Argentina: Crónica de un magnicidio

Por Sebastián Korol

El gobierno de Juan Manuel Irrazábal y César Napoleón Ayrault fue el más progresista y popular que conoció la joven historia política de la provincia de Misiones. Pero duró apenas 190 días: un atentado aéreo, que en principio los familiares atribuyen a la organización terrorista de ultraderecha Triple A, acabó con la efímera primavera el 30 de noviembre de 1973.

A las 20.32 del viernes 30 de noviembre de 1973, una explosión enrojece el cielo de Puerto Iguazú. «¡Tengo fuego en la cabina!», oye el radioperador de la torre de control del Aeropuerto Cataratas (1). Serán las últimas palabras de Jorge Antonio Pirovani, piloto del avión Beechcraft-Queen-Air, en el que viajan nada menos que el gobernador de Misiones Juan Manuel Irrazábal y el Vicegobernador César Napoleón Ayrault, junto a sus esposas y la hija del primero.

Luego, cae al vacío una bola de fuego. Y una segunda explosión: el impacto con el suelo. De inmediato se declara la emergencia y comienza el operativo de búsqueda. Vecinos y personal de seguridad forman comisiones y avanzan hasta la cabecera de la pista de aterrizaje y los montes cercanos.

A las 21 un helicóptero de la Provincia despega con la orden de localizar la nave siniestrada. Ya es de noche. Desde el aire, el piloto visualiza fuego en medio del monte, en un perímetro aproximado de cincuenta metros, en el Puerto Península. Minutos después regresa. Comunica que se ha quedado sin combustible y asegura que el humo le impidió ubicar con exactitud el lugar.

Las estaciones de servicio de Puerto Iguazú no tienen combustible. Se suspende la misión aérea. Mientras tanto, la búsqueda por tierra es infructuosa.

Recién al amanecer del 1 de diciembre se encuentra el avión gubernamental. Sus pedazos están diseminados en una zona alta, similar a un cerro, en medio de palmeras y árboles frondosos. A solo mil quinientos metros de allí pasa la nueva ruta nacional 12. Las coordenadas, extrañamente, condujeron al camino más largo y difícil.

El primero en llegar es el Comisario Principal de Puerto Iguazú, Pedro Abdón Fernández. La escena que encuentra es desoladora: un inmenso árbol de guayubira se incendia entre los hierros retorcidos y ardientes de la nave, convertida en trozos de lata.

En el suelo, cinco cuerpos yacen inertes. Son los restos ya sin vida del gobernador Juan Manuel Irrazábal, su esposa Susana Claro de Irrazábal, el vicegobernador César Napoleón Ayrault, su esposa Ofelia Ruiz de Ayrault, y el piloto Jorge Antonio Pirovani.

Entre el humo, el fuego, el olor a muerte, se levanta una sobreviviente. María Susana Irrazábal, hija del primer mandatario, está en completo estado de shock, con graves quemaduras en diferentes partes del cuerpo. «Papá y mamá murieron, pero hay que tener fuerzas» (2), solloza. La auxilian rápidamente, improvisando una camilla con tacuaras y prendas de vestir. «Trátenme con cuidado porque me duele todo el cuerpo», ruega.

Con la claridad de la primera mañana se abre una picada en el monte. A toda velocidad, la joven es llevada hasta la ambulancia que aguarda a la vera de la ruta. La trasladan hasta un sanatorio de la Capital provincial, y de allí es derivada al Instituto del Quemado, en Buenos Aires.

 

Susana morirá dos meses después, en misteriosas circunstancias.

 

 

Foto: El lugar del siniestro, horas después de la tragedia. Fotografía diario El Territorio. 1 de diciembre de 1973.

 

Negrita

 

La versión oficial, «accidente», generó desconfianza desde el primer momento. Pero cuando los familiares de las víctimas buscaron explicaciones todas las puertas se cerraron.

 

La primera en movilizarse fue Estela María Coria, «Negrita», viuda del piloto Pirovani. Su hijo Pedro Pirovani -hoy abogado querellante de la causa- contó que «ella obviamente nunca se creyó. Se cansó de ir a Casa de Gobierno, pidiendo información, con carpetas que acreditaban cuestiones relacionadas con el hecho. Y era una ‘quijota’ contra los molinos de viento. Porque evidentemente, a la gente que quedó en el gobierno después del atentado no les interesaba la verdad. Pero a pesar de todo, ella no se cansó y siguió, a tal punto que después se puso en contacto con las hijas de Ayrault, iba con sus carpetitas… y si, efectivamente mi madre fue una pionera, pero no solo mi madre. Mucha gente estaba convencida de que eso había sido un atentado, pero nadie se animaba a hablar».

