En la ciudad de Portland, en el estado de Oregón, el alcalde Ted Wheeler ha ordenado a la Policía que deje de utilizar gases lacrimógenos, tras su uso generalizado durante 105 días consecutivos de protestas desde la muerte a manos de la policía de George Floyd en Minneapolis.
Un estudio del Ejército de los Estados Unidos descubrió que el gas lacrimógeno puede dejar a sus víctimas más susceptibles a enfermedades respiratorias como COVID-19. Mientras tanto, Portland tiene uno de los peores niveles de calidad del aire de las grandes ciudades del mundo, después de que se asentara sobre la ciudad una espesa nube de humo proveniente de incendios forestales sin precedentes.