Por Andrés Eloy Hernández
Muy querido y recordado Borges:
Te celebro y recuerdo. Algo sin ocultos, por ejemplo eso de asesinarte una y mil veces después de muerto, por quienes han hecho de la cobardía una forma de venganza e hipócrita enaltecimiento a través de la falsa crítica literaria y otras cárceles culturales.
Unas opiniones del excelente escritor Ricardo Piglia me han inducido a cierta reflexión en tus 114 aniversario.
Dice Piglia, el escritor argentino autor de Blanco Nocturno: “Mientras que Borges, por otro lado, está aislado en la biblioteca pero tiene todos los libros ahí, y entonces un libro remite a otro y ese a otro y ese a otro, y eso remite a la sensación de que siempre queda algo sin leer”.
Este aspecto me ha parecido el más sobresaliente en Borges. Hubo una admiración, desde el principio de mis lecturas iniciales, que daba cierta sensación en él de insaciabilidad por la lectura y la investigación. Y cierto es que cada texto o poema, deja en el lector cierta incompletud de lo expresado, un faltante que es a la vez, una sugestión hacia dar continuidad a sus escritos. Porque creo que en Borges, Goethe y Ramos Sucre ocurre el mismo fenómeno del trasfondo detrás de las palabras, que nos induce y tal vez seduce en la pasión de estos escritores, por tomar la literatura, palabra, metáfora, texto o poema, hacia una conducción de remover como un agricultor, la palabra como ejercicio de saberes. Que no necesariamente nos va a remitir a una filosofía de su literatura, lo sabemos, pero que incita a escarbar códigos, símbolos y hasta una reeducación sobre las propias definiciones, palabras y conceptos, pues ellos advierten que cada escritor es una atmósfera de signos y de inventos y las palabras y los objetos no son exactamente lo que definen nuestros diccionarios.
Las academias tienen mucho tiempo que se fueron de la literatura.
Creo que es virtud de Borges romper el pensamiento lineal de la literatura, refuerza la admirable invención de sus escritos y lo convierte en un anti-héroe escritor que no presume otra cosa, que enseñar con su imaginación y rigor de búsqueda y encuentro. Tal vez el más pedagógico de los escritores del siglo XX y que hace posible un renacimiento de una literatura superior, sin más. Maestro no solo por lo que enseña, sino por lo que sugiere. Creo que no hay nada más sugestivo en la literatura que los gatos, el mar y los espejos. Los gatos son extraordinarios literatos porque buscan la verdad en la nocturnidad de los techos bohemios. El mar es magistral porque lee y escribe al mismo tiempo disolviendo y reinventado al hombre mientras este se esfuerza inútilmente en destruirlo. Y los espejos son los magos eternos que nos ocultan a cada momento la eterna juventud que han perdido los nuevos analfabetas, que sabiendo leer han emigrado de la palabra, hacia la nueva era, la comida rápida y otros desperdicios.
Sé que nos convocas, además, a realizar una noble tarea de saneamiento ecológico-literario, ya que es mucha la basura que brilla y encandila, como apuntaba Goethe.
Saludos Borges, porque sé que estás vivo.
Andrés Eloy Hernández escribe desde Caracas, Venezuela.
Fuente:ARGENPRESS CULTURAL