 

La Negrita quedó viuda, con cinco hijos pequeños, a los 36 años. Mantuvo a la familia con su módico salario de empleada bancaria, en la Caja Nacional de Ahorro y Seguro. Muchos la recuerdan de negro, porque llevó el luto hasta el día de su muerte, el 23 de junio de 1988.

 

María Beatríz Eugenia (Maia) Ayrault, hija del exvicegobernador, expresó: «Me acuerdo que iba a casa y siempre tenía bajo el brazo como un portafolio o una carpeta negra, que hacía juego con su vestido negro mangas largas, como con tablas, que contrastaba con su piel bien blanca. Y ella venía y nos decía ‘chicas, miren esto, yo ando con el tema de mi marido’. Porque qué le pasaba: cuando murió Pirovani, ella accedió al dictamen de la Fuerza Aérea, ese despropósito de informe donde le incriminaban totalmente al piloto. Entonces ella luchaba, iba a todos los organismos, a Casa de Gobierno, a la Dirección de Aeronáutica, y nadie le atendía. Y como nuestra casa quedaba en el centro, me acuerdo que ella llegaba al mediodía y se sentaba con nosotras, toda transpirada, y contaba todo lo que le iba pasando: ‘hoy me fui aquí, me fui allá y nadie me atendió’. Ella luchó hasta el final, para saber qué había pasado con su marido. Y lo hizo con una dignidad impresionante».

 

«Nos soltaron las manos»

 

En 2003, justo treinta años después de la tragedia, se produjeron en Argentina dos hechos significativos para esta historia. En agosto se anularon las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, que establecían la impunidad de los delitos cometidos en el marco de la represión sistemática (dos años después fueron declaradas inválidas e inconstitucionales por la Corte Suprema); y en diciembre el gobierno nacional anunció la apertura de los archivos secretos vinculados con la desaparición de personas durante la última dictadura.

 

Estas novedades fueron movilizadoras para dos de las hijas del exvicegobernador: «Yo escuché la noticia e inmediatamente llamé a mi hermana Mela [Amelia Eloisa]. Y le dije, ‘mirá Mela, éste es el momento en que nosotros tenemos que meternos a investigar lo nuestro’. Porque el anuncio decía que no iban a prescribir los delitos de Lesa Humanidad. Hablaban de los crímenes de la dictadura, no los de la Triple A, pero nosotras igual nos sentimos incluidas», recordó Maia.

 

Empezaron intercambiando y anotando recuerdos propios. Apuntaron comentarios, conversaciones, situaciones. Releyeron cartas y comenzaron a escribir: un cuaderno, dos. «Cuando llegamos a los tres cuadernos dijimos ‘ahora tenemos que hablar con otras personas, del peronismo, del MID, gente que había estado ahí, en todo ese meollo, porque nosotras fuimos hilando, leíamos lo que habíamos escrito, y le encontrábamos principio y fin, aunque por supuesto todavía faltaban un montón de eslabones», señaló la hija del exvicegobernador.

 

Luego de repasar sus memorias, las hermanas Ayrault elaboraron una nota tipo que enviaron a las policías Provincial y Federal, a Gendarmería, Prefectura, a la Dirección Aeronáutica y la Fuerza Aérea. Consultaban a esas fuerzas, como hijas del exvicegobernador, sobre si tenían registros o antecedentes del siniestro aéreo acaecido en 1973. «Y cuando empezaron a llegar las respuestas, nos sorprendió que nadie tenía nada. No había registro de nada», contó Maia.

 

Después fueron al único diario impreso de Misiones en la época, El Territorio, con sede en Posadas. «Y también fue un asombro ver que en ese diario la noticia del siniestro fue abordada solamente en los cuatro días siguientes al hecho, y después no se habló más del tema».

 

El siguiente paso fue convocar a las otras familias víctimas del siniestro aéreo: Irrazábal y Pirovani. Cuando se produjo el encuentro descubrieron que, de distintas maneras, todos desconfiaban de la versión oficial.

 

Al poco tiempo se sumaron a la causa Mariano Lucio «Canco» Irrazábal, hijo del exgobernador y Pedro Pirovani, hijo del piloto fallecido. Acordaron trabajar juntos y desde entonces permanecen unidos.

 

Señaló Maia: «Nos preguntamos, ¿cómo puede ser que de algo tan groso para la provincia, que marcó un antes y un después, no quedara nada? Y ahí con más razón dijimos que teníamos que movernos. Entonces enviamos una nota a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, al Doctor Eduardo Luis Duhalde. Le planteábamos nuestra inquietud, y le expresamos que queríamos concertar una entrevista».

