Foto: cortesía Democracy Now!
Aumenta el temor a que se genere una guerra regional en Oriente Medio después de que un alto funcionario de la organización Hamás fuera asesinado el martes en un suburbio de la ciudad libanesa de Beirut.
El número dos de Hamás, Saleh al-Arouri, murió en un presunto ataque israelí con drones en el que también murieron otros seis miembros de la organización. Al-Arouri dirigía las operaciones de Hamás en los territorios ocupados de Cisjordania, y fue a quien se le atribuyó también el fortalecimiento de las relaciones diplomáticas entre Hamás y el grupo libanés Hizbulá.
En Cisjordania, los palestinos están realizando este miércoles una huelga general en protesta por el asesinato de al-Arouri.
Está previsto que el líder de Hizbulá, Hassan Nasrallah, pronuncie este miércoles un discurso en respuesta al ataque. Si bien Israel no se ha atribuido la responsabilidad del asesinato, un destacado legislador israelí felicitó a las agencias de inteligencia Mossad y Shin Bet en las redes sociales. Un portavoz del Ejército israelí dijo que las fuerzas armadas estaban en un “muy alto nivel de preparación en todos los ámbitos, en defensa y ataque”.
El primer ministro libanés, Najib Mikati, condenó el ataque con drones y advirtió que dicha acción “busca llevar al Líbano a una nueva fase de enfrentamientos”. Los funcionarios de la ONU en el Líbano están instando a todas las partes a mostrar moderación para evitar un conflicto más amplio.
Supervivientes de ataques que Hamás realizó en octubre demandan a fuerzas de seguridad israelíes

En Israel, 42 sobrevivientes de los ataques que la organización Hamás llevó a cabo el 7 de octubre están demandando a las Fuerzas de Defensa de Israel, la agencia de inteligencia Shin Bet y a la policía israelí por la masacre.
Los demandantes, que se encontraban el 7 de octubre en el festival de música Nova que se realizó en el sur de Israel, acusan a las fuerzas de seguridad israelíes de haber aprobado el evento cuando existían inquietudes en cuanto a la seguridad del mismo, y de no haber cancelado el festival ni dispersado a la multitud tras haber recibido apenas unas horas antes de la matanza información sobre una violación de seguridad.
Esto se produce al tiempo que una investigación del periódico The New York Times revela que las fuerzas armadas israelíes respondieron a la masacre de manera desorganizada y no tenían un plan para detener un ataque de este tipo, que se llevó a cabo durante horas “sin obstáculos”.