Por Thomas Sparrow
«¿Qué va a pasar cuando Obama no sea más el presidente? Van a saber dónde estoy, dónde está mi familia. ¿Es posible que seamos deportados todos?»
Es lo que piensa Claudia S., una inmigrante mexicana que vive cerca de El Paso, Texas, y que puede salvarse de ser deportada temporalmente gracias a las medidas migratorias anunciadas por el presidente Barack Obama el 20 de noviembre pasado.
A diferencia de quienes salieron ese día a celebrar a las calles, ella tiene miedo de «salir de las sombras».
Y sus temores podrían verse reforzados con la decisión de este lunes de frenar temporalmente la acción ejecutiva, que fue anunciada por un juez federal precisamente de Texas, el estado que ha encabezado la oposición migratoria a Obama.
El bloqueo judicial se produce cuando se esperaba que comenzaran a ser procesadas las solicitudes de algunos de los indocumentados beneficiados por los cambios.
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Claudia no está muy convencida de entregar sus datos personales para una acción que no le garantiza que pueda quedarse a vivir en este país y puede ser revertida por el siguiente presidente o por una decisión judicial.
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«Ahorita con esto de Obama no hay esperanza, no sabes a dónde va tu futuro», le dice Claudia a BBC Mundo en las oficinas de la Red Fronteriza para los Derechos Humanos, una organización que ayuda a los inmigrantes indocumentados que cruzan por esta parte del país.
No muy lejos está el lugar de origen de Claudia: Ciudad Juárez, la ciudad mexicana que ha tenido la reputación de ser una de las más violentas del mundo y con la que El Paso comparte una muy activa frontera.
Desde que llegó en 2000, dice, ha vivido con un estrés constante por no saber cuál será el futuro de su familia. Y su temor no parece haberse disipado con la decisión unilateral del presidente.
«Antes sabías que eras indocumentado y te tenías que cuidar de la migración, pero ahora ya no sabemos porque vas a decir dónde estás y quién eres, entonces ahora es más incierto que antes».
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«En las sombras»
El caso de Claudia no es único en esta ciudad fronteriza de Texas, que queda a unos 3.000 kilómetros de Washington.
Algunos consideran a El Paso y Juárez ciudades prácticamente simbióticas o una especie de «verdadera comunidad binacional» entre mexicanos y estadounidenses, como le dijo a BBC Mundo el representante a la Cámara por El Paso, Beto O’Rourke.
Esta mezcla se nota al caminar por las calles de El Paso y ver sus restaurantes mexicanos, la música que sale de los comercios o el español con acento mexicano que parece hablarse en todas las esquinas.
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Las medidas migratorias de Obama
- El 20 de noviembre, Obama anunció una serie de medidas ejecutivas para cambiar lo que ha descrito como el «averiado» sistema migratorio del país, sin requerir la aprobación del Congreso.
- El plan contempla ofrecerles a unos 4 millones de indocumentados la posibilidad de postergar su deportación y obtener un permiso de trabajo.
- Se benefician principalmente los padres de ciudadanos estadounidenses o residentes que lleve al menos cinco años en EE.UU.
- Las medidas son limitadas, no ofrecen un camino a la ciudadanía y pueden ser revocadas por el próximo mandatario.
- Más de 20 estados, entre ellos Texas, presentaron una demanda para frenar las acciones ejecutivas.
- Un juez federal de Texas suspendió temporalmente la acción ejecutiva el 16 de febrero.
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Y se siente al hablar con algunas de las personas que cada día cruzan de un lado para otro entre los dos países de manera legal para ir al colegio, trabajar o simplemente hacer sus compras.
Pero también se estima que hay un alto número de indocumentados que cruzaron por México y están en El Paso «en las sombras», como le gusta decir al presidente.
Para estos últimos, la frontera no es un cruce de rutina. Es una realidad tajante.
«Es lo único que hay»
Más allá de las razones por las que lleguen unos u otros, lo cierto es que este fuerte vínculo entre las dos comunidades lleva a que cualquier noticia migratoria que llegue de Washington, y en particular una que afecte tanto a los mexicanos, tenga acá una resonancia especial y se analice con cuidado.
Después de todo, una deportación de regreso a México puede estar, literalmente, a la vuelta de la esquina.
Como Claudia, Susana Herrera también se beneficia del alivio migratorio y también tiene temor de que se pueda revertir la acción ejecutiva y ella quede vulnerable, aunque admite que igual postulará para obtener el permiso temporal.
Ella dice que ha vivido como prisionera en El Paso, incapaz de salir de esta ciudad por miedo a los chequeos migratorios que podrían obligarla a dejar Estados Unidos.
«Sigue siendo un futuro incierto», le dice a BBC Mundo.

La Casa Blanca ha reconocido que tiene un desafío para lograr que indocumentados como Claudia y Susana den a conocer sus casos y presenten sus papeles.
En una reunión en Nashville, Tennessee, Obama enfatizó la necesidad de que las personas tengan confianza a la hora de postular.
«La pregunta real es cómo hacemos para que se registren suficientes personas y no sean sólo unos cuantos en unas cuantas esquinas alrededor del país», dijo el mandatario.
El gobierno también está confiado en que la iniciativa no será eliminada cuando llegue un nuevo inquilino a la Casa Blanca en 2017, y ya indicó que apelará la decisión del juez federal de Texas.
«Siempre que un presidente ha creado un nuevo programa de inmigración, ese programa ha sido respetado por otros presidentes», dijo al respecto León Rodríguez, el director de los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS, por sus siglas en inglés).
«Si califican en los programas de acción diferida, quiere decir que no caen dentro de las prioridades de expulsión del país», agregó.
Sin embargo, hispanos indocumentados como Claudia y Susana todavía tienen muchas dudas a medida que se preparan para entregar sus datos personales.
Dicen que igual lo harán pues «es lo único que hay», como confiesa Claudia.
«Es lo único que podemos agarrar ahorita».
