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Por El Lector Americano
Virginia, noche, 19 de noviembre, 2023.- La gente, el pueblo, decidió. Ganó Javier Milei y será presidente y la ultraderecha llega al poder en Argentina. Desde el 10 de diciembre la mayoría del país del tango experimentará a un presidente anarcocapitalista y que gana con contradicciones en primera persona: voy a hacer mierda el Banco Central/no voy a hacer lo que dije del Banco Central. Privatizaré la Educación/no privatizaré la educación.
Así es, y será. Cuesta imaginarlo a Milei presidente, pasando por la piedra a Brasil o a China. O pisando al Papa Francisco como lo hizo todo este año. El país será un laboratorio fascista en el que el desprecio a los otros, y la tontería será una constante. Lo mismo que la persecución a los militantes populares, porque para hacer gobierno Milei necesita apretar a la gente.
Una amiga me confesaba —con miedo— que desde la pandemia algo de la salud mental, individual y colectiva, de los argentinos se había alterado profundamente. Y yo pensé, bueno, en el mundo también pasó algo así. Y de alguna forma todo empezó a cuestionar a las ciencias duro e incluso a promover el terraplanismo y otras verduras. Y los grandes medios de comunicación alimentaron eso, y hoy Argentina terminó eligiendo a un presidente que va a romper con la lógica de Galileo, y, como lo dijo, piensa quebrar las relaciones con países “comunistas” como China y Brasil. Que privatizaría los proyectos que le darían posibilidad de un crecimiento inédito al país: yacimientos petroleros y gas, y el litio. Que la educación pública se financiaría a través de “Boucher”, privatizará otra vez los fondos previsionales, las universidades públicas, la Tv pública y el Seguro Social Argentino, que son es el Anses y el PAMI. Y, para ser coherentes con su fascismo, dijo que liberaría a los genocidas, reivindicando el terrorismo de Estado de la junta genocida desde 1976 a 1983.
La sensación es, que ayer no ganó Milei, sino que perdió la política, la misma que hace tiempo le venía dando la espalda a la gente.
También, hay que decirlo de una vez por todas, que si en el país no existiera un periodismo cómplice y deshonesto como el que ayudó a Milei a llegar al poder, hoy día no estaríamos hablando de cómo ganó la Presidencia. Porque Milei tuvo kilómetros de horas de Tv y de aire de radio, y notas de prensa que ningún otro “personaje” o candidato entre 2017 y 2018 haya tenido. Cuando el tipo hablaba de teoremas económicos, y ningún periodista serio le pidió explicar ninguno de sus argumentos o medidas taxativas para saber cómo sería su gobierno si era elegido presidente en Argentina.
Por otro lado —y esto no es poco— tampoco hubiese sido tan determinante el triunfo de Milei si Alberto Fernández, hoy presidente de Argentina, no hubiera gobernado solo, aislando a sus aliados que lo llevaron al poder, y no honrar su plataforma electoral con sus electores del campo popular. Su aislamiento fue faccioso e irresponsable. El daño a partir de este domingo 19 de noviembre será enorme.
Este 19 de noviembre 2023, Argentina retrocedió 23 años, de vuelta al 2001 en lo económico, pero con un gobierno electo que quiere hacer gobierno como la dictadura fascista de Videla y compañía de 1976. El país está quebrado y frenético. También se quebró el pacto democrático y la legitimidad ganada en las calles por la memoria histórica. El mismo votante que salió a apoyar a Milei, que salió a votar contra la corrupción, y la casta política, anoche votó por un tipo que propone vender a los niños en adopción, los órganos humanos, o por 70 mil dólares poder ir en su lista para hacerte diputado o senador.
Esto que escribo, triste y angustiado, no escapa a la sensación desoladora que hoy está invadiendo a una gran parte de la sociedad argentina. Por el momento, es imprescindible ser frío para saber lo que se viene, y evitar un descargo desde las vísceras. Pero no deja de ser una tristeza y melancolía desastrosa, un domingo de noche, como si estuviera en el borde del mundo. Pero desde lejos, no me importa decir que Milei y los suyos son mala gente. Y no quiero hacerle caso a ese lugar común que dice que los pueblos tienen el gobierno que se merecen. Esta noche la Argentina, y lo digo sin asco, se merecía otra cosa, pero los resultados están a la vista.
Y dentro de este contexto que sabe a borrachera de vino picado, los saludos protocolares que van desde Elon Musk, Bolsonaro, Trump, Boric de Chile y Lula de Brasil, el saludo del embajador de Estados Unidos en Argentina, es casi una patada en los testículos. Marc Stanley, el embajador, sus felicitaciones se parece más a un dirigente de izquierdas comparado con Javier Milei. El comunicado dice: “Esperamos trabajar juntos en las prioridades compartidas entre nuestros dos países, incluyendo la protección de los derechos humanos y la democracia, la lucha contra el cambio climático, la mejora del clima de inversiones y la inversión en la clase media». El embajador destaca puntos neurálgicos de acción política, muy progresistas de acuerdo a las promesas de campaña del presidente electo Javier Milei.
Así está la cosa… una implosión de la eterna visión que tienen los argentinos de ellos mismos, que no termina de resolverse, entre los proyectos “populares” y los oligárquicos de cuarta, que siempre estuvieron en el gobierno entre la mala memoria acompañado con pizza y champaña.
Al final, las pugnas políticas y sociales siguen en la calle. No todo es fútbol y Messi en Miami. Lo que pasa es que es difícil comerlo y beberlo de golpe, cuando una gran parte del país tiene una emoción negativa del futuro, ese que nunca llega.
¿Y cómo será el gobierno de Javier Milei presidente? Esto, un tipo sin experiencia en gestión de ningún tipo, sin gobernadores propios, sin alcaldes, sin mayoría parlamentaria, sin mínima organización de absolutamente ninguna gestión pública, o privada. Y, estructuralmente, todo lo que imponga Mauricio Macri, el expresidente que endeudó por 100 años a la Argentina, al final eso pesará en este inédito momento de la historia de la República Argentina.