 

La respuesta no tardó en llegar. Días después Maia viajó a Buenos Aires y mantuvo una reunión con Luis Alén, Subsecretario de Protección de Derechos Humanos. «Le llevé todo, a esa altura ya habíamos accedido al expediente de la justicia provincial, que solamente tiene 84 fojas, es decir, es como una revista paparazzi, no tiene nada y fue cerrada vergonzosamente con un informe en el que se echa la culpa de todo al piloto. Todo eso le entregamos a Alén. Fui muy bien recibida, él dijo que tenía conocimiento del caso, que recordaba perfectamente aquel episodio. La verdad nos quedamos muy esperanzados, porque la Secretaría nos había abierto las puertas -ellos estaban para eso- y quedamos en que a medida que fuéramos recabando mas información le iríamos enviando».

 

Prosiguió: «Nos pidió bajo perfil, nos dio sus motivos y cumplimos a rajatabla. Nuestra investigación fue avanzando, empezamos a mandarles más pruebas, testimonios escritos, entrevistas personales con gente que daba detalles de lo que era la interna peronista en ese momento, y el contexto histórico político, gremial, con la Triple A en el medio. Y de repente, nos soltaron la mano. No respondieron más. Me cansé de llamarles, de mandar mails. Nunca más nos dieron bolilla. Cuando no les convino mas, nos soltaron la mano. Esto sabemos que es por razones políticas», lamentó Maia.

 

Como reacción a la indiferencia gubernamental, los hijos de las víctimas decidieron redoblar esfuerzos y continuar con la investigación.

 

Desidia

 

De la época del sospechoso siniestro aéreo, que provocó la muerte de quienes ejercían la primera magistratura provincial y miembros de sus familias, solamente se conservan dos documentos.

 

El primero es un delgado expediente de 84 fojas tramitado ante la Justicia Provincial, a pedido del Dr. Pedro Warenycia, por entonces Presidente del Superior Tribunal de Justicia, del Poder Judicial de Misiones. Ese expediente, denuncian los familiares, está viciado de nulidad, ya que por la materia (accidente de aviación en espacio aéreo), debió instruirse en la Justicia Federal.

 

«La justicia ordinaria no tenía competencia para hacer lo que hizo. Y es muy llamativo que nadie hizo nada. En la provincia hay un procurador, un fiscal de Estado: ¡debieron saber que la competencia era exclusiva y excluyente en la materia a la Justicia federal! ¿Por que no pusieron en conocimiento y actuaron en ese sentido? ¿Cómo no va a saber el Presidente del Tribunal Federal de Justicia que esa investigación se tenía que hacer en la Justicia Federal? ¿Qué hizo el secretario general de Casa de Gobierno Jorge Yamaguchi, que tenía un conocimiento amplio de todo? Nada. Nadie hizo nada», manifestó el abogado Pirovani.

 

 

Foto: El avión gubernamental Beechcraft-Queen-Air. Fotografía diario El Territorio. 1 de diciembre de 1973.

 

El segundo documento es la disposición 147, de solo siete fojas, elaborada por la Junta de Accidentes de Aviación de la Fuerza Aérea Argentina y presentada ante el Director de Aeronáutica de Misiones Luis Espeche el 17 de octubre de 1974, la cual concluye: «atribuir el presente accidente -que se clasifica como grave- a choque contra obstáculos durante una aproximación nocturna realizada en condiciones meteorológicas visuales, debido a desorientación del piloto y por no efectuar el control del altímetro durante la operación». [Resaltado mío]

 

«Pedimos al Juzgado que solicite a la Fuerza Aérea que manden todos los antecedentes de esa investigación, carente completamente de consistencia técnica y científica, y lo único que remitieron fue un informe de quiénes fueron los cuatro que estuvieron en la investigación, de los cuales dos ya están muertos. Y la policía aeronáutica, en respuesta al oficio remitido por la justicia federal, confirmó que ese avión no se había peritado», comentó Pirovani.

 

En 2007, el Doctor Guillermo Negro, Fiscal Federal de la provincia de Misiones, observó en su requerimiento de instrucción: «Resulta asimismo ‘sugerente’, o cuanto menos extraño, la falta de Comisión Investigativa en el momento de producirse la caída del avión».

 

Pirovani concluye: «lo poquísimo que se hizo se hizo mal, se hizo para que nada se sepa».

 

Lesa Humanidad

 

En diciembre de 2006 el Juez Federal Norberto Oyarbide resolvió declarar delitos de Lesa Humanidad aquellos hechos cometidos en el marco de la actuación de la asociación terrorista Triple A. Con el fallo, los hijos de Ayrault, Irrazábal y Pirovani finalmente estuvieron habilitados para ingresar su caso a la Justicia Federal. En 15 de febrero de 2007 presentaron ante el Juzgado Federal la denuncia por Delito de Lesa Humanidad, en relación al siniestro ocurrido el 30 de noviembre de 1973. Semanas después, el Fiscal General Guillermo Negro dictaminó que estaban dadas las condiciones para dar impulso a la acción penal.

