Chiclayo: la palabra que el nuevo Papa convirtió en tendencia mundial

El ahora Papa León XIV pidió ayuda durante las inundaciones en Chiclayo en 2023. Imagenes tomadas de las redes sociales.

Por Néstor Ikeda, Excorresponsal de Associated Press en Wshington, DC

“Chiclayo me enseñó que la comida no es solo alimento; es historia, es familia, es tradición. En cada plato hay un vínculo con el alma.”
—Papa León XIV

 

El primer nombre propio en español que pronunció Robert F. Prevost al ser elegido Papa León XIV no fue “Roma” ni “Lima”, sino “Chiclayo”. Y con esa sola palabra, despertó la curiosidad del mundo. Miles —quizás millones— se lanzaron a Google y a las aplicaciones de inteligencia artificial para descubrir qué era exactamente ese lugar mencionado por el nuevo Sumo Pontífice. Un usuario preguntó: “¿Qué es Chiclayo?”; el diario La Razón, de México, tituló: “¿Dónde queda la Diócesis de Chiclayo?”.

Con las respuestas de los motores de búsqueda, las redes sociales comenzaron a inundarse con datos sobre Chiclayo: su profunda religiosidad, su vibrante economía, su historia precolombina, sus atractivos turísticos y, por supuesto, su aclamada gastronomía, están ahora en centenares de páginas impresas y digitales. La ciudad, ubicada 660 kilómetros sobre la costa del Pacífico al norte de Lima —700.000 habitantes, unas 10 horas por carretera o 1 hora 20 minutos en avión—, se convirtió de pronto en un destino de interés global.

Días después de la elección papal, el nombre de Chiclayo sigue ahora generando tráfico en plataformas como TripAdvisor, Booking, Airbnb y VRBO, con preguntas y respuestas a las consultas sobre hospedajes y vuelos que tengan como destino Chiclayo. Todo apunta a que esta ciudad, cuna de la obra misionera del nuevo Papa y hasta hace poco conocida solo por los más atentos al mapa del Perú, se perfile ahora como epicentro de una nueva forma de peregrinación.


Ciudad sin fundador español, pero con alma heroica


A diferencia de muchas urbes peruanas, Chiclayo no fue fundada por españoles. Su origen como enclave comercial y de descanso entre los puertos de Zaña y Lambayeque le dio un carácter propio. Fue en 1827 cuando el presidente José de La Mar la elevó a villa, y en 1835, el presidente Felipe Santiago Salaverry la declaró “Ciudad Heroica” por su decisiva participación en las luchas por la independencia.

Desde entonces, Chiclayo ha sido un referente gastronómico y cultural… para los peruanos. Hoy, gracias a León XIV, ese protagonismo ha cruzado fronteras.

El modo en que el Papa mencionó a Chiclayo —con afecto palpable— fue más que un gesto. Fue una señal al mundo que tenía este mensaje: “Estoy aquí, pero no olvido mi tierra, su fe ni su sabor”. Esa conexión profunda entre el Pontífice y la ciudad donde hizo importante labor pastoral ha encendido una renovada curiosidad global por su identidad, su cocina y su legado.

Un curita que se servía desde la olla

La imagen es tan auténtica como poderosa: Esa foto del Padre Robert, como le decían en sus años como párroco, sirviéndose él mismo una porción generosa de cabrito a la norteña, acompañado de una chicha de jora bien fría, ya la conoce el mundo. No hacía falta descripción. Las fotos de ese momento, rescatadas por feligreses, han proyectado al Papa como un hombre sencillo, profundamente arraigado a las costumbres locales.

En su despedida de Chiclayo, al partir hacia Roma para ejercer nuevas funciones por encargo del entonces Papa Francisco, el Padre Robert fue claro: “Aquí aprendí que la comida no es solo alimento; es historia, es familia, es tradición. Chiclayo me enseñó que en cada plato hay un vínculo con el alma”. Esas palabras hoy resuenan con más fuerza que nunca.

La Ruta del Papa: una nueva forma de peregrinación

No tardó en surgir la iniciativa. Chiclayo lanzó oficialmente la “Ruta del Papa León XIV”, un circuito turístico que recorre restaurantes, mercados y esquinas donde el entonces sacerdote compartía comidas con su comunidad. Algunos locales ofrecen ahora menús especiales con sus platos preferidos: arroz con pato, espesado, chinguirito y cabrito al horno.

Este fenómeno se suma al auge de la cocina peruana en el mundo. Restaurantes como Central, de Lima —considerado el mejor del planeta— y chefs como Gastón Acurio, pionero de la revolución gastronómica con su proyecto Mistura, han posicionado al Perú en la cima del paladar internacional. Chiclayo, antes joya oculta, empieza hoy a brillar con luz propia.

Tesoros mochicas: del paladar a la eternidad

Pero Chiclayo no es solo gastronomía. Su historia milenaria guarda secretos que han maravillado a arqueólogos y al mundo. En 1987, el hallazgo de la tumba del Señor de Sipán en Huaca Rajada por el arqueólogo Walter Alva reveló una civilización tan sofisticada como misteriosa. El entierro, con joyas de oro, máscaras ceremoniales y acompañantes sacrificados, mostró el poder cuasi divino de los líderes mochicas y ahora Chiclayo los muestra en su museo principal de la ciudad. Décadas después, la Dama de Cao, descubierta en Huaca Cao Viejo, cambió la historia: las mujeres también gobernaron en el antiguo Perú. Este hallazgo puso en evidencia el rol central que tenían en el poder religioso y político, desafiando paradigmas aún vigentes.

El sonido de Chiclayo también viaja

La música típica chiclayana, aunque menos conocida que la criolla limeña o la andina, tiene alma propia. Es un cruce de influencias indígenas, afroperuanas y españolas que se expresa en géneros como la conga, el tondero y, por supuesto, la marinera norteña. Esta última, con sus pasos de picardía y su elegancia coreográfica, ha sido cultivada con especial orgullo en Lambayeque y otras ciudades del norte peruano. El uso del cajón, las guitarras y las voces cálidas de los cantores chiclayanos forma parte de la banda sonora emocional de la región. Y ahora que el mundo mira hacia Chiclayo, algunos de sus géneros musicales —como su cocina— ya ha traspasado fronteras. De Chiclayo es el Coro Infantil Manuel Pardo, conocido como los Niños cantores de Chiclayo, que hace 60 años (1965) grabaron villancicos que ahora son clásicos navideños en el mundo. En Chiclayo queda también el pueblo de Monsefú, de donde es originaria la famosa orquesta de cumbia peruana Grupo 5.

Así Chiclayo ha saltado del anonimato relativo al centro del interés internacional, no por estrategia turística ni campaña de marketing, sino por una palabra pronunciada con amor. Y todo comenzó con una olla de comida, servida no con cucharón… sino con el corazón.

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