El Fútbol de los sueños

Foto Google

Por El Lector Americano 

Túnez, 29 de noviembre de 2022.- A diferencia de otros deportes, el fútbol no es un deporte: a veces es una pasión y una enfermedad. Y el Mundial de Qatar lo resalta y lo pone en total y una dimensión frenética de que esto es así. La locura por el fútbol se desliza en el campo de juego que —cabe destacar— no le puede dar “bola” al despectivo comentario que tuvo Borges, y que molesta, la verdad: “el fútbol no es más que veintidós hombres corriendo detrás de una pelota”.

Tampoco es bueno generalizar cuando el padre de familia arroja su escupitajo en dirección a la nuca del juez de línea, pero como está en su casa, la saliva se desliza lentamente en la pantalla de su propio smartTv. Y sí, también hay rumores ciertos de que esta enfermedad futbolística puede llegar a la locura, y se reconoce en síntomas algo deshonestos, pues —lectura política mediante— hace tiempo que el fútbol fue absorbido por el peor capitalismo de la historia moderna. O qué cada cuatro años las publicidades de cervezas o de lentejas y fideos, y den cuerda a la locura nacionalista en 90 minutos ya no es un entelequia. También es dable decir que la publicidad con cánticos pegajosos rinden más y más..: «Fideos Camelo, que si te los comes (pasión fútbol) en paralelo engordas bien… auspiciaaaa… La Copa del Mundo»…

Pero vamos al caso de la locura…
Tengo un amigo a quien llamaremos CarlosRon que, como cualquier hijo de vecino, también está enfermo de fútbol en estos días. Pero lo suyo no sólo es pasión: sino también pura genialidad del mundo del fútbol, y del discurso en general. Esta bien, puede que sea una genialidad improductiva, como los concursos de televisión, en donde aparecen personas que son capaces de multiplicar cuatro cifras por cuatro, o de cantar al revés. Pues bien, el caso de CarlosRon es algo así: él pasa largos minutos en silencio, demasiados a veces, tal vez quince o veinte minutos, y como un sabio, y no por complejo: simplemente piensa. CarlosRon en sopor. CarlosRon cerca del budismo, pero en verdad es un deambular mental por viejos programas de fútbol. CarlosRon sale del mutismo y exclama su personal ¡Eureka!, como ese griego que ahora no me acuerdo de su nombre [Arquímedes], y arranca con la siguiente frase: “¡Tengo el equipo muchachos!”. Y recita a media voz, tipo desiderata: “Equipo ofensivo. El mono al arco; Curaguilla, Pepe y Reculiao, atrás. En el medio Cordero, Pedoncio, Mofletes y MelaCasca; arriba Poronga, Potoni y NicaganDo”. ¿Qué tal?, me preguntó. Yo la verdad no le presté mucha atención, y lo tomé como una broma de muchachos con cerveza en mano. Pero al día siguiente cuando lo vi, justo cuando alguien hablaba del éxito de la serie de Pablo Escobar, nuestro CarlosRon gritó “¡Drogas!”, y empezó a armar “su equipo narco”: pero en dos líneas…“Capogrosso al arco; Escobar, LaBlanca, al medio Venta-Cocca y Mary-juana; Arraya, Porritto y PepaAzul. El técnico sería Chelo Blanc y el médico, el doctor Retoque de nariz. La particularidad de este equipo es que el balón no lo hacían correr los medio campistas, sino los carrileros que van por las orillas, marcando línea y haciendo una verdadera fumata para despistar. Tampoco puso a un jugador muy particular llamado Pititore, un mediocampista que se cortaba solo, y siempre terminaba relajado y con ojos enrojecidos después de un gol. tenía un brillo extraño en sus ojos.

Foto Google.