 

La causa cuenta hoy con más de tres cuerpos de expedientes, con decenas de testimonios, material periodístico, fotografías y otras documentales de suma importancia, resguardadas ya en cajas de seguridad de la Fiscalía de Cámara de la Justicia Federal.

 

Segundo atentado

 

Susana Irrazábal tenía 23 años y fue la única sobreviviente -y por lo tanto única testigo directo- de aquel oscuro vuelo. Pero murió 67 días después del siniestro, en el Hospital del Quemado, en Buenos Aires, por un supuesto cuadro de septicemia (infección generalizada).

 

En esos dos meses, la joven permaneció aislada en una sala especial, debido a la gravedad de sus lesiones. La acompañó en todo momento su tía Elsa Claro. Esta mujer alcanzó a escuchar en voz de Susana, lo que realmente había ocurrido con el avión aquella noche.

 

«Susana Irrazábal le había dicho, en forma reiterada, primero en su estado de lucidez en el sanatorio Noziglia de Posadas, -porque ahí fue internada previamente, antes de ser trasladada a Buenos Aires- que el avión había explotado en el aire. No que se había llevado puesto un árbol, no. ‘El avión explotó en el aire’. Eso mismo. Y después, ya con más tranquilidad en Buenos Aires, en un estado de contención mayor, Susana Irrazábal le volvió a contar que el avión explotó en el aire. Así lo declaró en el expediente la señora Claro», manifestó el abogado Pirovani.

 

La exhaustiva investigación llevada adelante por los familiares sacó a la luz graves irregularidades en torno a los momentos posteriores al deceso.

 

 

Foto: Susana Irrazábal en el momento en que es socorrida. Fotografía diario El Territorio. 1 de diciembre de 1973.

 

En los primeros días de febrero de 1974, Susana mostraba un cuadro favorable. Su evolución clínica era satisfactoria: las quemaduras estaban prácticamente cicatrizadas y por ello los médicos ya habían anticipado el alta para continuar con el tratamiento de manera ambulatoria.

 

Pero repentinamente sufrió una fuerte decaída, y en cuestión de horas falleció. Canco Irrazábal recordó: «en los últimos días de enero mi tía, que la estaba acompañando en Buenos Aires, me dijo que había mejorado, a tal punto que me pidió que vea la forma de alquilar una casa, donde ella esté cómoda, para su rehabilitación. Pero de buenas a primera me dijeron que había empeorado, que había tenido una septicemia y que después falleció».

 

Apenas ocurrida la muerte llegó el médico forense del Hospital del Quemado, Oscar Boschi. Tras la revisión, notó con sorpresa que las quemaduras estaban cicatrizadas. No comprendió la causa del deceso, por lo que a las 22 solicitó que se le practique una autopsia. Llamativamente ésta no se realizó, y horas después el cuerpo fue entregado a los tíos de la joven.

 

Cuando el abogado querellante Pedro Pirovani accedió al acta policial y otras documentales, descubrió situaciones por demás extrañas:

 

«Entre gallos y medianoche, se comunican con el Juez Heriberto Schwazemberg a la casa -todo está en el Expediente- y se le informa de que, ‘de acuerdo a lo dispuesto, el cadáver será entregado al señor Horacio Néstor Codeani’, tío de Susana, pero sin que se le practique la necropsia indicada. El acta en cuestión no tiene hora. Dice ‘6 de febrero, siendo las….’, y no le pusieron hora. Eso es muy subjetivo y vidrioso. ¿Por qué? Porque hacen una declaración donde le entregan el cuerpo. Esto fue hecho en la Comisaría Décima, está la firma del Comisario, es decir, es un instrumento público», se preguntó.

 

Relató luego: «El tema es que cuando viene a declarar Codeani, porque esta querella lo citó, se le hace una exhibición, y se le pregunta si sabía por qué no se practicó la autopsia, si así lo recomendaba el médico. Ante lo cual el testigo confesó que nunca nadie le dijo que existía un informe pericial que había aconsejado la autopsia. Y entonces le dijimos, ‘¿pero cómo, si acá está su firma?’. Y cuando se le exhibe el acta, el original, que dice ‘en este acto recibe la nota correspondiente para retirar del hospital donde falleciera. Es todo, terminado el acto y leído que fuera la presente, se ratificó y firmó’, él no reconoce como su firma. Codeani no reconoce esa firma como la suya. Eso es gravísimo, porque significa que estamos ante una falsedad de instrumento público. Eso es extremadamente delicado, porque de habérsele hecho la autopsia se hubiera determinado fehacientemente la causa real de la muerte».

