Bei Bei uno de los tres pandas que regresaron a China desde el Museo Smithsonian en Washington, D.C.. Foto: indystar.com
Por Teresa Gurza
Icebergs que se derriten, pandas que regresan a China y ballenas que regresan al Océano Índico fueron interesantes temas tomados recientemente por la BBC.
* Alessandra Correa informa en un artículo del 10 de noviembre, que China está pidiendo devuelvan los osos panda que había prestado o alquilado a varios países, porque decidió no renovar los contratos que había hecho por “amistad y cooperación”.
Ya le regresaron los que vivían Japón y Países Bajos; 3 que vivieron durante 23 años en el Parque Zoológico Smithsoniano de Washington, y pronto seguirán los prestados a Reino Unido y Australia.
En 1972, meses después de la histórica visita de Richard Nixon a Pekín, China regaló a Estados Unidos los osos Hsing-Hsing y Ling-Ling, porque la entonces primera dama Pat Nixon comentó a Zhou Enlai lo “tiernos” que le parecieron los que había visto en el zoológico de esa ciudad.
Para entonces la estrategia diplomática de los pandas, considerados un símbolo de China y un tesoro nacional, tenía siglos de tradición; que probablemente comenzó, cuando la emperatriz Wu Zetian (624 a 705), de la dinastía Tang, envió un par a Japón.
Después del triunfo de Mao, se dieron a decenas de países para promover vínculos políticos y económicos.
Pero a partir de 1980 de los pandas regalados se pasó a préstamos y alquileres hasta en un millón de dólares al año, que el gobierno chino debía invertir en preservar los bosques de bambú del centro del país, donde habitan poco más de mil 800 en estado salvaje.
* Tras 36 años de estar anclado al fondo del mar de Weddell, un iceberg más alto que el Empire State desprendido de la costa antártica en 1986, comenzó a moverse el año pasado.
Fue parte de un desprendimiento masivo de icebergs de la barrera de hielo Filchner, de la Antártica y albergaba una estación de investigación soviética.
Y ahora convertido en una isla de hielo de unos 4 mil kilómetros cuadrados y 400 metros de grueso, está a punto de salir de las aguas antárticas.
Los investigadores dicen que lo mueven el mar y vientos del oeste; los mismos que el explorador Ernest Shackleton aprovechó en 1916 para escapar de la Antártica tras perder su barco, el Endurance.
Y aseguran que todos los icebergs, por grandes que sean, están condenados a derretirse y desaparecer y eso es bueno para los océanos y fuente de nutrientes para los organismos que forman la base de las cadenas alimenticias, porque los “fertilizan” al liberar el polvo mineral incrustado en su hielo.
Pero advierten que si llega a tocar tierra en la isla Georgia del Sur podría causar problemas a millones de focas, pingüinos y otras aves marinas, porque perturbaría las rutas que usan para alimentar a sus crías.
*Regresaron las ballenas azules al océano Índico, de donde habían desaparecido por la caza intensiva, aseguran Victoria Gill y Kate Stephens del Equipo de Ciencia de la BBC.
Dicen que hay indicios que podrían estar reproduciéndose alrededor de las islas Seychelles.
Lo que califican como “victoria de la conservación”, después de que la flota ballenera soviética diezmara la población al matar alrededor de 300 mil ballenas azules, según cifras de la Comisión Ballenera Internacional.
Pero alertan que su número sigue siendo una proporción ínfima de lo que fue y se considera en peligro de extinción.
En un viaje de exploración, los científicos colocaron un micrófono subacuático y escucharon el golpeteo de cachalotes a miles de metros de profundidad y a delfines hablando entre ellos y localizándose a través del eco.
Y Chris Watson, sonidista que ha grabado ballenas azules en el golfo de California y participó en el viaje a las Seychelles, explicó que el sonido viaja mucho más rápido y más lejos en el agua y eso permite a las ballenas azules comunicarse a distancias de miles de kilómetros.
Los machos cantan durante la época de reproducción a tan baja frecuencia que está fuera del alcance del oído humano, pero analizando cuidadosamente la grabación, pudieron oírlo.
Y concluyeron que la zona podría ser lugar de reproducción o cría, como consecuencia de haber sido protegida con un canje de «deuda por naturaleza», de casi 22 millones de dólares, a cambio de hacer más para proteger sus océanos.
Una de las principales preocupaciones es proteger a las ballenas azules de la contaminación acústica, que viaja con la misma eficacia a través del agua.
Y como en las Seychelles hay poco tráfico marítimo, es un lugar tranquilo y seguro para estos animales; los más grandes de la Tierra.