Por Milagros Lizárraga
LOS ÁNGELES.- El secretario de Estado de EE UU, Anthony Blinken, entró a los recintos donde se llevaba a cabo el Foro de la Juventud, no estaba agendado, pero la aglomeración de camarógrafos había delatado que un personaje de gran importancia estaba por llegar. Una mujer de vestido naranja realizaba una especie de coreografía donde ella ordenaba quiénes iban y dónde, se agachaba para no tapar los lentes y abría sus brazos mientras avanzaba en cuclillas para que los camarógrafos retrocedieran.
Una señora de mantenimiento miraba ese espectáculo a lo lejos agarrando sus herramientas de limpieza mientras esbozaba una sonrisa sarcástica. Afuera, las calles estaban congestionadas, con desvíos y manifestaciones en las cercanías del Centro de Convenciones. La llegada de los representantes de los gobiernos del continente americano a Los Ángeles era sentida por diferentes personas como un encuentro, un choque, un espejismo, o una realidad aparte.
La imagen gigante del Planeta Tierra sobre una pared enmarcaba el escenario que Anthony Blinken recorría; allí estaban todos los países presentes al margen de cualquier polémica. Somos del hemisferio occidental y estábamos en la IX Cumbre de las Américas que se desarrolló en Los Ángeles, California, del 6 al 10 de junio.
Queja con responsabilidad
Blinken empezó su recorrido donde conversaba, uno por uno, con varios jóvenes de diferentes países americanos, los que le mostraban sus trabajos a través de los cuales contribuyen al progreso, la defensa del medio ambiente y de los derechos humanos.
La actitud de la primera joven mexicana me llamó la atención, podía escuchar muy poco lo que le decía a Blinken, mas su postura y expresión corporal lo decían todo. Al día siguiente la encontré como una de las expositoras del foro, se trataba de Elizabeth Nava, y pude escucharla claro y fuerte. “Me resisto mucho al inglés,” dijo, y continuó:
“Ayer me recordaba a una comunidad indígena en Chiapas cuando estaba en un programa de desarrollo social de una universidad famosa y dijimos: Vamos a enseñarles español porque eso es desarrollo… Entonces me siento hoy día como una indígena con resistencia al inglés y sólo quiero transmitirles esa sensación; y es no meterme al sistema, no meterme hacia donde vamos todos. Siento que a veces estamos arriba, a veces estamos abajo y recordé a los indígenas que, al querer enseñarles español, alguien nos dijo que ese era “nuestro” concepto de desarrollo.
La acción más profunda es tomar la queja con responsabilidad. Todos tenemos alguna queja de algo en la vida, de la sociedad, del gobierno. La acción más fuerte es asumir la responsabilidad de que somos sensibles al dolor humano. Lo que mueve a este mundo es el amor y este es el camino de la sensibilidad, cuando vemos al perro de la calle como un poste, a la basura como parte del escenario y no nos quejamos, creo que ese es el problema más fuerte; la famosa anestesia social. Los jóvenes tenemos la responsabilidad de quejarnos con acciones, de no dejarnos absorber por el sistema.”
“La juventud no es el futuro, es el presente” repitieron jóvenes y adultos a lo largo del evento. En el VI Foro de la Juventud de la IX Cumbre de las Américas se sintió con mucha fuerza la energía de esta generación de jóvenes americanos que habían llegado a la Cumbre no sólo a exponer su trabajo, sino también a quejarse con responsabilidad y a formar parte de la conversación, de las decisiones que continuarán moldeando el mundo que ellos están heredando.
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Ⓒ2022 Milagros Lizárraga