 

«Este también es un tema oscuro. Los elementos que pudieron salir a la luz también conducen a un atentado», expresó Canco Irrazábal. El abogado Pirovani añadió: «Nosotros llamamos a esto el ‘segundo atentado’: el primero fue el 30 de noviembre y el segundo el 6 de febrero del 74».

 

Aires turbulentos

 

En la historia Argentina, 1972 es el año que marca la reincorporación del peronismo al terreno político, tras casi 18 años de proscripción y persecución. En el texto «Misiones entre la provincialización y la Dictadura» (3), las historiadoras Yolanda Urquiza y Norma Álvarez observan que en el caso de Misiones, «esta reincorporación está asociada a un hecho grave de violencia, el asesinato de Francisco Victorino Ripoll, el dirigente político con mayores posibilidades para representar al peronismo en las elecciones a gobernador». El crimen, ocurrido el 10 de diciembre de 1972 en pleno Congreso Partidario Provincial, ilustra que la convulsión interna que dividía a las distintas facciones del peronismo también se sentía con fuerza en la provincia.

 

Carlos Alberto Ripoll, hijo del dirigente asesinado, reseña en un artículo (4) que «el escenario político cambiaba drásticamente, ya que quienes no creían en el regreso del General y consideraban el trabajo reorganizativo del justicialismo provincial era ‘pura engañifa’, se daban cuenta que debían luchar para posicionarse en las candidaturas que hasta entonces habían menospreciado. El asunto iba en serio, y los aventureros de siempre más algunos recién llegados de buena fe, se sumaron en otra dura campaña, donde las mentiras y bajezas estuvieron a la orden del día».

 

Indica asimismo que «Perón desde el exilio, a partir de la publicación del documento ‘La Única Verdad es la Realidad’, firmado junto al Dr. Arturo Frondizi, propició la realización de frentes electorales con partidos de raigambre nacional. En Posadas apareció un grupo que hablaba del ‘Peronismo Puro’, y decían que no debían realizarse alianzas, fundamentalmente con el Movimiento de Integración y Desarrollo. Ese fue uno de los pretextos más difundidos por quienes en realidad, tenían otras intenciones».

 

Canco Irrazábal comentó que «el peronismo empieza a tener serios problemas internos, que también se suscitaron en Misiones. Por eso también, un sector importante del peronismo que no acató la orden de Perón, formó la llamada Tercera Posición».

 

Señalan Urquiza y Álvarez que en los días siguientes al asesinato de Ripoll, el Congreso partidario reanudó sus deliberaciones para elegir la fórmula a gobernador y Vice que representaría al peronismo. «Los seguidores del dirigente asesinado, manteniendo la posición aliancista, que dio origen a la Constitución del Frente Justicialista de Liberación (FreJuLi), sostuvieron la fórmula integrada por el peronista Juan Manuel Irrazábal como candidato a gobernador y César Napoleón Ayrault como candidato a Vicegobernador, en representación del Movimiento de Integración y Desarrollo (MID)». (5)

 

El 11 de marzo de 1973 se cristalizaron en Argentina elecciones libres. En los comicios nacionales ganó ampliamente la formula peronista Cámpora-Solano Lima. Mientras que el 15 de abril, en segunda vuelta, triunfó en Misiones la fórmula Irrazábal-Ayrault.

 

En su discurso de asunción como Gobernador, el 25 de mayo de 1973, Irrazábal expresó que tras siete años de un régimen dictatorial, el pueblo de Misiones volvía a reencontrarse en un orden constitucional, «auténticamente representativo de la voluntad popular».

 

«Consciente de los peligros que nos acechan, quiero destacar que la institucionalización ha sido el fruto de los esfuerzos mancomunados de los sectores populares, que soportando viejas y perimidas antinomias, han logrado una histórica coincidencia en los postulados fundamentales a partir del trascendental documento que señala el advenimiento de la Hora del Pueblo», señaló (6).

 

No es casual que Irrazábal admitiera estar «consciente de los peligros». El reencuentro con el orden democrático y la representatividad de la voluntad popular no sería tarea fácil.

 

Intereses sombríos

 

«Crimen Político», tituló en su tapa del 2 de diciembre de 1973 el diario Noticias, órgano periodístico de la organización Montoneros. La nota recogía las «explosivas declaraciones» del gobernador de Chaco Deolindo Bittel, el Ministro de Economía de Misiones Ramón Martos y el Representante de Misiones en la Capital Federal Mario Juri, quienes atribuían las muertes de Irrazábal y Ayrault a un acto de sabotaje.

 

En Resistencia, antes de partir para Misiones, el mandatario chaqueño declaró: «es evidente que estamos frente a un atentado». «Es un hecho muy doloroso -dijo Bittel- y existen firmes sospechas de que no ha sido un accidente casual». Aseguró que «el avión estaba en perfectas condiciones», por lo que descartó fallas mecánicas. Y concluyó: «Es más que sospechoso».

