a la cima.
Tómese cinco segundos y elija una carrera:
¿Es estridente, grosero y desafinado? Pues bien, su futuro está en la música urbana, ¡exacto! ¡Hágase reguetonero ya!…
¿Le gustaba copiarse en el colegio? Sea productor de tv o de Reality Shows.
¿Se enorgullece de haber contagiado venéreas a la mitad de su barrio? Lo suyo es ser estrella de cine, pero del que cuenta historias de sexo, del durísimo, con correas de cuero y eso… por lo que me han contado.
¿Tiene problemas serios con la mitomanía? Querido lector, hágase político y después Presidente, ¿!para qué andar escatimando ambiciones!?
Y ahora, que qué estamos, y porque ha malgastado su valioso tiempo en la trivial espera a que las cosas cambien, vamos a lo importante: los diez pasos hacia la fama.
1) Exagere su persona
Si tiene algunos kilos de más, coma mucho. Si tiene acné, frótese un paquete de maníes por la cara. Si es un político en franco ascenso, haga comentarios racistas, xenófobos, anti géneros y abortos: perderá seguro la primera elección, pero cómo vivimos en un mundo de cambios algo retorcidos, tenga la seguridad que la apreciación de usted cambiará, y a la larga redituarán por usted. Y cámbiese el nombre, Peter, Douglas (y que le digan Dog), Chloe (y que le digan Cló), Mary (y le digan María), ¡por el amor de Dios! (y claro, haga todo lo opuesto de todo lo que solía decir hasta ahora).
2) Autopromociónese
Hágase autobombo de cualquier tontería que esté haciendo. Esfuércese para salir aunque sea en los diarios de vida de sus hijos, en las redes sociales, la nueva TV impúdica. Si esto no alcanza, levántese temprano y recorra el edificio pegando fotos suyas en los postes de su zona donde vive, y salude a todos que se le crucen en el camino. Póngale una cucaracha a su propia comida en un restaurante, y después de cagarle la vida al dueño, llame a una conferencia de prensa contando su trauma. O directamente acuse al director/a de la escuela de sus hijos de abuso sexual.
3) Use a su familia
La caridad bien entendida empieza por casa, especialmente si hay parientes ricos en la familia. Si los gritos, pataleos y pucheritos no funcionan, no dude en apelar a cualquier trastorno real o imaginario de su infancia, a la hora de hacerlos sentir culpables. Si tampoco eso funciona, chantaje (a ningún padre le simpatiza que se ventilen en público los trapos sucios de la familia).

4) Váyase a vivir a Europa
Así puede decirle a todos lo bueno que es el viejo continente con los latinos, africanos y árabes. Mienta de su patrimonio económico y su profesión; hágale saber a todos que es “reputado” periodista en el continente de Oriana Fallaci o, ese que se me olvidó el nombre… Empiece a mentir que nunca, jamás de los jamases, lo discriminaron por ser algo Indoamericano o negro. Mienta sin asco sin limites todo lo necesario acerca de los méritos y logros, sobretodo económicos, de su familia en su país de origen. Y cuando vuelva, porque lo echaron de la empresa de descarga o mudanzas, haga lo mismo respecto de su currículum europeo.
5) Sea un animal, pero en serio
Se que suena extraño y algo extremo, pero piénselo, hágame caso. Hay menos competencia, si exceptuamos a los clásicos (Mister Ed, Chita, la mona de Tarzán), o extraordinarios y exitosos de antaño (Lassie, Rin-Tin-Tin, Benji) y los nuevos de siempre. Los perros y gatos siempre rinden. Y no olvide que no habrá publicitario al que no se le ocurra promocionar algún producto moralmente aceptable con usted. Si me ha puesto atención, a esta altura ya tendría que ser famoso. Yo conocí a uno que hacía de Pantera Rosa los fines semana en Baires, y fue muy reconocido por sus amigos, y los desconocidos de siempre.
… Los cinco próximos pasos siguientes le servirán para mantenerse en la cima:
6) Hable de problemas sexuales que sean novedosos
De esos con cremas raras para estar bien, o de auto flagelación… estos últimos nunca fallan. Odie el sexo y pontifique con el Libro de buen amor, del Arcipreste de Hita. Ya se, es algo antiguo, pero como hoy se lee poco, usted quedará como un intelectual orgánico. Y no se desanime si tiene la mala suerte de ser heterosexual. Cámbiese de bando un fin de semana: siempre tendrá la posibilidad de volver a las fuentes. Y evite toda relación estable, a cualquier precio. Toco y me voy.
