Donald Trump…Te quiero…no te quiero…

EL PRECANDIDATO REPUBLICANO NO LOGRA IMPRESIONAR AL ELECTORADO FEMENINO

No es sólo que hay más mujeres que hombres en Estados Unidos, también hay muchas más propensas a votar. El magnate minimizó la agresión contra una periodista por parte de su jefe de campaña y se desdijo de un comentario sobre el aborto.

Donald

Donald Trump a menudo dice una cosa cuando trata de decir otra muy diferente. Por eso, cuando a mitad de un discurso en un salón de un hotel en Janesville, Wisconsin, una tarde de la semana pasada, dijo que se sentía culpable por los miles que se quedaron afuera, en realidad estaba alardeando que mucha gente lo quiere

Entonces, como siempre, se desvió hacia otro tema. Desenvitó a todos los hombres para las primarias de Wisconsin, pero no asi las mujeres. Lo cual se puede traducir como que tiene un “problema con las mujeres” y este flirteo le podría ayudar.

Después de su derrota electoral de 2012, el Partido Republicano se hizo una autopsia que enfatizó exactamente ese tema. Mitt Romney había perdido las mujeres en favor de Barack Obama por once puntos, en parte porque los demócratas habían sido capaces de representar a los republicanos librando una “guerra contra las mujeres”. Eso fue gracias a personas como Todd Akin, candidato al Senado de Estados Unidos en Missouri, quien, se recordará, se posicionó en contra del aborto en casos de violación, ya que, “si se trata de una violación legítima, el cuerpo femenino tiene formas para tratar de ocultarlo”.

Este año, tendrán que hacerlo mejor. El asesoramiento en el informe incluía: “Hacer un mayor esfuerzo para escuchar a las votantes mujeres, dirigir sus propuestas de política a lo que aprenden de ellas y comunicar que ellos entienden por lo que está pasando una mujer que hace equilibrio entre muchas responsabilidades”. Se podría pensar que tienen algo más de que preocuparse: si Hillary Clinton se convierte en la candidata demócrata, las votantes femeninas se precipitarán ante la oportunidad de elegir a la primera mujer presidenta de Estados Unidos. Pero podría ser un mal diagnóstico. A su rival en la interna demócrata Bernie Sanders, de 74 años, le está yendo muy bien atrayendo a votantes femeninas.

La mañana después de la aparición de Trump en Janesville, su contendiente más cercano en la carrera por la nominación republicana, Ted Cruz, participaba en un acto de campaña más íntimo a 50 kilómetros al norte de Madison, la capital del estado. Sentadas en cómodas sillas a su alrededor estaban su esposa, Heidi, su madre y también Carly Fiorina, la única mujer en la contienda por la nominación republicana, hasta que se retiró hace unas semanas.

Cruz es tan empalagoso como Trump es machista. “Estamos aquí porque amamos a nuestras familias”, afirmó suavemente. “Las mujeres no son un interés especial. Las mujeres son la mayoría de los Estados Unidos de Norteamérica. Y cada tema es un asunto de mujeres”.

No es sólo que hay más mujeres que hombres en el país, también hay muchas más propensas a votar. En 2012, hubo una diferencia de cuatro puntos porcentuales en la participación. Mientras que el 63,7 por ciento de las mujeres fue a las urnas ese año, solamente el 59,8 por ciento de los hombres lo hicieron. Así que Cruz tiene razón. No estamos hablando de un nicho electoral aquí, sino de la mayor circunscripción que hay.

También en Madison más tarde ese mismo día, el senador Sanders habló a sala llena en el húmedo Teatro Orpheum que está a la sombra del Capitolio. En el foso, donde este reportero estaba sentado, estaba lleno de hombres y mujeres de mediana edad, supongo, de aproximadamente 29 años (no estoy contando los pocos bebés que habían entrado de contrabando). Resulta que lo que va de esta carrera las mujeres menores de 45 años están del lado de Sanders sobre Clinton por una diferencia de casi treinta puntos.