 

Por su parte, el representante del gobierno misionero en la Capital, Mario Juri, afirmó categóricamente a Noticias que existió sabotaje. Y reveló que en la gobernación se habían recibido amenazas anónimas «que auguraban un futuro no muy tranquilo».

 

Desde el Aeropuerto Metropolitano de Buenos Aires, también antes de viajar hacia Posadas, el Ministro Martos puso en duda la versión del accidente, y detalló los poderosos intereses económicos que la breve gestión gubernativa de Irrazábal y Ayrault había afectado. Mencionó en primer término la intervención de la empresa Papel Misionero, «porque había muchas irregularidades en su administración. Así hirió muchos intereses, porque la fábrica comenzó a funcionar bajo control estatal y de los productores».

 

Prosiguió señalando que el gobierno del Frejuli «transformó el Banco de la Provincia en un ente social, orientando los créditos a los colonos y las cooperativas, y negándoselos a aquellos que trabajan en la especulación y en la intermediación».

 

Martos también dio cuenta de las progresistas políticas orientadas al sector productivo del te y la yerba mate. «El gobierno se hizo cargo de las plantas industriales y obligó a las empresas a pagar 80 pesos por kilo, según lo estableció el poder Ejecutivo». En cuanto a la yerba acotó que «teníamos a estudio medidas concretas que combatirían los negociados: el gobierno atacó a la Comisión Reguladora de la Yerba Mate, una entidad que había encubierto a un pequeño grupo que ilícitamente se enriqueció perjudicando a veinte mil productores».

 

Canco Irrazábal manifestó que en Misiones «hacía mucho tiempo la cuestión económica la manejaban cinco o seis personas, que eran los tributarios de los créditos del Banco Provincia. O sea, se tenía que producir una revolución también en Misiones. Es evidente que ese proyecto -que ya había comenzado en la provincia y que tocaba fuertes intereses-, suscitó que se generara ese atentado contra estos dos políticos, que traían aires de cambio y redistribución de la riqueza».

 

Las amenazas se daban también en el ámbito doméstico de las familia Irrazábal y Ayrault, por medio de llamadas anónimas e intimidaciones. Maia Ayrault reveló que «el mismo día que ellos asumieron se pudo una bomba en el despacho del gobernador. Eso ocurrió, nada más que nunca se hizo pública. Papá estuvo amenazado desde el primer momento. Eran tan fuertes las amenazas que 1973 fue el único año en su vida política que el gobierno federal le puso custodia. Y las amenazas no eran solamente para mi papá, sino para toda la familia, por eso un día nos llamó, nos hizo venir desde Corrientes -donde estábamos estudiando-, nos planteó la situación y también nos puso custodia. Él estaba muy preocupado, tengo cartas suyas y en algunas expresa su preocupación. Había una convulsión demasiado grande. Lamentablemente yo nunca alcancé a preguntarle de dónde venían esas amenazas».

 

Canco Irrazábal señaló que en el caso de su padre «las amenazas fueron permanentes. Yo no voy a dar los nombres porque han pasado muchos años. Pero hubo agravios, amenazas, solicitadas muy agresivas, desde adentro del peronismo, esa gente que después salió con Tercera Posición. Y después de la muerte de Ripoll, tras la asunción de Irrazábal quedaron esas rispideces. Hay realmente motivos para pensar que esto no fue un accidente sino un atentado. La época fue muy violenta, agresiva y difícil. Inclusive en solicitadas, con llamados a mi casa, presiones de todo tipo, amenazas de muerte. Lo que pasa es que esas cosas no quedan registradas, pero hubieron muchísimas amenazas».

 

 

 

Irrazábal y Perón

 

Dos meses antes del atentado, el gobernador Irrazábal realizó un viaje a Buenos Aires. Lo había mandado llamar el propio Juan Domingo Perón, para manifestarle que deseaba tenerlo a su lado como colaborador. Así lo testimonian allegados al entorno político más íntimo del exmandatario misionero.

 

«Él estaba muy contento porque había charlado con Perón, y le había propuesto trabajar a su lado. Le había dicho que la provincia estaba muy bien, pero que él lo necesitaba en Buenos Aires a su lado, porque entendía de su capacidad. Esto a Irrazábal le agradó mucho, y cuando vino lo contó a sus íntimos», expresó Pirovani.

 

De aquel encuentro, aquella invitación, solamente hubo un testigo. Era justamente quien se había convertido en la mano derecha del General:

 

«Cuando Irrazábal habló con Perón, al lado de Perón estuvo en todo momento el Ministro de Bienestar Social José López Rega. Nunca se separó de Perón, se quedó ahí. Evidentemente López Rega ya había puesto el ojo en Irrazábal», analizó el abogado querellante.

