El “profe” versus el sistema

El voto del Bicentenario del Perú entre Pedro, Pilato y Barrabás

Por Santiago David Távara*

A pocos días de las elecciones del 6 de junio en el Perú, la lucha encarnizada por el poder se asemeja a las actitudes de personajes bíblicos universales como Pedro, Pilato y Barrabás en momentos de prueba.

El hasta poco el desconocido profesor, líder gremial y rondero Pedro Castillo arremetió desde la izquierda en las elecciones colocándose en el primer lugar con casi el 20 por ciento de las preferencias electorales de la primera vuelta del 11 de abril.

Desde esa fecha, las encuestas lo han colocado como el favorito ante la candidata del sistema establecido, Keiko Fujimori, pese a una brutal y millonaria campaña de ligarlo con el comunismo y hasta con el terrorismo.

Con su sombrero de  palma y el símbolo del lápiz, Castillo ha tocado nervio del descontento de la mayoría de los peruanos con un mensaje de cambio ante la rampante corrupción de los políticos de turno y una pésima gestión frente la pandemia.

El profe, como varios lo llaman, ha llegado al sector de las provincias que lo favorecen abrumadoramente en contraste con Lima y Callao que lo ven con recelo, con un mensaje simple de “no más pobres en un país rico” y su “palabra de maestro”.

Un variopinto movimiento anti-fujimorista curtido por años de lucha desde la década de 1990 con la dictadura de Alberto Fujimori se ha manifestado en las calles por la vuelta de que consideran un sistema que hasta ahora sigue corrompiendo a las instituciones.

Contra viento y marea, la hija del exdictador intenta por tercera vez consecutiva, en segunda vuelta, ocupar el sillón presidencial, pese a que tanto a ella como su partido son investigados como una organización criminal por la justicia peruana.

La presión la tienen ahora los votantes, que están ya no entre la espada y la pared, sino entre el lápiz y el sistema actual, una lucha feroz que ha enemistado a muchos en las redes al estilo de los partidarios y críticos del expresidente Donald Trump.

¿Y qué tienen que ver los personajes bíblicos en esta contienda electoral?

Al igual que el apóstol Pedro, sus críticos lo presionan para que se desligue del fundador de su partido Perú Libre, Vladimir Cerrón, un izquierdista sentenciado por corrupción quien alega que la corrupción lo condenó.

Barrabás, el ladrón liberado en lugar de Cristo, representaría el fujimorismo vinculado con numerosos actos de corrupción con una larga lista de involucrados, pero que un buen sector de la población lo considera como “el mal menor” ante la amenaza del “comunismo”.

Pilato, aquel gobernador romano que prefirió lavarse las manos para evitar problemas, representa al votante indeciso que a la vez teme caer en la condena de los tibios del Apocalipsis, vomitados por la boca de Dios, por su indiferencia.

Los Judas -desde Abimael Guzmán “Camarada Gonzalo” del grupo terrorista Sendero Luminoso hasta el exdictador Fujimori y su exasesor de inteligencia Vladimiro Montesinos- están en prisión. Otro, el expresidente Alan García, se suicidó.

Las elecciones ocurren ad portas del Bicentenario de la proclamación de la Independencia del Perú el 28 de julio de 1821 por parte del libertador argentino el General José de San Martín.

La independencia fue consolidada en 1824 por el libertador venezolano Simón Bolívar tras las batallas de Junín y Ayacucho, luego de varios intentos de emancipación como el de Túpac Amaru II, uno de los precursores al igual que su esposa Micaela Bastidas.

A la hora de votar es un deber cívico pensar en los héroes peruanos del Milenio como Miguel Grau y Francisco Bolognesi, recordando su legado en la cuna de una de las civilizaciones más importantes de América y el mundo: el Imperio de los Incas.

Asimismo, en las casillas de votación nos toca reflexionar en los héroes actuales, muchos de ellos anónimos, los jóvenes del Bicentenario como Inti Sotelo y Brian Pintado fallecidos en las protestas por la democracia del 2020, las poblaciones vulnerables que reclaman justicia, los fiscales anticorrupción y los periodistas valientes.

Se trata de un voto por la dignidad y el honor. Un voto participativo que hay defender exigiendo a las autoridades electas a que «se dejen de vainas» y trabajen en democracia, aceptando sus diferencias y enfocándose en las coincidencias para finalmente darnos un abrazo fraternal y patriótico en nuestro Bicentenario.

* Santiago David Távara es un periodista radicado en Washington, DC.

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