Por Daniel de Cullá
Nos encontramos en una buena casa
De la Carrera de San Jerónimo, en Madrid
Donde habitó en su día
El pintor burgalés
Marceliano Santamaría
Día espléndido donde los haya
Como esa medalla que lleva colgada mi mujer
En la canal de su pecho
Y que tiene dos caras.
Sin embargo, amanecí aterido de frío
Habían dado las diez
Cuando mi mujer escapó a la plaza del mercado
Sin ser vista
No sin antes mirarme
Y reírse pensando:
“De estos hombres se hacen los obispos”
Me siento a la mesa
A tomar la tostada
Y el café con leche preparados
Pero antes,
Termino de leer un poema empezado:
El poema LXXII de Gustavo Adolfo Bécquer
En la Antología Cátedra de Poesía
De las Letras Hispanas
Que comienza con:
“Cerraron sus ojos
Que aún tenía abiertos,
Taparon su cara
Con un blanco lienzo”…
Pensando en la muerte
Que tanto amaron los poetas románticos.
Mientras el péndulo del reloj
Oscila pausadamente
Yo me digo entre sorbo y sorbo de café con leche
“Que la religión es un rollo patatero
Engaño y embuste de curas
Para embaucar el día de la muerte
A cuatro majaderas y majaderos”
Llega mi mujer
Me mira y se sienta a mi lado
Diciendo:
En la plaza del mercado
Escuché decir
A un grupo de alborotadas mujeres
Que el empleado del frutero
Se fugó con los cientos de euros de la caja.
A otra mujer le pedían anunciara
Las noticias de la prensa diaria
Diciendo así:
-¿Qué dicen los periódicos?
-Que mañana lloverá
¿Cuál es tu tierra?
-La de mi mujer
Patada de Burra no mató Asno
Antes del desahucio
Se suicidó hoy nuestro vecino
Ayer se encontraron dos muertos
En la carretera nacional
El suceso fue trágico:
Una joyería del centro de Madrid
Fue atracada con el triste final
De un policía herido
Un atracador acribillado a balas
Y una alhaja volada.
Termino el desayuno
Me asomó al balcón
(Esta calle de san Jerónimo
Da mal olor)
Viendo a gente bien trajeada
¡Si son políticos
Que marchan hacia el Congreso ¡
“Gente que no necesita albarda”
Termino el poema ayer comenzado
Recordándonos el estribillo becqueriano
“Dios mío, que solos
Se quedan los muertos”
Y yo
Hablando en voz alta, como gritando
Digo:
“Con el cuento del talibán
Se hace turismo
Sin nada pagar”
“Las sepulturas están hoy
Muertas de pena
Porque ni las cenas, ni los soles
Ni las Magdalenas
Las llenan”
Y le pregunto a mi mujer
“Cariño, ¿Qué es el amor?”
Y me responde
Yo bien asombrado:
-Un polvo
Daniel de Cullá escribe desde Burgos, España.
Fuente: ARGENPRESS CULTURAL