 

Denuncias graves

 

Irrazábal volvió a Buenos Aires en los últimos días de noviembre. Allegados al exmandatario misionero cuentan que fue para presentar una carpeta con antecedentes relacionados al contrabando. El propio Ministro de Economía Martos confirma esta versión en sus declaraciones del 2 de diciembre de 1973 al diario Noticias. Allí mencionó que poco antes de la tragedia, Irrazábal había rendido un informe sobre contrabando de harina, fideos y soja, que se realizaba desde Misiones hacia Brasil.

 

En ese último viaje a Buenos Aires, funcionarios de segunda línea anticiparon al gobernador que López Rega iría en los días siguientes a Misiones. Efectivamente estaba programada la visita del Ministro de Bienestar Social para el acto de transferencia del Hotel de Turismo de Iguazú a la Provincia, previsto para 1 de diciembre. Esa era la razón por la cual los mandatarios viajaban a Iguazú la noche anterior. «Pero López Rega en realidad nunca vino, y nunca iba a venir, porque ya estaba en cierta manera tramada la historia para que esto suceda», sostuvo Pirovani.

 

Canco Irrazábal manifestó que su padre había elaborado «un mapa de la corrupción en Misiones», en el que «los actores locales estaban interconectados con el poder central». Contó que «lo iba a presentar al Ministerio del Interior porque se iban a tomar medidas políticas drásticas. Se había puesto en marcha un proceso de revolución para revertir la historia de injusticia y de kapangas que manejaban la provincia. Eso fue así».

 

La sombra de las tres A

 

Ignacio González Janzen, en su ensayo «La Triple A» (7), analiza que aunque algunos autores insisten en que la Triple A recién comenzó a operar después de la muerte de Perón, «lo cierto es que la organización terrorista se manifestó públicamente en noviembre de 1973, asumiendo su responsabilidad en el atentado contra el senador radical Hipólito Solari Yrigoyen, uno de los abogados que intervinieron en el caso de [la masacre de] Trelew».

 

Entre los métodos y rituales de terror empleados, el autor menciona que: «La eliminación de familias enteras se practicó como forma brutal de ‘escarmiento’. La Triple-A recurrió a la voladura con explosivos de sus víctimas, adoptando procedimientos cada vez más despiadados».

 

En tanto el historiador Richard Gillespie, en la ya clásica obra «Soldados de Perón» (8), reseña que hacia 1973, todos los gobiernos provinciales que mantuvieron una apertura o acercamiento a la Tendencia revolucionaria del peronismo «fueron eliminados», de diferentes maneras: «por una serie de intervenciones federales (Mendoza, Formosa, Santa Cruz); dimisiones forzadas (Buenos Aires, Catamarca); un misterioso accidente aéreo (Misiones); y un golpe policíaco de inspiración fascista (Córdoba)».

 

«Nosotros estamos convencidos de que la orden vino desde Buenos Aires, a través de López Rega. Evidentemente se bajó línea, y acá actuó en consecuencia gente ligada a la derecha, a intereses propios, mezquinos, gente del propio gobierno que no compartía las ideologías o políticas de Estado llevadas adelante por Irrazábal y Ayrault», enfatizó Pirovani.

 

El informe Jardón

 

El abogado Mario Luis Ovando fue Ministro de Gobierno de Misiones desde el 25 de mayo de 1975 hasta el 24 de marzo de 1976. Apenas asumió, varios pilotos de la Dirección Provincial de Aeronáutica le informaron de algunas extrañas circunstancias en torno al siniestro.

 

Entonces el funcionario ordenó a Benavente Perón, a la sazón Director de Aeronáutica (DA), dependiente de la Secretaría General de la Gobernación, realizar un informe acerca de la tragedia aérea.

 

Por primera vez se iniciaría una investigación seria sobre el hecho. Se designó al frente de tal misión al Ingeniero Aeronáutico Raúl Jardón, jefe del taller aeronáutico de la DA. El especialista asumió la tarea con seriedad, profesionalismo y compromiso. Pilotos que lo acompañaron recuerdan que trabajó en forma muy reservada. Recolectó datos y comentarios, estudió la mecánica de los restos de la nave y encaró la travesía del fatídico vuelo, siguiendo la pista del trayecto realizado.

 

¿A qué conclusiones arribó? De acuerdo con lo declarado por testigos, en su informe de siete páginas Jardón aseguró que el avión estaba bien mantenido y que en la noche del 30 de noviembre de 1973 las condiciones de vuelo eran muy favorables; por lo que -remarcó- era insostenible la versión que acusaba desorientación del piloto.

