¡Todo, todo cambia!
Esto lo dijo cantando
la asombrosa Mercedes Sosa,
y ahora lo dice llorando
la humanidad pesarosa.
Y en estas horas de libre cambio,
de nuevo orden, cambiar es la moda
llevada hasta la histeria,
pues a gusto o a empellones
cambia el pobre su pobreza por miseria
mientras cambia el rico sus miles por millones.
Cambia el burgués su lecho sedentario
por un trono de empresario
o de alto funcionario,
mientras cambia el activista,
en acción desvergonzada
su conciencia y su opinión por una almohada.
Cambia el cura indulgente
sus sermones por condones
mientras cambia el creyente
sus oraciones por maldiciones
y cambia el proletario su guerra por salario
por una hamburguesa o un escapulario.
Y de observar ya me canso:
cambia el oprimido su sueño cotidiano
por el utópico mendrugo del sueño americano,
mientras cambia el guerrillero su guerra
por un pedazo de tierra…
para su eterno descanso!
¡Hasta la rumba cambió de rumbo!
Pero en este cambiante mundo
hay algo que nunca cambia:
el ideal de los que luchan
para que cambie la justicia:
¡los guerreros de la libertad,
los guerreros contra el libre cambio:
¡los revolucionarios!
Julio Herrera escribe desde Montreal, Canadá
Fuente: ARGENPRESS CULTURAL