7) Enférmese, sobretodo de la mente
Todo sirve: las clínicas psiquiátricas que patrocinan figuras de la farándula exfamosas son las mejores. Puede ser de reposo, asilos de ancianos, de trastornos alimenticios (obesidad, anorexia, da igual), de desintoxicación del copete y el fierrazo sostenida por algún pastor evangélico es lo ideal. Lo importante es que, al salir, usted recaiga de inmediato y haga el manso escandalete y acuse a diestra y siniestra que lo engañaron allí donde estuvo.
8) Sea infeliz, pero de manual
Nada le gusta más al público que saber que los famosos sufren. Que andan recorriendo el camino de la tristeza y la desolación; del mal amor. Todo intento de auto eliminarse es increíblemente creíble. Pero eso sí, no la cague, garantícese sobrevivir. Hágase el artista y el interesante. Y si finalmente opta por inmolarse, es recomendable involucrar en el evento a otro menos famoso; por ejemplo, tirarse a una piscina con poca agua y herir levemente al otro, y que lo ayude para llevarlo al hospital después del porrazo.
9) Intente matar a alguien
Esto es delicado, pero lo puede intentar; nunca a alguien más famoso que usted por supuesto. Ahora si son sus propios padres, este intento de asesinato le garantizará primera plana y horario central en TV, y lo dejará pegado en la historia social, pero un poco preso por un buen rato.
10) Hágase un intento de homicidio
¿Dramático y drástico? Pues sí. Acuérdese que en este texto estamos hablando en serio. ¿Cuál fue el toque final que terminó de moldear el mito de John Fitzgerald Kennedy, que a toda regla fue mejor expresidente y casi un santo después que fue asesinado? (… ).
¿O el Mahatma Gandhi, famoso por ser un hombre “cabreado” hasta el hartazgo con su gente en la intimidad, pero un pacifista de manual para todo el planeta?
¿O Sharon Tate, la mujer de Román Polanski, una actriz más bien mediocre que pasó a convertirse en estrella de hollywoodiense después de su asesinato?
Oye, todos los muertos son buenos. Hasta la muerte por causas naturales sirven, siempre y cuando no demore mucho la agonía. Eso sí: planee su funeral por anticipado. No sea cosa que lo entierren en el pueblo donde nació y nadie se de por enterado de que usted fue un muerto notable olvidado, porque siempre quiso ser famoso…
Este texto comenzó diciendo que tuve un sueño, de que hoy todo el mundo quiere ser famoso… Pues bien, al día siguiente de ese sueño concurrí a la cita con mi terapeuta, y le comenté abiertamente mis temores de no ser conocido. Mi terapeuta me recordó que existían gratificaciones personales al escribir: la satisfacción de hacer algo sólo por hacerlo bien. Al otro día vi a mi otro terapeuta, y no estuvo de acuerdo con esa opinión. Tuve que llamar a un tercero, para desempatar. Fue una noche de sueño largo, de fama, y reconocimiento pero estaba teniendo mucha angustia, y desperté de golpe, electrizado con una pregunta de yo mismo en otra dimensión: “¿Puede esto ser un proceso de existir y no tener existencia?” Y mi otro yo, cruzó los brazos, se agarró la barbilla como sólo él sabe hacerlo y respondió algo tan profundo que sentí un cosquilleo en mi interior, pero en inglés y germánico: “¿Dónde estás?” Y busqué en mis palabras mi respuesta a mi “mismo” que llevo adentro: y me di cuenta de que algo debe existir para poder comprobarse en forma de fama. Entonces un publicista se me atravesó en mi sueño, se inclinó y me dijo: “Me gustaría mucho saber qué quieres decir con eso”. Y se explayó: “Después de todo, no estamos hablando de una uva transformándose en una pasa. Estamos hablando del estado intermedio entre la nada y en algo que pueda tener trascendencia”. Bajé la mirada. El cosquilleo seguía allí. Entonces agregó: “¿De dónde son tus anteojos?” “Son chinos”, contesté. “Los vi en un negocio en Roma, pero aún no estaban en liquidación, así que esperé y los compraré al precio verdadero”.
Después me dijo que renovaba el alma hacer algo por uno mismo, algo que no pudiera ser público en las redes. Guarde silencio. Pero al rato me “whattssapiaron” halagándome por mi última foto en la red, y rápidamente cambié de tema de conversación para referirme a los pantalones de cuero Prada porque, aunque fuese por una noche, decidí ahorrarle a mi audiencia mis secretos y desvelos…
Haste fama y échate a dormir…