Elon Musk: El precio de la fama global

Musk con el presidente del Congreso, Mike Johnson, y el presidente Trump. Foto: Red social X.

Por Néstor Ikeda, excorresponsal de Associated Press en Washington, DC

Cómo una audaz incursión política le dio a su nombre reconocimiento mundial, pero debilitó su imperio empresarial

Pocos líderes empresariales han vivido esta experiencia: su empresa ha perdido 830 mil millones de dólares en 130 días y, a cambio, su nombre ha alcanzado notoriedad mundial. Aún con esa pérdida de más de 6 mil millones al día de su imperio empresarial, Elon Musk sigue siendo el hombre más rico del mundo. Su fortuna neta personal ha rebotado de 290 mil millones de dólares a unos 360 mil millones, comparado con los 422 mil millones que tenía, según la revista Forbes, unos 5 meses atrás. Es decir, personalmente llegó a perder también “un poquito más” de mil millones de dólares al día.

Antes de su incursión en la política, Musk, nacido en 1971 en Pretoria, Sudáfrica, era una figura innovadora y enigmática detrás de Tesla, SpaceX, Twitter (que la compró para llamarla X) y el proyecto de inteligencia artificial xAI. Ahora, su estilo y su nombre han trascendido el mundo de los negocios gracias a su gestión de 130 días al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), aunque al alto precio de ver mermada su reputación empresarial y su naciente entusiasmo político.

Símbolo de la polarización política

El desempeño de Musk en la política, marcado por despidos agresivos de personal y decisiones controvertidas sobre cómo reducir el gasto fiscal de los Estados Unidos, redefinió su imagen pública. Al final, apenas logró una fracción de ese objetivo, pero la reacción del mercado fue contundente: Tesla perdió casi 830 mil millones de dólares en valor bursátil; sus ganancias cayeron un 71 % anual; y mercados clave como Europa registraron caídas de ventas cercanas al 50 %. Lo que antes representaba innovación, sostenibilidad y estatus, ahora se percibe cada vez más como un símbolo de la polarización política de Musk, ejemplificado en movimientos como el llamado “Tesla Takedown” o “Abajo Tesla”.

Musk ha aprendido y dejado, una vez más, como amarga lección que la fama global es un arma de doble filo. El mundo ahora conoce su nombre porque cada decisión pública que ha tomado ha repercutido en sus negocios y en decenas de miles de personas directamente afectadas. El precio resultó entonces demasiado alto para un hombre con extraordinaria visión empresarial como él. Si bien Musk se ha alejado del círculo más allegado al presidente Donald Trump, su deteriorada imagen de empresario-político sigue estando vinculada a Tesla y sus demás negocios…y, por supuesto, a Trump.

Revivió el vandalismo político

Durante su periodo como político decenas de autos Tesla fueron vandalizados y hasta incendiados, se han visto piquetes de manifestantes frente a concesionarios de sus automóviles; e incluso algunos conductores de autos Tesla circulaban con cartelitos visibles que decían: “Comprado antes de Musk-Trump”.

La ironía es evidente: las mismas decisiones que llevaron a Musk a los titulares globales han socavado el prestigio y la confianza que definían a sus empresas. Su deseo de influir en la política parece haber superado al liderazgo innovador y disciplinado que alguna vez caracterizó a Tesla. Hoy ese liderazgo ha cambiado de origen para centrarse en otros productores de vehículos eléctricos de alta calidad, como China.

Imágenes tomadas de la red social X.

Entre la celebridad y la credibilidad

En esta nueva etapa, la historia de Elon Musk se convierte en un caso provocador sobre la tensión entre la celebridad global y la credibilidad empresarial—una advertencia para quienes cruzan la delgada línea entre el liderazgo corporativo y el poder político. A pesar de sus pérdidas en el mercado de valores, Musk ya ha rebotado a una fortuna neta de 361,6 mil millones de dólares, según Forbes. Aún posee alrededor del 12% de Tesla (excluyendo opciones), pero está utilizando más de la mitad de sus acciones como garantía en préstamos personales de más de 3 mil millones. Musk también posee alrededor del 42% de SpaceX, que actualmente tiene un valor de 350 mil millones, es dueño de X y de un estimado del 54% de xAI.

En solo 130 días al mando del DOGE de Trump, Musk se transformó de deidad de Silicon Valley en pararrayos político. Su tiempo en Washington estuvo marcado por drásticos despidos gubernamentales: más de 260 mil trabajadores federales fueron despedidos o presionados a retirarse, y su búsqueda de 2 billones de dólares en ahorros apenas llegó a una fracción de esa meta, según dicen muchos expertos.

Reconocimiento no es lo mismo que reputación

Lo que Musk ganó no se midió en ahorros, sino en exposición mediática. Su rostro dominó los ciclos de noticias, sus declaraciones sacudieron los mercados y su nombre se unió a la lista corta de civiles cuyo poder tocó la Oficina Oval. Hoy, Elon Musk es una de las figuras públicas más reconocidas en la Tierra. Pero el reconocimiento no es lo mismo que la reputación. Durante su tiempo en Washington, las acciones de Tesla cayeron, borrando casi 830 mil millones de dólares en capitalización de mercado en un momento. Las ventas en Europa cayeron un 49%, y la marca descendió del top 10 al puesto 95 en los rankings de reputación en los Estados Unidos.

El hashtag de redes sociales #TeslaTakedown se convirtió en un marcador cultural, instando a los consumidores a replantear sus compras y asociaciones. Considerado alguna vez símbolo de honor, un Tesla se ha convertido ahora o está al borde de convertirse en una declaración de lealtad política. Incluso la popularidad personal de Musk se ha desplomado. Una encuesta reciente mostró que el 57% de los estadounidenses ahora lo ven de manera desfavorable, un asombroso giro respecto a la admiración casi universal por el empresario que lanzó cohetes y reinventó la industria automotriz.

Musk se mantiene en sus trece

Y aún así, Musk sigue firme. Aunque oficialmente renunció a su papel en el gobierno, sus vínculos con Trump siguen siendo fuertes. Continúa asesorando, comentando y provocando. Ha prometido trabajar «24/7» para reconstruir la confianza en Tesla y SpaceX. Pero el daño al aura de Tesla—el elegante mito que construyó—es real. Musk podría recuperarse en el largo arco de la historia. Podría, aun así, entregar colonias en Marte o logros en IA que redefinan la humanidad. Pero por ahora, es un caso de estudio en la contradicción moderna: un hombre que ganó poder político a costa de credibilidad comercial. Y el mundo está observando para ver si puede hacer lo que ha hecho tan a menudo: reinventarse y hacernos creer de nuevo.

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