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Por Isaac Cohen*
Los indicadores recientes de la actividad económica en Estados Unidos aún no reflejan el impacto previsto de la aprobación de la legislación que extiende las reducciones de impuestos, que expiran a finales de año. Lo mismo ocurre con el shock arancelario previsto, que depende de los resultados de las negociaciones en curso con los principales socios comerciales.
Por ejemplo, a pesar de la recaudación por parte del Departamento del Tesoro de 37.800 millones de dólares en nuevos aranceles a las importaciones de automóviles, acero y aluminio, principalmente de Canadá, China y México, la inflación aumentó ligeramente en mayo. El Índice de Precios al Consumidor, publicado la semana pasada por la Oficina de Estadísticas Laborales, aumentó un 2,4 % interanual, desde el 2,3 % de abril. Esto indica que los importadores aún no han aumentado los precios.
Sin embargo, existen algunas señales preocupantes que podrían alterar decisivamente el panorama. Por ejemplo, los precios del petróleo mostraron una tendencia a la baja, acercándose a los 60 dólares por barril, debido principalmente a los recortes de producción de algunos de los principales miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo. El conflicto entre Israel e Irán ha impulsado los precios del crudo West Texas Intermediate (WTI) a más de 73 dólares por barril. Además, en Estados Unidos, las recientes redadas contra trabajadores extranjeros están obstaculizando el empleo en sectores con alta demanda de mano de obra, como la agricultura, la hostelería y la confección.
*Analista y consultor internacional, exdirector de la CEPAL en Washington. Comentarista sobre temas económicos y financieros para CNN en Español, Univisión, Telemundo y otros medios.