El género de los candidatos “no tiene nada que ver”, con lo que le gusta o no le gusta, Linda Arndt, de 63 años, una veterinaria retirada también en el Orpheum, añadió que si Clinton es la nominada, ella podrá o no apoyarla en la elección general. “Creo que Bernie ha inclinado a Hillary de alguna manera hacia la izquierda y dependiendo donde terminó aterrizando en algunos de los temas, yo tendría que pensar sobre eso”.

Arndt, sentada junto a su marido, Jack, un oficial de policía retirado, está segura de una cosa: su total desprecio por Trump. “¿Puedo decir esto?”, le pregunta a él, casi retóricamente. “Hablamos de mudarnos a Canadá si Trump es elegido presidente”, dice ella. Es una corta distancia desde Wisconsin.

Era casi surrealista presenciar con qué rapidez Trump cavó su fosa con las mujeres en sólo dos días en Wisconsin. Había comenzado la caída una semana antes, cuando publicó una imagen poco favorecedora en Twitter de Heidi Cruz junto a la favorecedora de su esposa, Melania, una eslovena estadounidense, que fue modelo, con la amenaza de “deschavarse” sobre la esposa del senador.

La reunión en Janesville de Trump comenzó justo horas después que su jefe de campaña, Corey Lewandowski, había sido acusado por supuestamente agarrar y lastimar a una periodista, Michelle Fields, en un acto de campaña en Florida. Él no se disculpó, ni ofreció despedir a su ayudante, sino más bien Trump dijo que Fields había exagerado todo el asunto. El video del altercado liberado por la policía lo demostraba, dijo, porque en el momento en cuestión, apenas pareció estremecerse.

“¿No empezarían a gritar o algo? ¿Vieron un cambio en su cara?”, le preguntó a la multitud, a lo que una mujer gritó que ella tampoco había visto ninguna reacción por parte de Fields. “Lo miré en pantalla ancha”, le gritó al candidato desde atrás. “No había nada!”, rugió la multitud.

Pero luego se puso mucho peor. Grabando una entrevista con Msnbc el miércoles, Trump sugirió que ante la eventualidad que los abortos fueran ilegales en Estados Unidos las mujeres que los tuvieron tendrían que enfrentarse a “algún tipo de castigo.” Más tarde dio vuelta el comentario, diciendo que eran los médicos los que tendrían que ser castigados y no las mujeres, pero el daño ya estaba hecho. Ayer algunos comentaristas se mostraron comparando a Trump con el mencionado Akin (que no fue elegido).

Es poco probable que las mujeres que ya apoyan a Trump dejen que apoyarlo, incluso ahora, pero después de una semana como ésta, es difícil ver cómo podría ganar a las adicionales votantes femeninas que necesitará si tiene alguna esperanza de construir una coalición lo suficientemente amplia como para ganar en noviembre, incluyendo a los independientes.

Tres cuartas partes de todas las mujeres votantes lo ven negativamente, de acuerdo con una nueva encuesta de ABC-Washington Post, así como dos tercios de todos los votantes independientes. Una encuesta de NBC-Wall Street Journal encontró que una mitad de las votantes republicanas se sentían incapaces de imaginarse votando por Trump. Su posición con las mujeres está también penetrando en las percepciones de los republicanos en su conjunto. Un sondeo de CNN encontró que mientras el 51 por ciento de las mujeres tenían una visión negativa del partido en enero, había crecido a un 62 por ciento para mediados de marzo.

Se trata de un simple (pero enorme), componente de la pesadilla que Donald Trump se ha convertido para el Partido Republicano. (¿Cómo le está yendo con ese otro crucial grupo de electores, los hispanos?) El que se beneficiará, por supuesto, será el candidato demócrata, sea Clinton o el senador Sanders.

texto traducido desde The Independent de Gran Bretaña.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos Relacionados