Eternos problemas en escaleras del Metro

A los pocos días de la "Bienvenida de regreso" las escaleras empezaron a fallar/Foto Ramón Jiménez.

Por Ramón Jiménez

Las escaleras del Metro es uno de los problemas imprevistos con los que decenas de miles de usuarios de ese sistema de transportación pública tienen que enfrentarse constantemente.

Los problemas más recientes son los que se están dando en las estaciones de Dupont Circle en Washington y Bethesda, en Maryland.

En el caso de Dupont Circle después de que las escaleras del lado sur (calle 19) permanecieron cerradas por nueve meses para ser remodeladas, en los primeros cuarenta días de ser abiertas al público se detuvieron unas veinte veces.

«Fue uno de los motores de las nuevas escaleras que se quemó», dijo Rob Troup uno de los asistentes del gerente general en cuestiones de ingeniería de sistemas.

Aunque no está claro que fue lo que causó que el motor se dañara.

«Análisis al equipo determinará las causas exactas de lo que pasó», señaló por su parte  Philip Stewart, vocero del Metro.

De igual manera las escaleras en la estación de Bethesda —que con 212 pies es la segunda más profunda del sistema después de Wheaton con 230 pies— estaban supuestas a ser abiertas al público el 28 de noviembre, después de varios meses de reparación, pero este miércoles todavía esperaban ser puestas al servicio.

Pocos se atreven a bajar 212 pies de profundidad en Bethesda.

También es común ver ese tipo de inconvenientes en las estaciones de Woodley Park (Washington, D.C.), Medical Center (Maryland), y Rosslyn (Virginia), que son las que le siguen en profundidad a Wheaton y Bethesda; lo que significa una gran demora para el usuario, ya que solamente cuentan con un elevador para mover grandes cantidades de personas.

El sistema de trenes del Metro fue puesto en circulación en 1976 y en casi cuarenta años de servicio los problemas de todo tipo aumentan cada vez más, incluyendo varios accidentes fatales y las interminables reparaciones de los rieles —mas que todos en fines de semana— lo que hace que el pasajero tome hasta tres veces del tiempo programado para realizar un viaje hasta el sitio donde se dirige.

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