A mi me pareció que era demasiado delirante. Me refiero a que más que deporte era un equipo de gente cero negativo. O sea el principio del fin. Pero todo tiene un argumento, aunque sea tirado de los pelos: CarlosRon se había dado cuenta hace rato que la vida real era un engaño, que todo lo querido era el dinero. Que para los negocios existe la posibilidad de desarrollar el mismo deporte desde las orillas. También, es dable decirlo, CarlosRon se sentía solo, y tal vez esa sea la causa de cierto deslizamiento al money, hacia el copete y los excesos que ahora no conviene saber. Sus noches no eran otra cosa que mesas extendidas hacia la madrugada, que invitaban a la melancolía y a una somnolencia que, en su caso, lo inducía a un juego, y a la práctica interminable con trivias de la memoria futbolística. Por eso cuando te lo encuentras en un bar cerca de su club, se lo puede ver buscando nuevos oídos. Quiere, en su desolación poco deportiva, encontrarse con gente que lo escuche, y así va formando formaciones picarescas y atrevidas.
Hay que decirlo, toda la iniciática futbolera que inspiraba a CarlosRon, se la debía a su soledad, y esto se hizo evidente cuando lo encontré hablando solo, ensayando una conversación para el siguiente día. Le aconsejé que podría ganarse la vida con su patología, pero no sabía bien cómo explicarle para abordar esta iniciativa. El asunto es que ese día decidí no verlo por un tiempo. Me tomé un descanso en otra liga….

Foto Yanko Farias.

Pero tiempo después (seis días, vamos a decir) me contó que tenía un equipo “medio tirado de los pelos”. “A ver qué te parece, me dijo: RuloPardo; BellosoColorín, Canosa, CabezadeRodilla y PeloChuzo; en el medio Rubio, Moreno y Castaño; adelante Barbas, Crespo y PeinadoAlBife. Juegan de local en el estadio del LacioNatural.”

Allí mismo me cabreé de verdad, y no lo quise ver por un mes. Hasta que lo encontré la semana pasada, muy desmejorado. Estaba dándole duro y parejo al copete pues había empezado el Mundial de Fútbol. Tenía los ojos color tinto, y un leve color rojo en sus mejillas. Empezamos a hablar un rato, y le mentí: le comenté que había hablado con una editorial y que existía una posibilidad de volcar su talento en un libro de varieté futbolística. Él se quedó en silencio.
–¿Qué te parece? –le pregunté.
Alzó los hombros como si no le importara y susurró:
–¿Y cómo va a ser el tema “Platini” y cómo haremos con el asunto Maradooo…?
Me paré y me fui caminando por la Avenida Córner porque me di cuenta que CarlosRon estaba realmente en outside, muy adelantado en los tres palos.
El caso es que después, con todos todo los dramas urbanos, sacaron un libro
de CarlosRon: “Fútbol en tiempos de soledad”
Este libro/relatos, desopilante y loquísimo desde la portada, se presenta así:

-23 formaciones de equipos.

-18 testimonios de quienes lo leyeron.

-39 personajes como falsos 9 (enganches).

-12 circunstancias discutibles revisadas por el VAR (el autor insistía con llamarle Bar pero la editorial dijo no).

-5 episodios secretos de la FIFA jamás contados.

-4 heridos por patadas traicioneras.

-3 pizzas comidas al apuro mientras editaban el libro (2 de peperoni, 6 cafés con leche, 1 Coca Cola) y otra cosa, que no quiso pagar auspicio.

Le fue bien a nuestro amigo. Hasta firmaba autógrafos y empezó a fumar pipa. Después se habló de editar otros libros, pero sin tapas duras porque molestan en el pantalón. Se especuló con el título, “Cuéntame: ¿fue mano o no”, que está en imprenta en una colección llamada, “Días como flecha viendo el Mundial”. Según la Editorial Orsay, el libro de CarlosRon se presentará así:

-“33 cuentos inconfesables.

-25 testimonios orales sin protección.

-69 personajes oscuros y malévolos.

-12 fuentes periodísticas discutibles sacadas del Rincón del Vago.

-5 Episodios Sinfónicos que desafinan mal.

-4 Borrachos dormidos esperando el segundo tiempo.