 

Pero además lanzó una advertencia grave, de que algo «raro» había sucedido. Y fue más allá: mencionó la posibilidad de un atentado.

 

Cuando Jardón terminó el informe, se lo presentó a Benavente Perón. El Director de Aeronáutica lo leyó detenidamente, luego guardó el documento en el escritorio y dijo: “¡Esto muere acá!” (9)

 

El «Informe Jardón» nunca habría llegado al Ministerio de Gobierno de Misiones. Se cree que fue enviado a a dos oficinas de Buenos Aires: la Secretaría General de Presidencia y el Servicio de Inteligencia del Estado (SIDE). Luego desapareció para siempre.

 

«Ese informe fue muy secreto, porque muy pocos tuvieron acceso. Tengo entendido que se remitió una copia a la Fuerza Aérea, la cual nunca apareció, y misteriosamente la que quedó acá tampoco apareció, porque en la Dirección de Aeronáutica (hoy Policía Aeronáutica) no hay nada», explicó el abogado Pirovani.

 

Apenas concluido el trabajo, Jardón fue trasladado a Salta, provincia signada por la «lucha antisubversiva». Allí falleció al poco tiempo, atropellado por un automóvil en un muy extraño «accidente».

 

Por la verdad y la justicia

 

El abogado querellante Pedro Pirovani expresó que «cada vez estamos más convencidos de que eso no fue un accidente. Y en la tarea titánica de demostrar al pueblo misionero que mi padre no fue el responsable, y limpiar su buen nombre, es que voy a seguir esto hasta las últimas consecuencias. No solo por la memoria de mi padre, sino porque el pueblo misionero necesita saber la verdad. La justicia es lenta pero llega. Ojala llegue y que gente que ha estado involucrado en el tema la pague. Cuando digo ‘pague’, digo que le caiga encima el peso de la Ley, con Jueces probos que resuelvan la cuestión a derecho. Hoy nos encontramos con más de tres cuerpos de expedientes, con material periodístico, recortes de diarios, fotografías, y otros elementos que nosotros entendemos son de importancia, que están resguardadas en cajas de seguridad del Juzgado Federal. No es fácil pero somos optimistas».

 

En 2013 se cumplirán cuarenta años de la tragedia. Y se cumplirán diez años del inicio de la valiente investigación y lucha de las hermanas Ayrault, en procura de la tan postergada verdad y justicia; lucha que desde hace seis años tiene en sus filas, además, al único hijo de Irrazábal y a los hijos del piloto Pirovani.

 

Los hijos de las víctimas se sienten cada vez cerca de la verdad definitiva. En breve, se producirá un hecho que podría terminar de confirmar la teoría del atentado. «Ya lo hablamos con la Fiscalía, pediremos la exhumación de los cadáveres, porque nosotros entendemos, a partir de esta declaración de que el avión explotó en el aire, que fue fruto de una bomba. Y si hubo una bomba tuvo que haber habido un explosivo, tuvo que haber habido pólvora. Y eso queda. Con estos estudios, se podrá detectar si existen restos de pólvora en los cuerpos. Aun necesitamos saber quiénes van a ser los peritos, porque eso lo define el Juzgado Federal, pero es una prueba que está por salir», anticipó el abogado Pirovani.

 

 

Foto: Las hermanas Ayrault y Canco Irrazábal frente al Juzgado Federal de Posadas. / Autor: Sebastián Korol

 

Notas:

 

1- Palabras reproducidas por el diario El Territorio en su edición del 1 de diciembre de 1973.

2- Palabras textuales reproducidas en el expediente policial.

3- URQUIZA, Yolanda, y ÁLVAREZ, Norma. «Misiones entre la provincialización y la dictadura» (1953-1976). Editorial Universitaria. Posadas, Misiones. 2010.

4- RIPOLL, Carlos Alberto. «A 33 años del asesinato de Francisco Victorino Ripoll». Diciembre de 2004. En http://www.lineacapital.com.ar/?articulo=58.

5- Ibídem.

6- Declaraciones reproducidas por el diario El Territorio. 26 de mayo de 1976.

7- GONZÁLEZ JANSEN, Ignacio. «La Triple A». Buenos Aires: Contrapunto, 1986.

8- GILLESPIE, Richard. «Montoneros. Soldados de Perón». Buenos Aires: Editorial Grijalbo, 1987.

9- Así lo declararon en el expediente judicial testigos directos del momento narrado.

 

Sebastián Korol es Co-director de la Revista SUPERFICIE.

Fuente: AREGNPRESS.Info

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos Relacionados

  • Entre besos y sabáticos

  • La ley de 1864 que prohíbe el aborto en Arizona no hará a Estados Unidos “grande”

  • La nacionalidad salvadoreña en rebaja