Rosita Tobías durante su presentación en CASA, una organización que vela por los inmigrantes en Hyattsville, Maryland. Foto: Ramón Jiménez.
Por Ramón Jiménez
Su oposición a que cientos de familias campesinas, agricultores y comunidades marginadas sean desalojadas de las tierras en que han vivido y trabajado por décadas en El Salvador, hace que la activista y defensora de la tierra, Rosita Tobías sea amenazada de diferentes formas.
Las amenazas, intimidación y persecución política por su liderazgo en organizar a campesinos, agricultores y comunidades marginadas en áreas rurales de Tecoluca, departamento de San Vicente, llegan a Tobías y muchas familias no solamente por parte del gobierno de Nayib Bukele a través de soldados del ejército, miembros de la policía nacional y jueces corruptos, sino también por familias oligarcas que antes fueron dueños de las tierras y que ahora buscan recuperarlas a la fuerza y que los cientos de hectáreas queden de nuevo en pocas manos.
Su mismo esposo Carlos Cortez —un reconocido dirigente social— ha sido imputado en fecha reciente por la Fiscalía General de la República de “daños” en “perjuicio” del patrimonio de un terrateniente (Rolando Flores Dinarti), cuando es éste quien acosa a las familias campesinas y comete todo tipo de abusos.
“Flores Dinarti es quien ha puesto portones con candado para impedirnos la entrada a nuestras tierras; el que ha provocado inundaciones con el cierre al paso de aguas lluvias; el que nos ha matado terneras y vacas con los camiones de volteo que pasan a gran velocidad frente a nuestras casas y generan enfermedades por la polvareda”, señala una carta-denuncia de la Comunidad de Guajoyo, Tecoluca.
“La Fiscalía presenta hoy al agresor Flores Dinarti como la víctima, después de que han destrozado nuestros cultivos y nuestra tierra; después de amenazar y obligar a muchas personas a venderle sus terrenos por una miserable paga”, agrega la denuncia.
Según Tobías, —quien se encuentra de visita en la región de Washington—, ya es común ver a miembros del ejército que con gran prepotencia llegan armados con la intención de desalojarlos de sus humildes hogares, y que en algunas ocasiones realizan capturas arbitrarias como ocurrió en 2021 contra 43 campesinos en la comunidad de Guajoyo.
“Con esa militarización de las comunidades y capturas arbitrarias es como regresar a los tiempos de la Guerra Civil [1980-1992] cuando llegaban los soldados a intimidarnos o capturarnos. Eso nos preocupa porque ahora si se entra a la cárcel no hay seguridad de salir con vida”, sentenció Tobías, quien es coordinadora del Movimiento para la Defensa de la Tierra y también coordinadora de la Mesa Nacional contra la Expropiación de la Tierra.
“No estamos solos en esta lucha por la defensa de la tierra”, enfatizó Tobías, durante una conferencia en CASA de Maryland, en el sector de Langley Park, Hyattsville.

El problema de los desalojos y expropiaciones también ocurren en otras comunidades como la Cooperativa Bendición de Jacobo, departamento de Sonsonate, donde hay unas 40 personas —en su mayoría mujeres campesinas— cumpliendo condenas de trabajo social.
“El único delito cometido es resistirse a abandonar las tierras. Lo que hacemos es pedir que se cumplan los derechos de las familias”, apuntó.
También han habido desalojos en la isla de Tasajera, departamento de La Paz, según un video presentado durante el conversatorio.
El director ejecutivo de CASA, Gustavo Torres mostró su apoyo a la causa de las familias afectadas.
«Estamos aquí apoyando esta iniciativa; cuentan con el apoyo de CASA», señaló Torres, quien recordó que en su país, Colombia también ocurrieron hechos similares o peores a los que enfrentan las familias salvadoreñas durante el gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010).
«Al final fue una masacre y reparto de tierras a los más ricos de Colombia», recordó.
De igual manera el reverendo Edgar Palacios se mostró solidario con las familias salvadoreñas afectadas e hizo votos porque esos casos se denuncien a nivel internacional.
«La verdad hay que divulgarla, le duela a quien le duela», remarcó el reverendo Palacios.