Fiesta de las Cruces congrega a cientos de fieles en región andina del Perú

  • Una festividad que resistió el embate terrorista y recompuso su fe desde las astillas del madero de la Cruz de Pachapunya que fue dinamitada y volado en pedazos.
  • Fiesta de las Cruces congrega a cientos de fieles en región andina del Perú
  • Un lugar de congregación de la fe donde participan más de 50 cruces de todas las comunidades cercanas al distrito.

Foto y texto: Ángel Mendoza Palomino

Luricocha, es un pequeño poblado ubicado en los andes centrales del Perú, se encuentra tutelado por grandes montañas como el Apu Huatuscalle, Razuhuillca y el Apu Pachapunya. Una pequeña ciudad donde el tiempo parece detenerse y la vida fluye en paz acompasado por su verdor y su cálido clima.

Es mayo y la actividad agrícola va llegando a su fin en toda la sierra peruana, este fin de siembra y cosecha es parte del calendario agrícola en Perú y que sincroniza con la festividad más importante de la cultura andina, la Fiesta de las Cruces; un ritual religioso que es producto del sincretismo cultural que ha ido desarrollando identidad a través de la fe y la devoción en los pueblos del ande.

La Fiesta de las Cruces de Luricocha en Huanta, Perú es una de las festividades de mayor arraigo que convoca a cientos de fieles cada 3 de mayo en el que participan comunidades enteras, barrios y caseríos aledaños al distrito luricochano.

Desde muy temprano van llegando los fieles portando sus cruces de diferentes tamaños para participar de la misa en la iglesia San Antonio de Padua. Poco a poco la concentración de cruces va tomando su lugar al interior del único templo católico que existe en la zona.

Esta festividad religiosa inicia el 30 de abril con el descenso de las principales cruces desde los apus tutelares como el Pachapunya y el Huatuscalle y que en la víspera del 3 de mayo son velados en sus respectivas capillas para luego ser llevado a la misa en donde ya se encuentran alrededor de 50 cruces de diferentes tamaños decorados con cintas, flores y hojas que dan gala de la ostentación económica de sus fieles.

Antes del inicio de la misa, ya cerca de las 9 de la mañana las cruces más importantes de Luricocha hacen su ingreso a la plaza, se reconoce a la cruz de Huatuscalle que es el patrón de las capillas, y la de Puchapunya, como patrón de los calvarios. Cruces que van secundados por elegantes estandartes con finos bordados que llevan los nombres de los antiguos mayordomos y las hermandades que ponen su sello al cubrir las cruces con elegantes vestimentas de paños finamente bordados. Son las cruces más grandes que miden unos 5 metros y pesan aproximadamente unos 150 kilos.

Las cruces se mueven rápido, van en las espaldas de los cargadores que marchan a toda prisa. En su recorrido para el ingreso al templo son acompañados por chunchos que al compás de sus antaras sueltan armónicas melodías anunciado el paso de las cruces.

Tras una larga homilía, que esta vez fue presidida por el arzobispo de Ayacucho Salvador Piñeiro, se asoman por la puerta las primeras cruces con destino a la plaza para un recorrido procesional en que se van congregando los fieles que llegaron de Lima, Huancayo, Huamanga, la selva y hasta del extranjero para acompañar en el paseo alrededor del parque.

Tras el recorrido de las principales cruces por la plaza, hay otro pelotón de cruces (conocidos como los correlones) que salen del templo para iniciar con la tradicional carrera haciendo el mismo recorrido que la Cruz de Pachapunya y Huatuscalle, que luego de unos minutos se concentran otra vez en el atrio del templo, se refrescan con chicha y se motivan con el cañazo (aguardiente de caña) para dar la última carrera de la tarde como para cerrar la función de cruces que esta vez atrajo a cientos de visitantes.

La hora de la despedida ha llegado, tras un breve descanso los cargadores se preparan para el camino de retorno al calvario, un largo sendero empinado les espera hasta llegar a la montaña más alta para poner de pie una vez más a la Cruz de Pachapunya que seguirá vigilando la ciudad de Luricocha hasta el próximo año en el que nuevamente será bajado para cumplir los mismos compromisos de sus fieles, pero esta vez será con nuevos mayordomos.

Finalmente, la multitud se congrega en la casa del mayordomo para disfrutar del banquete, la chicha y los tragos sin antes renovar su fe y despedirse de las principales cruces al que encargaron algunos pedidos esperando retornar el siguiente año y que las súplicas sean cumplidas.

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