Hay quienes pagan por abrazar a una vaca.
Por Teresa Gurza
Va avanzando la temporada navideña. Que, como escribí hace quince días, es para muchos la época más triste del año por la falta de los seres queridos; para mi, entre ellos. Pero aquí en Chile me consuelo, porque puedo hablar de Matías todo el día con gente que no quiso.
Para los afortunados que tenemos familia y amigos, es tiempo de los abrazos; que ignore la razón para guardarlo para estas fechas, pudiendo darlos todos los días como les gustaría hacerlo. A quienes no tienen quién los apapache.
Como esos gringos que ya les conté viajan horas, para llegar a un rancho en las afueras de Nueva York a pagar por abrazar vacas.
Y ahora quiero platicarles que hay personas tan necesitadas de compañía, que pagan para que alguien los abrace y los acompañe a caminar.
Una reciente nota del diario el país, informa que la soledad y la triteza de muchos, se ha convertido en buen negocio para algunos.
El artículo precisa que las autoridades sanitarias de Estados Unidos, han alertado sobre una “epidemia de soledad” mas dañina que la obesidad y que resulta tan prejudicial, como fumar 15 cigarrillos diarios.
Explica al respecto la periodista Antonia Laborde, que la soledad es una realidad con la que debe aprenderse a vivir; pero que para los millones que no pueden vivir con ella, han surgido inicativas que las conectan sin peligro como Tinder, creada en 2012 para socializar vía Internet.
Agrega que actualmente funciona en California, una especial de tinder de abrazos y toquetes pagados pero sin intenciones sexuales, porque en Estados Unidos no existe la cultura del tacto “que es un tipo de comunicación más allá de las palabras”.
Y que a esas fiestas de abrazos, asisten personas entre 35 y 70 años que pueden pedir que los toquen y aprender cómo les gusta que lo hagan; todo sin que se den situciones de abuso.
Antes de iniciar, los participantes se sientan en círculo para presentarse y compartir sus razones para asistir y se les explica, que no puede haber contacto sexual y si hay alguien muy entusiasmado, se le pide que se asiente.
Al concluir la session, “se ven felices porque el aislamiento y la soledad, pueden tener consecuencias mortales” como advirtió Julianne Holt-Lunstad, profesora de la Universidad Brigham Young, ante el Senado en 2017.
Y contrario a lo que pudiera pensarse, los solitarios no son solo adultos mayores deprimidos, sino que según estadísticas “la generación de 18 a 22 años, de nativos digitales, es la que se siente más sola”.
Según expertos, uno de los factores que define la soledad, es la frecuencia con que se sostienen relaciones personales cara a cara; lo que va disminuyendo, en la medida que se usan más las redes sociales.
Para aminorar el problema, desde los servicos públicos de salud se impulse programas comunitarios, que incluyen llamadas telefónicas semanales y visitas al hogar de los solitarios.
Y como el capitalismo convierte los problemas de muchos en oportunidades de ganancia para algunos, han surgido emprendedores.
Ejemplo de ellos es Chick McCarthy, quien en 2016 fundó The People Walker, en la que paseadores alquilados cobran entre 7 y 21 dólares, por acompañar a caminar a otra persona.
Para ser admitidas como tales, pasan por procesos de verificación de antecedents penales y se les hace seguimiento de ubicación, durante todo el recorrido.
Anterior a esa aplicación es Rent a Friend, creada en 2009 en Estados Unidos y ya con más de 600 mil “amigos de aquiler”, en varios países.
Los usuarios dsembolsan entre 10 y 50 dólares la hora, por reunirse en un lugar público a conversar; deben tener el móvil a mano y decirle a alguien dónde van a estar y a qué hora planean regresar.
Su propietario Scott Rosenbaum, se inspira en una empresa japonesa donde la gente paga para qu un desconocido los acompañe a funerales o cenas familiares para dar impresión de soledad, tras su divorcio.
Para la terapeuta Tracy Ruble, el hecho de que haya tantas iniciativas para combatir la soledad “demuestra lo grande que es el problema”.
Buscando contrarrestarlo, fundó en 2015 Sidewalk Talk y junto a unos amigos se sentó en la calle frente a sillas vacías, dispuestas para quienes pasaran y quisieran conversar gratuitamente.
Tuvo tal éxito, que lo transformó en una organización que ahora funciona en una docena de países.
Y asegura que una cuarta parte de los más de cuatro mil voluntaries que tiene, afirman que se sumaron al poyecto porque se sintieron bien y menos solos, al ser escuchados y quieren devolver la ayuda recibida.
Abrazos pagados
