La resistencia a los antimicrobianos es una realidad, ante la cual obtener nuevos tratamientos no bastará para combatir la amenaza de la resistencia a los que supone para la salud. Poco podrá servir si no se logra la prevención y el tratamiento de las infecciones y promover el uso correcto de los antibióticos disponibles actualmente y en el futuro.
Por Lisandra Fariñas Acosta
Si es usted de los que en casa guarda siempre antibióticos «por si acaso» y suele echar mano de estos ante la primera «gripe» sin consultar a un profesional de la salud, sepa que con ese comportamiento está contribuyendo a una de las mayores amenazas que enfrenta la salud pública mundial.
«Estamos ante una grave falta de nuevos antibióticos en fase de desarrollo para combatir la creciente amenaza de la resistencia a los antimicrobianos», sostiene el informe recientemente publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), Antibacterial agents in clinical development – an analysis of the antibacterial clinical development pipeline, including tuberculosis.
De acuerdo con el documento, «la mayoría de los fármacos que se están desarrollando son modificaciones de clases de antibióticos ya existentes que ofrecen soluciones solamente a corto plazo».
Hay muy pocas opciones terapéuticas posibles para las infecciones resistentes a los antibióticos, señaladas por la OMS como las mayores amenazas para la salud, y que incluyen por ejemplo, la tuberculosis farmacorresistente, la cual causa alrededor de 250 000 fallecimientos cada año, indica el informe.
El director general de la OMS, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus afirmó que «la resistencia a los antimicrobianos es una emergencia para la salud mundial que comprometerá gravemente el avance de la medicina moderna. Hay una necesidad urgente de aumentar la inversión en investigación y desarrollo para luchar con las infecciones resistentes a los antibióticos, entre ellas la tuberculosis. De otro modo, volveremos a los tiempos en que la gente temía contraer infecciones habituales y ponía en riesgo su vida si se sometía a intervenciones quirúrgicas sencillas», dijo.
Varios expertos han asegurado a Granma en ocasiones anteriores, que son justamente la prescripción innecesaria de antibióticos para infecciones virales, contra las que no tienen ningún efecto, así como la prescripción demasiado frecuente de antibióticos de amplio espectro en lugar de otros específicos seleccionados mediante un diagnóstico más preciso, algunas de las causas del origen de la resistencia. Del mismo modo, el uso inadecuado por parte de las personas de estos fármacos, al no respetar las dosis o duración de los tratamientos, permitiendo así que algunas bacterias sobrevivan y se vuelvan resistentes.
Lo cierto es que, además de las bacterias causantes de la tuberculosis multirresistente, la OMS ha identificado 12 clases de patógenos prioritarios –algunos de ellos causantes de infecciones frecuentes como la neumonía o las infecciones en las vías urinarias– que son cada vez más resistentes a los antibióticos existentes y requieren con urgencia nuevos tratamientos, señala el texto del citado informe.
Asimismo, en el documento se mencionan «51 nuevos antibióticos y biofármacos en desarrollo clínico que se podrían utilizar para tratar infecciones causadas por los patógenos resistentes a los antibióticos más prioritarios, además de la tuberculosis y las enfermedades diarreicas ocasionadas por Clostridium difficile, que pueden ser mortales».
Pero, sin embargo, insiste la OMS, «solo ocho de estas moléculas con potencial terapéutico han sido clasificadas por la OMS como tratamientos innovadores que ofrecerán alternativas válidas al actual arsenal de antibióticos».
En esta propia sección, en columnas anteriores, la doctora Marcia Hart Casares, especialista de II Grado en Microbiología del hospital clínico quirúrgico Hermanos Ameijeiras, al explicar cómo es que las bacterias adquieren dicha resistencia, señalaba que existen bacterias naturalmente resistentes a determinados antibióticos, pero otras se vuelven resistentes mediante mutaciones en algunos de sus genes luego de haber sido expuestas a este tipo de fármacos. «Es importante saber que esta resistencia, ya sea natural o adquirida, puede propagarse a otras especies de bacterias, ya que estos organismos intercambian entre ellos material genético con facilidad, incluso entre especies diferentes», decía la especialista.
El hecho es que muchos de los tratamientos disponibles para las infecciones bacterianas comunes están perdiendo eficacia y en consecuencia hay casos en los que se imposibilita tratar adecuadamente a los pacientes infectados con ninguno de los antibióticos de los que hoy se dispone; lo cual trae complicaciones o incluso la muerte.
Según el informe, «hay una grave falta de opciones terapéuticas para Mycobacterium tuberculosis multirresistente y ultrarresistente y contra bacterias gramnegativas, entre ellas enterobacterias (como Klebsiella y E. coli) y Acinetobacter, que pueden causar infecciones de gravedad –con frecuencia mortales– y son especialmente peligrosas en los hospitales y las residencias de ancianos», señala.
«Además, hay muy pocos antibióticos en fase de desarrollo que se podrán administrar por vía oral, a pesar de que estas formulaciones son muy necesarias para tratar las infecciones fuera de los hospitales y en lugares de escasos recursos».
La resistencia a los antimicrobianos es una realidad, ante la cual obtener nuevos tratamientos no bastará para combatir la amenaza de la resistencia a los que supone para la salud. Poco podrá servir si no se logra la prevención y el tratamiento de las infecciones y promover el uso correcto de los antibióticos disponibles actualmente y en el futuro; tanto en el sector de la salud humana, como en el sector animal; y en la agricultura y la ganadería.
Desde la década del 80 apenas se han descubierto y desarrollado antibióticos para sustituir los que están perdiendo su efecto. Volvemos al inicio de este texto, piénselo un poco más antes de automedicarse. Use los antibióticos cuando sea estrictamente necesario y como sean prescritos, pues son un recurso vital para la salud de la población; que ahora mismo se agota.
Fuente: Granma