Cometas, papalotes o volantines

Por Teresa Gurza

Mientras la solidaridad recibida, ayuda a disminuir el dolor de la Ciudad de México, donde nací y pasé gran parte de mi vida, y del estado de Morelos epicentro del sismo y donde ahora radico, quise escribir sobre algo más amable, para aminorar un poco el estrés que todos sentimos estos días.

Como muchos de ustedes seguramente saben, Chile es un país muy bonito; y es septiembre, que allá también se dedica a la patria, uno de los más lindos meses; porque da inicio la primavera austral y de pronto, comienza una explosión de flores en todas partes.

Lo que hace realidad la primera estrofa de su himno nacional, que dice: “Puro, Chile, es tu cielo azulado… y tu campo de flores bordado, es la copia feliz del Edén”
Y con la primavera austral, llegan los volantines; como les dicen allá a nuestros papalotes, palabra náhuatl con la que los mexicanos los llamamos y que me encanta y significa mariposa.

El rodeo, que es una especie de nuestro jaripeo, y lanzar volantines de mil formas y colores, que por ser más pesados que el viento necesitan corrientes de aire para volar, son los principales deportes nacionales chilenos; y en esta temporada septembrina, en cualquier playa, carretera, o campo, se ve a niños volándolos.

Las cometas, o volantines o papalotes, tienen más de cinco mil años de existir; y como muchísimas otras cosas preciosas, son de origen chino.

Recuerdo ahora, que la República Popular China enviaba de regalo al Partido Comunista Mexicano para ser vendidos en el festival de su periódico Oposición, unas maravillosas y gigantes cometas de seda natural, que todo mundo anhelaba comprar.

Y en Wikipedia leí que el año mil 200 antes de Cristo, las cometas eran utilizados en China como dispositivos militares; y sus movimientos y colores, indicaban diferentes mensajes y ordenes; mismas, que se comunicaban a la distancia a los distintos destacamentos militares.

De China, pasaron a Europa; y ya en el siglo XII, hay referencias de niños que les añadían cuerdas para hacerlas sonar, mientras volaban.
Las cometas han sido usadas también, como equipos de medición atmosférica; han servido de inspiración a investigadores, sabios y novelistas; y tenido gran influencia en la invención y fabricación de planeadores, paracaídas y parapentes.
El científico estadounidense Benjamín Franklinutilizó una, para investigar los rayos y poder idear el pararrayos.
Basándose así mismo, en los usos que les daban los antiguos chinos, en 1903 se diseñaron en Australia unas alas, que combinadas con un motor de explosión interna liviano y potente, fueron antecedente del primer avión operativamente práctico, de los hermanos Wright.
Y en su libro Dos años de vacaciones Julio Verne, sube a un volantín a uno de sus personajes adolescentes, para explorar la isla Chairman, llamada así en honor al colegio de los jóvenes náufragos; pero se trata en realidad, de la isla chilena Hanover.
De China las cometas pasaron a Europa, en el siglo XII; y llegaron a América, a finales de 1780; y a través de los años y hasta la actualidad, volar papalotes es un juego consentido de niños de todas las culturas.
Y en Chile ha sido popular durante más de siglo y medio; y se sabe que una ley de 1875, condenaba a seis días de prisión a quien volando volantines tirara tejas de las casas.

Según leí en El Mercurio, que este septiembre publica una historia del volantín, a mediados de 1900 “el volantinero” Guillermo Prado Cabalán, inventó el carrete; que es una “roldana”, hecha con madera de árboles nativos del Cono Sur como el alerce y el raulí, donde se enreda el hilo que puede ser liso, o con astillas de vidrio para cortar el hilo de otros volantines durante las competencias.

Cuando viví allá, esos volantines con “hilo cortado” estaban prohibidos por las lesiones que causaban; pero no se hacía mucho caso y siempre había algunos heridos.

Prado era un profesor civil en la Fuerza Aérea de Chile, qué fascinado con los volantines, se dedicó a estudiar su peso, tamaño y proporciones, para dar con las medidas ideales y fabricarlos con precisión y conocimientos de geometría.

Y tras muchas pruebas y sugerencias de niños, añadió popotes para pegar sus partes y recortó la cauda, para reducir la resistencia; y actualmente se realizan competencias de volantines con carretes y a mano limpia, entre niños, jóvenes y adultos, interviniendo en ocasiones cientos de participantes y a veces por su tamaño, requieren de dos manejadores.

Pero de un modo o de otro, siempre relucen en los azulísimos y bellos cielos de los septiembres chilenos.

Artículos Relacionados

  • Réquiem

  • 99 DIAS                        

  • Una semana para recordar y seguir adelante