El señor internacional…

José Antonio Meade. Foto archivo.
José Antonio Meade. Foto archivo.

Por Teresa Gurza

 

A lo que hemos llegado…

Con texto y nueve fotografías, que llenaron una plana completa de la primera página de la sección Empresas del periódico Reforma del 23 de febrero, apareció una publicidad del secretario de Desarrollo Social, (Sedesol), José Antonio Meade Kuribreña.

Esa exageradísima propaganda en uno de los diarios más caros de México, no fue para informar que ya no hay pobres en el país o que se ha podido reducir la miseria en que vive, la mitad de los mexicanos.

Para nada; de lo que se trataba, era de inmortalizar a Meade disfrazado de Señor Internacional 2016; con todo y banda como de reina de la primavera, pero en rojo brillante con letras, flecos y orlas doradas; y tan ridícula, como el título.

Aún más grotesco, fue el discurso que pronunció en el Centro Cívico de Laredo, Texas, al recibir las llaves de esa ciudad de manos del mayor Pete Saenz; y que también fue publicado, en recuadro para más vergüenza, junto a una de las ilustraciones que dan cuenta de ese acto que de por sí, produce pena ajena:

“No tiene sentido tratar a un amigo como enemigo. No tiene sentido hablar mal de un país que ha abierto las puertas a tus bienes, tus ideas y tu gente: un país que comparte tus valores y que está dispuesto a caminar junto a ti e incluso a pelear por ti”

Lo que dijo en esa ceremonia, a la que acudió incluso el embajador mexicano en Estados Unidos, Miguel Basáñez, llevan a preguntarse qué pretendía ese ex canciller dispuesto hasta a morir, por un país que no es el suyo.

Si quiso responderle a Trump, lo hizo pésimo y tan tonto como el expresidente Vicente Fox, que se vio al espejo el jueves al llamarlo ignorante y fanfarrón.

El festejo de Meade fue patrocinado por la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos, y acudieron su esposa e hijos; que con excepción de la niña mayor, lucen en las fotografías tan felices como el jefe de familia.

Casi al mismo tiempo que eso sucedía en EU, funcionarios de la Secretaría de la Función Pública, (SFP), dieron la nota por sus excesos en otros tres países.

En Londres, según la agencia inglesa Reuters, Hilda García gastó miles de pesos en la muy exclusiva tienda Harrods; donde a costa de los mexicanos pobres, se consintió con caviar, salmón y champaña.

Otros dos empleados enviados por la misma dependencia a Hawai y Fráncfort en viajes de trabajo, dilapidaron también el dinero ajeno en alcohol, cocteles y taxis.

Pero para el extraño caballero y titular de dicha secretaria Virgilio Andrade, cuya principal chamba debiera ser velar porque los abusos no ocurran, esos comportamientos solo constituyen “lecciones para ser más austeros».

Andrade declaró cínicamente: “esta experiencia servirá de lección para evitar excesos y que los funcionarios públicos se comporten con austeridad”;  e insinuó, que García fue despedida.

¿Cuántas leccioncitas más tendremos que aguantar, para que quienes ostentan altos puestos en el gobierno no sigan aprovechándose de sus cargos y dilapidando recursos que son de todos?

Esta semana supimos también, que en el 2014 los senadores se apropiaron de 440 millones de pesos que habían sido etiquetados para otros gastos; eso, además de dietas, seguros médicos, choferes, asesores, gasolina, pasajes y viáticos, que nos cuestan fortunas.

De acuerdo con datos de las periodistas Claudia Guerrero y Claudia Salazar del periódico Reforma, en el informe sobre la Fiscalización de la Cuenta Pública de ese año se puede ver que los senadores aumentaron las «Asignaciones a los Grupos Parlamentarios», en casi 56 por ciento a costa de otras partidas.

De modo que tras haber dispuesto de mil 307 millones de pesos, se quedaron  con otros 140 millones destinados a las percepciones para los trabajadores; más 50 millones para Congresos y Convenciones, 47 millones para pasajes aéreos de funcionarios, 35 millones del pago de Patentes y Derechos de Autor, 31 millones de pesos de la partida Estímulos por Productividad y Eficiencia, 24 millones etiquetados para Bienes Informáticos, casi 75 y medio millones asignados a «Inversión Pública» y otros 35 millones, que eran para mantenimiento de la maquinaria del Senado.

¿Pero que creen?

Pese a todo ese dineral del que ilegalmente dispusieron, y seguramente de millones más que hasta el momento desconocemos, los senadores se están quejando; y piden más dinero porque dicen, que no tienen ni para remodelar los elevadores.

¿Qué les parece?

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