-6 pizzas Margarita, 5 docenas de empanadas de carne cortada a cuchillo picante y de queso.

-16 cervezas calientes, y tres chicas latinas frías, y de los otros también.

-Un relato escandaloso: donde acusa de todo a un Maradona que resulta ser falso.

-Un relato de un director técnico que somete a sus jugadores a los más tremendos insultos para que templen su espíritu, remarcado todo lo que dice con un “¿Oui?” (Él tipo tuvo un tatarabuelo francés).

-Un cuento increíble de un anónimo periodista que confiesa haber lustrado con el culo la mayor cantidad de graderías del fútbol estudiantil en DC.

-La historia de un jugador parecido a Messi que era vendido cada 15 minutos de liga en liga.

-Una denuncia a un entrenador, (contado entrelíneas), que abusó sexualmente de un Toyota Yaris.

Para ir redondeando este relato, y que todo lo que se dice aquí quede más claro me gustaría hacer un punto aparte.

La Radio
Este es un capítulo especial del mundo de la radio y el fútbol, que nos recuerda este notable trabajo de las transmisiones deportivas. Sobretodo su creatividad cuando los partidos se ponían realmente aburridos. Y aquí nuestro autor destacará la “labia” de un locutor, Darío Verdugo, que después supimos era el álter ego de CarlosRon, pues como los relatos no pagan las cuentas, también se hizo locutor de lo que venga. Pues bien, aquí se relata la historia de un locutor excepcional que cuando los partidos decaían, hacia tandas comerciales jocosas y pícaras. Como esta:

“¿Te duele el tuje? ¿Arde y pica? ¡Lávate… lávate con shampoo! … ¡Mileno, el único shampoo que te humecta y te deja con olor del bueno! ¡Tú tuje lo pide! ¡Tu compañera lo suplica! ¡Mileno, el Shampoo que te deja suave como teta de monja! ¡Pídelo en tu farmacia amiga!

Lo particular de este locutor, es que era súper rápido en sus locuciones. Como la del Shampoo Mileno, que fue la leída en tan solo “6,24” (o sea seis segundos y 24 centésimas, o algo así. Bueno eso). Esto hizo que Darío Verdugo/CarlosRon pasara a ser una estrella de la locución. Era capaz de leer tres avisos en el tiempo en que un jugador se rascaba la nariz antes de lanzar un tiro de esquina.

Su rapidez era tal, que un día leyó poesía de Neruda, creo que Los versos del Capitán, justo cuando el árbitro contaba los doce pasos antes de un tiro penal.

Su habilidad fascinaba al público. Logró ser tan rápido en sus locuciones que muchas veces eran inaudibles para el oído humano. De ahí vienen los mensajes subliminales. Esto Influyó en muchas personas. Se dice que constantemente, sin ser percibido, estas locuciones fueron emiten en todo tipo de transmisiones sean o no deportivas. Como cuando después de un recital de cumbia bastante mediocre, el público que antes había insultado el show toda la noche, salieron corriendo a comprar todos los discos del cumbiero malo.

Quizás ahora mismo las locuciones de Darío Verdugo/CarlosRon me están llegando. Y sin darme cuenta mi próximo consumo ya lo hayan decidido él/ellos.

En una de esas, por eso no puedo dejar de ver el Mundial de Qatar, gritando como loco, tomándome toda la cerveza que compré para fines de año, y viendo partidos a veces tan malos que me entretengo viendo Instagram para ver qué onda por ahí… pero igual veo El Mundial porque siento que le hace muy bien a mi vida, a nuestras vidas, o lo que podamos suponer qué es eso.

¿Será por eso que tengo más recuerdos de fútbol y la gente de radio que de mi tía Taty bebiéndose el vino de mi viejo?

Al final el fútbol da para todo, y aunque no lo digamos, es una enfermedad y una pasión, y siempre da revancha a los de abajo. Pero eso es tema de otra miscelánea que ahora no lo voy a dilucidar.

¡Gooooool… la concha de la lora!
¿De quién fue? 

 

 

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